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¿Cuál es el propósito de nuestras vidas?

Marty Schirn | Sep 20, 2020

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Marty Schirn | Sep 20, 2020

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Cuando un bebé nace en este mundo, «muere» con respecto al cálido y confortable vientre de la madre donde ha vivido felizmente durante nueve meses.

Ella deja esa vida para siempre al entrar en esta vida – sin tener idea de que esta vida siquiera existe. Esta vida, entonces, representa la vida después de la muerte del útero de la madre.

El único propósito de que el bebé esté en el útero de la madre es hacer crecer todos los órganos y miembros que necesitará para funcionar en esta vida.

Llevando esta analogía un paso más allá, esta vida es el útero para la siguiente vida.

Con todos los problemas con los que lidiamos cada día – nuestra salud, relaciones, carreras, finanzas, posesiones, pasatiempos, lo que sea – el único propósito de estar en este útero que llamamos Tierra es desarrollar nuestras almas para la próxima vida, la vida del espíritu. Todo lo demás en nuestras vidas termina con nuestras muertes. Solo nuestras almas pasan al siguiente plano de la existencia.

Entonces, ¿cómo desarrollamos nuestras almas para la próxima vida? Las enseñanzas bahá’ís tienen una respuesta a esa pregunta fundamental.

Primero, estas enseñanzas recomiendan que reconozcamos el mensaje de Dios para la época en que vivimos; y segundo, entonces «observamos cada ordenanza» que ese mensaje contiene:

El primer  deber  prescrito  por  Dios  a  Sus  siervos  es  el reconocimiento  de  Aquel  que  es  la  Aurora  de  Su Revelación y la Fuente de Sus leyes, Quien representa a la  Deidad  tanto  en  el  Reino  de  Su  Causa  como  en  el mundo de la creación. El que haya cumplı.do este deber ha logrado todo bien; y el que este ́privado de ello se ha extraviado, aunque fuese autor de  toda  obra  justa.  Incumbe a todo el que alcance esta muy sublime estación, esta cumbre de trascendente gloria, observar cada uno de los preceptos de Aquel que es el Deseo del mundo. Estos dos deberes son inseparables.  Ninguno  es  aceptable  sin  el  otro.  Ası ́lo  ha  decretado Quien es la Fuente de Inspiración Divina.

Los bahá’ís creen que Dios ha revelado su voluntad periódicamente a lo largo de la historia a través de sus mensajeros, los fundadores de las principales religiones del mundo – Abraham, Krishna, Moisés, Zoroastro, Buda, Cristo, Mahoma, y para este nuevo día en la historia humana, Bahá’u’lláh, el fundador de la fe bahá’í.

Reconocer la autoridad divina de un mensajero de Dios requiere que llevemos a cabo nuestra propia investigación independiente de la verdad, dispuestos a abandonar todos los prejuicios, supersticiones y creencias que nos impiden evaluar y aceptar objetivamente ese nuevo mensaje. Solo cuando abrimos muy humildemente nuestras mentes y corazones a la posibilidad de que alguien sea un mensajero de Dios podemos aceptar sus enseñanzas como la Palabra de Dios, y entender la voluntad de Dios.

Además, como pide la segunda parte del mandato de Bahá’u’lláh, debemos estar dispuestos a seguir los principios, enseñanzas y leyes reveladas por el mensajero de Dios. Estos «deberes gemelos», las enseñanzas bahá’ís nos aseguran, nos ayudarán a convertirnos en seres más espirituales.

Aquí hay solo unas cuantas maneras en las que podemos hacer esto:

1. Desarrollar una estrecha relación con Dios orando; amándolo y alabándolo; agradeciéndole continuamente las innumerables bendiciones que nos ha otorgado a lo largo de nuestra vida; teniendo fe y confiando en su gracia de que siempre está ahí para nosotros, amándonos y protegiéndonos, en todo momento y en todas las condiciones.

2. Adquirir atributos similares a los de Dios y esforzarnos por hacer que nuestro comportamiento diario refleje estos atributos – como el amor, la compasión, el perdón, la bondad, la justicia, la paciencia, la confianza, la integridad, la cortesía, la Regla de Oro, etc.

3. Ser de servicio a los demás. Cuanto más sirvamos a los demás, más desinteresados seremos. Además, Bahá’u’lláh dijo que el trabajo realizado con espíritu de servicio es igual a la adoración.

4. Mantenerse enfocado en nuestra naturaleza espiritual: nuestra realidad es nuestra alma, no nuestro cuerpo.

5. Esforzarse por estar en unidad y armonía con todas las personas, sin importar quiénes son y en qué crean.

6. En este nuevo día, Bahá’u’lláh enseñó que todos los seres humanos deben abrazar plenamente el hecho indiscutible de que la humanidad es una sola familia. Solo hay una raza – la raza humana. Todos somos un hermoso jardín de flores humanas. Necesitamos aceptar y apreciar nuestra diversidad, no condenarla y destruirla.

Como corolario de esto, debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para eliminar totalmente todos nuestros prejuicios – raciales, religiosos, de género, culturales, políticos, nacionales, económicos, educativos, tribales, etc. Esto no solo beneficia enormemente a nuestras almas, sino que también produce la unidad y la armonía que tanto necesitamos.

Todo esto requiere un compromiso. Nuestras palabras y acciones diarias, basadas en un compromiso total e incondicional de volvernos profundamente espirituales, son el verdadero reflejo de lo que somos como seres humanos. 

Sin embargo, como somos humanos, siempre nos quedaremos cortos en estos altos ideales. Pero debemos seguir intentándolo, no importa lo difícil o doloroso que sea. Dios conoce nuestros corazones. Sabe lo sinceros que somos en nuestros esfuerzos diarios por convertirnos en seres humanos espirituales y nobles, propósito por el cual fuimos creados.  

Debemos darnos continuamente amor, amabilidad, gentileza y perdón, y debemos apreciar lo que somos. Estas dos poderosas citas de los escritos de Bahá’u’lláh profundizan más en estos temas exaltados:

La naturaleza del alma después de la muerte nunca podrá ser descrita, ni es conveniente ni permisible revelar todo su carácter a los ojos de los hombres. Los Profetas y Mensajeros de Dios han sido enviados con el único propósito de guiar a la humanidad al recto Camino de la Verdad. El propósito fundamental de Su revelación ha sido educar a todos los hombres para que, a la hora de su muerte, asciendan, con la mayor pureza y santidad y con absoluto desprendimiento, hacia el trono del Altísimo. – Pasajes de los escritos de Bahá’u’lláh.

… el hombre nunca tendrá esperanza de alcanzar el conocimiento del Todoglorioso, nunca podrá beber de la corriente del divino conocimiento y sabiduría,  nunca podrá entraren  la morada de la inmortalidad, ni tomar del cáliz de la divina cercanía y favor, a menos que deje de considerar las palabras y acciones de los hombres como norma para la verdadera comprensión y reconocimiento de Dios y Sus Profetas. – El libro de la certeza.

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