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¿Por qué acusaron a Moisés de asesinato?

Christopher Buck | Mar 18, 2023

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Christopher Buck | Mar 18, 2023

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La primera gran novela cristiana, terminada en el siglo IV de nuestra era y titulada, en su versión latina, Los reconocimientos de Clemente, pudo haber sido escrita como novela para atraer a un público pagano.

Para ser una obra de ficción, el libro contiene largos discursos que reflejan una forma del cristianismo judío primitivo de la época. El interés de los eruditos por este libro, disponible también en siríaco, además de las versiones griega y latina, se centra no sólo en la doctrina cristiana primitiva, sino en la importancia histórica de la obra.

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En esta obra distintiva, los lectores aprenden sobre la doctrina del «Profeta Verdadero», que «es el único capaz de iluminar las almas de los hombres». El libro también presenta extensos debates entre Pedro y Simón el Mago, en los que Pedro dice:

Ciertamente, con buenas razones, no creo nada ni contra Dios, ni contra los justos registrados en la ley, dando por sentado que son imaginaciones impías. Porque, según estoy convencido, ni Adán fue un transgresor, que fue modelado por las manos de Dios; ni Noé fue un borracho, que fue hallado justo por encima de todo el mundo; ni Abraham vivió con tres esposas a la vez, que, a causa de su sobriedad, fue considerado digno de una numerosa descendencia; ni Jacob se asoció con cuatro –de las cuales dos eran hermanas–, quien fue el padre de las doce tribus, y quien insinuó la venida de la presencia de nuestro Maestro; ni Moisés fue un asesino, ni aprendió a juzgar de un sacerdote idólatra, quien expuso la ley de Dios a todo el mundo, y por su juicio recto ha sido testificado como un administrador fiel.

Ese pasaje relativo a Moisés se refiere a un relato bíblico de Éxodo 2:11, en el que un joven Moisés golpea y mata a un egipcio:

En aquellos días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos. Entonces miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena.

No está claro si las Homilías afirman que Moisés estaba justificado para matar y atacar al egipcio en lo que la ley llamaría ahora «homicidio con causa justificada» –actuando en defensa de otro, cuya vida estaba siendo amenazada– o simplemente no mató al egipcio en absoluto.

Según el Instituto de Información Jurídica de la Facultad de Derecho de Cornell, un homicidio con causa justificada se define en términos generales como la «privación de una vida humana en circunstancias justificadas, por derecho, como la legítima defensa, u otras causas establecidas en la ley» que «absuelven al sujeto de toda responsabilidad penal».

Para una posible perspectiva bahá’í sobre esta cuestión, echemos un vistazo a tres textos que, leídos conjuntamente, pueden apoyar el argumento del homicidio con causa justificada por parte de Moisés. En el primer texto, del libro Contestación a unas preguntas, Abdu’l-Bahá resumió brevemente lo sucedido:

Piensa en las dificultades y pruebas que se le plantean a la gente: para frustrar una crueldad, Moisés dio muerte a un egipcio, lo que le valió su fama de homicida, especialmente justificada por el hecho de pertenecer la víctima a la clase gobernante. Moisés se dio a la fuga y más tarde ¡fue investido con el rango de profeta! No obstante, su mala reputación ¡cuán maravillosamente le guio un poder sobrenatural a establecer instituciones y leyes tan espléndidas!

Aquí, Abdu’l-Bahá, al afirmar que «Moisés dio muerte a un egipcio para evitar una crueldad», parece dar a entender que se trató de un homicidio con causa justificada. Dicho esto, Moisés aún «llegó a ser conocido entre los hombres como un asesino –especialmente porque la víctima pertenecía a la nación gobernante». Desde la perspectiva de la justicia, Moisés parecía justificado, pero desde la perspectiva egipcia, Moisés era un «asesino», lo que puso su vida en peligro, obligándole a huir por su propia seguridad personal. En su Libro de la Certeza, Bahá’u’lláh escribió una descripción más completa:

Por ejemplo, considera a Moisés, hijo de ‘Imrán, uno de los Profetas exaltados y Autor de un libro divinamente revelado. Un día de entre Sus primeros Días en que pasaba por el mercado, antes de proclamarse Su ministerio, vio Él a dos hombres que peleaban. Uno de ellos pidió ayuda a Moisés contra su oponente. Inmediatamente intervino Moisés y le dio muerte… La noticia de este incidente cundió por la ciudad y a Moisés le invadió el miedo, como lo atestigua el texto del Libro. Y cuando llegó a Sus oídos la advertencia: «¡Oh Moisés!, de veras que los jefes deliberan para matarte», abandonó la ciudad y se detuvo en Madián al servicio de Shoeb. A Su vuelta, Moisés entró en el valle santo, situado en el desierto de Sinaí, y allí tuvo la visión del Rey de gloria…

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Hagamos ahora una conexión cruzada con este interesante y relevante principio ético, expuesto en Contestaciones a unas preguntas por Abdu’l-Bahá:

Si alguien deseara atacar a [otra persona] ciertamente trataré de impedírselo. La no intervención que para el malhechor supone externamente un favor, para [la otra persona], es una vejación. Si en este momento un árabe enloquecido entrara en este lugar espada en mano, deseando atacar, herir y asesinaros, lo más seguro es que yo trataría de impedírselo. Si os abandonara al árabe, ello no sería justicia sino injusticia. Pero si él injuriara a mi persona, se lo perdonaría.

Ahora bien, al leer juntos los dos pasajes anteriores de Abdu’l-Bahá, queda claro que «Moisés dio muerte a un egipcio para evitar una crueldad», conforme a su deber (y al nuestro) de evitar la opresión y actuar con justicia. Por lo tanto, Abdu’l-Bahá puede haber considerado que el acto de Moisés estuvo justificado y, por lo tanto, sin «pecado». Los egipcios, por supuesto, no veían las cosas de esta manera.

Puesto que Abdu’l-Bahá es considerado por los bahá’ís como el intérprete infalible y divinamente inspirado de los escritos de Bahá’u’lláh, habiendo sido designado así por el propio Bahá’u’lláh, este acto de Moisés del que se informa puede ser considerado como un homicidio con causa justificada y el salvamento de una vida, y no como un asesinato en absoluto.

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