Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Las enseñanzas de Bahá’u’lláh abordan muchos temas sociales y espirituales, proporcionando una gran fuente de guía para todos los aspectos de la vida cotidiana.
Todas esas enseñanzas se derivan de los principios básicos de la Fe bahá’í: la unicidad de Dios y sus mensajeros, la unidad de la humanidad y la unidad de la propia Tierra. Los bahá’ís creen que existe un solo Dios, y que todos los mensajeros del pasado y del futuro han sido y serán enviados por Él en un proceso histórico continuo de revelación progresiva. Además, como señaló Bahá’u’lláh, todos somos miembros de una misma familia global:
No debe enaltecerse quien ama a su patria, sino quien ama al mundo entero. La tierra es un solo país, y la humanidad sus ciudadanos. – Pasajes de los escritos e Bahá’u’lláh.
Por lo tanto, las enseñanzas bahá’ís afirman que la gente debe esforzarse por eliminar todas las clases de prejuicio. La igualdad debe ser extendida a todos sin importar el género, la raza, la religión, la cultura, la edad, la nacionalidad, la herencia, el idioma, la ocupación, el estatus social, o la fuerza numérica de su grupo:
¡Sed equitativos en vuestro juicio, oh hombres de corazón comprensivo! Aquel que es injusto en su juicio carece de las características que distinguen la posición del hombre. Aquel que es la Verdad Eterna conoce bien lo que se oculta en el pecho de los hombres. – Ibid.
Para los bahá’ís, la comprensión de la importancia de la justicia es fundamental para el progreso del alma del individuo, y primordial para el avance de la sociedad en general:
¡Oh Hijo del Espíritu! Lo más amado de todo ante Mi vista es la Justicia; no te apartes de ella si Me deseas y no la descuides para que Yo pueda confiaren ti. Con su ayuda verás con tus propios ojos y no por los ojos de otros, y conocerás con tu propio conocimiento y no mediante el conocimiento de tu prójimo. Pondera en tu corazón cómo te corresponde ser. En verdad, la justicia es Mi ofrenda a ti y el signo de Mi amorosa bondad. Tenla pues ante tus ojos. – Bahá’u’lláh, Las palabras ocultas.
Las injusticias del hambre y la privación surgen de la falta de conciencia en los corazones de los hombres y mujeres, por lo que las enseñanzas bahá’ís dicen que la pobreza, el hambre y los graves problemas económicos a los que se enfrenta la humanidad deben ser resueltos tanto a nivel práctico como espiritual. Para ser eficaz, la solución debe nacer de un sentido de responsabilidad colectiva y personal. Bahá’u’lláh escribió:
¡Oh Hijos del Polvo! Advertid a los ricos del suspirar de los pobres en medio de la noche, para que la negligencia no los conduzca al sendero de la destrucción y los prive del Árbol de la Riqueza. Dar y ser generoso son de Mis atributos; bienaventurado es aquel que se adorna con Mis virtudes. – Ibid.
¡Oh Ricos de la Tierra! Los pobres son Mi encomienda entre vosotros; resguardad Mi encomienda y no estéis absortos sólo en vuestro propio bienestar. – Ibid.
Para lograr una solución para las grandes disparidades económicas del mundo, la educación debe desempeñar un papel primordial. Bahá’u’lláh enseñó que la educación debe ser universal y apropiada, como la llave que abre las puertas del progreso individual y social. Todos los padres y cada una de sus comunidades tienen el deber de permitir que los niños desarrollen ese potencial a través de la educación:
El hombre es el Talismán supremo. Sin embargo, la falta de una educación adecuada le ha privado de aquello que inherentemente posee. Por una sola palabra procedente de la boca de Dios fue llamado a existir; por una palabra más fue guiado a reconocer la Fuente de su educación; y aun por otra palabra más, su posición y destino fueron asegurados. El Gran Ser dice: Considerad al hombre como una mina, rica en gemas de valor inestimable. Solamente la educación puede hacerle revelar sus tesoros y permitir a la humanidad beneficiarse de éstos. – Bahá’u’lláh, Pasajes de los escritos de Bahá’u’lláh.
