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Bahá’u’lláh: el profeta prisionero

From the Editors | Ago 31, 2018

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From the Editors | Ago 31, 2018

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En la historia humana, ningún profeta, ya sea espiritual o científico, ha aparecido alguna vez sin tener oposición.

En la historia de la religión, cada fundador de cada gran religión mundial se ha enfrentado a la persecución, el ridículo, la tortura, el encarcelamiento e incluso la muerte. Pero a pesar de esa oposición inicial, a pesar de las maquinaciones de reyes y gobernantes y de las autoridades religiosas del pasado, esas religiones y sus enseñanzas prevalecieron, perduraron durante siglos y han guiado, iluminado y enriquecido la vida espiritual de millones de personas.

Esas enseñanzas, todas estas de pobres y humildes mensajeros de Dios, casi desconocidas durante su tiempo físico en la Tierra, pero cuya guía finalmente revoluciona el mundo, han creado civilizaciones enteras. Las enseñanzas bahá’ís describen a esos mensajeros como «manifestaciones de Dios», que actúan como los «pastores divinos de la humanidad»:

“Los Profetas de Dios han sido Pastores divinos de la humanidad. Ellos han establecido un vínculo de amor y unidad entre la raza humana, hicieron de pueblos dispersos una nación y de tribus errantes un poderoso reino. Ellos han echado las bases de la unidad de Dios y convocado a todos a la paz universal. Todas estas santas y divinas Manifestaciones son Una. Han servido a un solo Dios, promulgado la misma Verdad, fundado las mismas instituciones, y reflejado la misma Luz. Sus apariciones han sido sucesivas y correlativas; cada Uno ha anunciado y exaltado a Aquel Quien debía seguirle, y todos echaron las bases de la Realidad. Ellos convocaron e invitaron a la gente al amor e hicieron del mundo humano un espejo de la Palabra de Dios. Por tanto, las divinas religiones que Ellos han establecido tienen un solo fundamento; Sus enseñanzas, pruebas y evidencias son una; en nombre y forma, Ellos difieren, pero en realidad Ellos están de acuerdo y son Él mismo. Estas santas Manifestaciones han sido para el mundo como la llegada de la primavera”. – Abdu’l-Bahá, La promulgación a la paz universal, p. 150.

Sin embargo, como sabemos, el mensaje puro de amor y unidad que inicialmente traen los profetas puede corromperse. Algunas personas, con la intención de usar las enseñanzas de la religión para sus propios propósitos egoístas, han dividido la religión en sectas en conflicto, perdiendo de vista su propósito original. Las enseñanzas bahá’ís explican este ciclo aparentemente inevitable con esta metáfora:

“Cuando el Sol de la Realidad regresa para vivificar al mundo de la humanidad, una divina dádiva desciende desde el Cielo de generosidad. El reino de los pensamientos e ideales es puesto en movimiento y bendecido con nueva vida. Las mentes se desarrollan, las esperanzas se iluminan, las aspiraciones se vuelven espirituales, las virtudes del mundo humano aparecen con nuevo poder de crecimiento, y la imagen y semejanza de Dios se hace visible en el hombre. Esta es la primavera del mundo interior. Después de la primavera, viene el verano con su plenitud y sus frutos espirituales; sigue el otoño con sus gélidos vientos que congelan el alma; el Sol parece estar alejándose, hasta que por fin se esparce el manto del inverno y sólo quedan tenues rastros del esplendor de ese divino Sol… Pero el Ciclo comienza nuevamente y aparece una nueva primavera. En ella regresa la primavera anterior; el mundo resucita iluminado y alcanza la espiritualidad; la religión es renovada y reorganizada, los corazones se vuelven hacia Dios, las llamadas de Dios son oídas, y nuevamente la vida es otorgada al hombre. – Ibid, p. 95.

Bahá’u’lláh, el fundador de la Fe bahá’í, sufrió terriblemente al transmitir las enseñanzas bahá’ís a la humanidad. Cuando Bahá’u’lláh comenzó a enseñar su nueva religión en Persia a mediados del siglo XIX, fue perseguido por el resto de su vida de maneras horribles: exiliado de lugar en lugar, despojado de sus recursos y pertenencias, cruelmente torturado y encarcelado por cuarenta años. Murió prisionero, pero dejó un legado espiritual tan poderoso que se extendió a todas las naciones de la Tierra e inspiró a millones a seguir sus enseñanzas.

¿Por qué fue tratado Bahá’u’lláh tan terriblemente? Encarcelado únicamente por sus creencias, este prisionero de conciencia, quien trajo un mensaje divino en el que se hacían visibles los primeros signos de renovación de un despertar espiritual global y quien fundó un nuevo movimiento espiritual destinado a extenderse por todo el mundo.

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