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Justicia

No se trata solo de nosotros

Jaellayna Palmer | Feb 14, 2025

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Jaellayna Palmer | Feb 14, 2025

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Un grupo de mi comunidad me ha pedido que de una charla sobre justicia social. Reflexionando e investigando sobre este concepto, he llegado a la conclusión de que la justicia no puede existir hasta que la gente se de cuenta de que hay más que solo nosotros ahí fuera.

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Piénsalo: ¿qué pasaría si tomáramos nuestras decisiones, planificáramos nuestras políticas, nos gobernáramos a nosotros mismos y gestionáramos los recursos con el principio rector de que no somos solo nosotros? ¿Y si la justicia incluyera a todos?

La unidad de la humanidad, una de las enseñanzas fundamentales de la fe bahá’í, me hace pensar en cómo la unidad se relaciona con la justicia. Está claro que, si valoráramos la unidad esencial de todas las personas en lugar de hacer hincapié en las diferencias superficiales, podrían ponerse de manifiesto las acciones adecuadas y lograrse la justicia.

En la toma de decisiones y la planificación de políticas, quienes ocupan una posición de influencia y poder deben tener en cuenta que no somos solo nosotros.

No debo dar por sentada mi propia vida relativamente cómoda, ni pasar por alto las injusticias que me rodean. Al contrario, como individuo y como miembro de organizaciones e instituciones que operan dentro de esta sociedad, quiero ser cada vez más consciente de aquellos que podrían estar privados de sus derechos. La pregunta «¿Quién falta en la sala de conferencias?» debería recordarnos que también debemos incluirlos.

De hecho, esas personas merecen una consideración desproporcionadamente mayor, ya que el ejercicio de la justicia puede ser también un medio para reparar las injusticias del pasado.

Satisfacer las necesidades materiales, proporcionar acceso universal a la educación, alinear todos los niveles de nuestra sociedad para promover la justicia económica y social, son elementos esenciales, aunque no suficientes a menos que la voluntad pública, articulada a través de su gobernanza, esté de acuerdo.

Pensando ahora en la gobernanza, he observado en innumerables ocasiones que las políticas divisivas y partidistas actúan en contra de la justicia y no a favor de ella. La Comunidad Internacional Bahá’í ha descrito un enfoque alternativo y lo que puede conseguir:

 … un sistema federado mundial, guiado por leyes universalmente acordadas y aplicables, permitirá a los Estados nación gestionar de forma cooperativa un mundo cada vez más interdependiente y rápidamente cambiante, garantizando así la paz y la justicia social y económica para todos los pueblos del mundo.

Si un sistema así puede lograr la justicia social y económica para todos, el tiempo y el esfuerzo necesarios para crearlo merecerán la pena.

Considerando que los recursos naturales de la Tierra, seguramente no pertenecen a personas que simplemente han nacido cerca, ni a personas que tienen el poder financiero para explotarlos y controlarlos. Ambos extremos son un planteamiento del estilo «solo para nosotros». Por otro lado, aplicando el principio de justicia, podemos gestionar los recursos globalmente con vistas a la sostenibilidad a largo plazo y a una distribución equitativa. Las enseñanzas bahá’ís señalan que los recursos naturales del planeta pertenecen a toda la humanidad, no solo a unos pocos. Pasando de la noción de propiedad a la de administración, protegeríamos los recursos en interés de todos los pueblos y no haríamos a nadie rehén de políticas miopes e intereses financieros privados.

Hasta que no se reconozcan las necesidades y aspiraciones tanto materiales como espirituales de las personas, los esfuerzos de desarrollo seguirán fracasando en gran medida. La felicidad humana, la seguridad, la cohesión social y la justicia económica no son subproductos del éxito material. Por el contrario, son el resultado de interacciones complejas y dinámicas entre la satisfacción de las necesidades físicas, las necesidades sociales y la realización espiritual del individuo.

En un discurso que pronunció en la Iglesia de la Hermandad en Nueva Jersey en 1912, Abdu’l-Bahá prometió que nos acercamos al día en que: «…la justicia de Dios se hará manifiesta a través de los asuntos humanos, y la igualdad humana será universalmente establecida».

Con esta seguridad de que el futuro será justo, el reto es llegar desde aquí hasta allí. Para hacer realidad esta visión de un mundo unificado y pacífico, lo ideal sería que todos contribuyeran, no solo nosotros.

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