Los bahá’ís creen que ha llegado el momento de que las instituciones educativas presenten la óptica científica y religiosa de una forma que no se vean como contradictorias. La ciencia y la religión no deben estar en oposición entre sí, sino que deben reconocerse como formas diferentes de describir los mismos fenómenos. Los maestros y los padres deben enseñar a sus hijos que lógicamente no puede haber dos explicaciones contradictorias para la misma cuestión. Las enseñanzas bahá’ís dicen que la humanidad necesita tanto el razonamiento analítico del pensamiento científico como la moralidad ética de la perspicacia religiosa en esta época para promover una civilización en continuo progreso.
Por supuesto, el mundo debe atender varias necesidades básicas antes de poder avanzar hacia una civilización mundial unificada. Para asegurar el establecimiento y mantenimiento de la paz mundial, las enseñanzas bahá’ís dicen que necesitamos crear una mancomunidad de naciones con un tribunal internacional efectivo para resolver las disputas pacíficamente, una moneda mundial común, y un sistema común de pesos y medidas. Todo esto constituye el comienzo del Nuevo Orden Mundial previsto por Bahá’u’lláh hace más de cien años:
Debe llegar el tiempo en que se reconozca universalmente la imperativa necesidad de celebrar una reunión vasta y omnímoda de personas. Los gobernantes y reyes de la tierra deben necesariamente concurrir a ella y, participando en sus deliberaciones, deben considerar los medios y arbitrios para echar los cimientos de la Gran Paz mundial entre los hombres. Esa paz exige que las grandes potencias decidan, para la tranquilidad de los pueblos de la tierra, estar completamente reconciliadas entre sí. Si algún rey se levantare en armas contra otro, todos unidos deberán alzarse para impedírselo. Si esto se hace, las naciones del mundo ya no necesitarán armamentos, salvo con el fin de preservar la seguridad de sus reinos y mantener el orden interno dentro de sus territorios. Esto asegurará la paz y la calma de todos los pueblos, gobiernos y naciones. Ojalá que los reyes y gobernantes de la tierra, los espejos del dadivoso y omnipotente nombre de Dios, puedan alcanzar esta posición y escudar a la humanidad de la embestida de la tiranía. – Ibid.
Últimamente, la frase «Nuevo Orden Mundial» ha sido vilipendiada, difamada y empleada por diversos segmentos de la sociedad para caracterizar cualquier cambio en la organización social del planeta como negativo, peligroso o amenazador. Debido a esto, la frase es a veces comprensiblemente recibida con temor y sospecha. Sin embargo, la expresión original «Nuevo Orden Mundial», tal como la proclamó Bahá’u’lláh, describe una serie de cambios positivos dentro de una civilización mundial interconectada. Ahora vivimos en la era de la conciencia planetaria y no sólo de la localidad, región o nación. Como característica principal de esta emergente interdependencia mundial, es necesario seleccionar un idioma existente o uno artificial que sirva como idioma auxiliar internacional, que se enseñaría en todas las escuelas del mundo junto con el idioma y la literatura nativos de ese país:
Se aproxima el día en que todos los pueblos de la tierra habrán adoptado un idioma universal y una escritura común. Cuando se haya logrado esto, a cualquier ciudad que uno viaje, será como llegar a la suya propia. – Ibid.
Todos estos principios básicos bahá’ís tienen un aspecto y un objetivo común: la unidad. Esta unidad, sin embargo, no significa uniformidad. El hecho de compartir cosas en común a nivel mundial, como un sistema general de pesos y medidas, una unidad monetaria internacional y un lenguaje auxiliar universal, constituyen elementos de la inevitable planetización de la humanidad. Sin embargo, dentro de este sistema emergente, la identidad cultural y la diversidad de los individuos deben ser protegidas, respetadas y valoradas como parte integral del todo. Esta visión de la unidad mundial constituye el eje central de las enseñanzas de Bahá’u’lláh.
Estos nuevos principios, que nos fueron dados por Bahá’u’lláh para facilitar la unión de toda la humanidad, han inaugurado una etapa en nuestra evolución y desarrollo social que será reconocida en el futuro como el comienzo de la madurez de la humanidad.
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