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Religión

Cómo decodifican los bahá’ís las profecías del fin de los tiempos

Armin J Jezari | Feb 17, 2024

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Armin J Jezari | Feb 17, 2024

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En todas partes se dice que estamos en el «fin de los tiempos», que tenemos que arreglar nuestros asuntos con Dios antes de que un acontecimiento profético y apocalíptico acabe con toda la raza humana. 

Esta doctrina del fin de los tiempos, un concepto escatológico esbozado por varias religiones, afirma que los acontecimientos mundiales alcanzarán algún día un clímax terrible y castigador. En Occidente, la mayoría hemos oído hablar de la versión cristiana de la profecía del fin de los tiempos.

¿Cómo interpretan los bahá’ís el significado de estas nefastas predicciones?

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Aunque existen varios puntos de vista sobre el fin de los tiempos en las distintas confesiones cristianas, la noción general es la siguiente: habrá un apocalipsis, una destrucción completa del mundo, precedido por la segunda venida de Cristo, un acontecimiento glorioso que nadie se perderá, seguido de un rapto, un periodo de tribulación (una década o un siglo de crisis continuas) y, por último, el establecimiento de lo que algunos llaman «el reino milenario de Dios». 

Examinemos estas predicciones, empezando por el apocalipsis y el retorno de Cristo.

Muchos dirían que la filosofía del fin de los tiempos tiene sus raíces en el capítulo 24 de Mateo, donde los apóstoles preguntan a Cristo: «… Dinos, ¿cuándo sucederán estas cosas? ¿Y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?».  

Los bahá’ís consideran el hecho de que el Nuevo Testamento utiliza varias veces dos palabras del griego koiné para describir el mundo: kosmos y aion. Kosmos significa el planeta material, y aion significa era o edad. Las profecías bíblicas del fin de los tiempos utilizan aion todas las veces, lo que explica por qué los bahá’ís creen que Cristo se refería al fin de una era o dispensación, y no al mundo físico. 

Visto así, la Biblia dice claramente que la primera dispensación de Cristo terminará y simultáneamente se consumará en una nueva, una segunda revelación. Los bahá’ís creen que esto ocurrió con la venida de Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, quien escribió:

En esta poderosísima Revelación, todas las Dispensaciones del pasado han alcanzado su más elevada consumación final… Los signos de Dios brillan tan manifiestos y resplandecientes como el sol…

Cristo sí asocia una historia destructiva con la promesa de su retorno. En Mateo 24:37 dijo:

Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio… no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.

Pero, de nuevo, los bahá’ís ven la historia del arca de Noé como un intento de advertir a sus vecinos sobre una inundación que se avecinaba; pero no una inundación literal, sino una inundación de incredulidad. Noé fue ignorado y se burlaron de él; lo que significa que con el regreso de Cristo, la gente también le ignorará y se burlará de él cuando les advierta del peligro inminente. 

Esta comprensión metafórica, en lugar de una interpretación literal de las advertencias de Cristo, también se alinea con la noción de que Cristo regresará como un ladrón en la noche, y entrará en la casa sin el conocimiento de los que viven allí.

Los bahá’ís creen que todo esto ha ocurrido en la revelación de Bahá’u’lláh, quien escribió:

Que vuestro interés principal sea rescatar al caído de la ciénaga de la extinción inminente y ayudarle a abrazar la antigua Fe de Dios… Y cuando llegue la hora señalada, aparecerá súbitamente aquello que hará temblar los miembros del cuerpo de la humanidad. Entonces, y sólo entonces, será desplegado el Estandarte Divino, y el Ruiseñor del Paraíso gorjeará su melodía.

Así pues, la noción de una futura calamidad seguida de una época de paz no es ajena a los bahá’ís. En consecuencia, los esfuerzos de los bahá’ís del mundo se centran en compartir el mensaje unificador de Bahá’u’lláh y en construir un nuevo sistema de gobierno mundial pacífico que garantice la supervivencia espiritual de la humanidad.

¿Qué hay del Rapto y del hecho de que todo ojo verá a Cristo cuando regrese? Aunque la palabra rapto no aparece en la Biblia, 1 Tesalonicenses 4:16-17 sí lo afirma:

Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.

Para los bahá’ís, quienes consideran las escrituras sagradas más simbólicas que literales, este concepto de ser arrebatado con Dios en el aire se asemeja a una resurrección espiritual: para quienes descubren la segunda venida de Cristo en Bahá’u’lláh, estarán con él espiritualmente mientras vivan en la Tierra. Por ejemplo, Bahá’u’lláh afirma«… vosotros sois los primeros en ser creados de nuevo por Su Espíritu», y «Una vez que el buscador haya ascendido a este grado, entrará en la Ciudad del Amor y del Embeleso… En esta etapa el buscador queda tan abrumado por los raptos del anhelo y las fragancias de la añoranza que no distingue la diestra de la siniestra, ni ve diferencia entre la tierra y el mar o el desierto y la montaña»

Pero, ¿no sabríamos todos que Cristo ha regresado, como dice el Apocalipsis: «He aquí quien viene con las nubes, y todo ojo le verá…»?

No, no necesariamente lo sabríamos todos. Varios otros pasajes bíblicos afirman que el regreso de Cristo sería velado, por ejemplo: «… una nube lo ocultó de su vista…» en Hechos 1:3-11; y «… porque viendo no ven…» en Mateo 13:13-15. 

Esencialmente, cuando miramos la definición hebrea de la palabra «nube», encontramos que significa «una cubierta», porque las nubes oscurecen y cubren el cielo. La palabra se utiliza como símbolo de la presencia divina, indicando el esplendor de esa gloria que oculta. Mientras que los ojos internos de todas las almas humanas se refrescan con las efusiones de la nueva revelación de Dios, nuestros ojos externos parecen estar nublados. Bahá’u’lláh escribió:

Cierra un ojo y abre el otro. Cierra uno al mundo y todo lo que hay en él, y abre el otro a la sagrada belleza del Amado… La Mano del poder divino de seguro levantará el velo y expondrá a la vista de los hombres aquello que alegrará y alumbrará los ojos del mundo.

Por último, ¿cómo entendemos el periodo de tribulación predicho y el «reinado milenario»?

Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. (Mateo 24:21)

E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. (Mateo 24:29)

Para los bahá’ís, los signos asociados a esta tribulación bíblica son alegóricos, pero puede entenderse que el propio período de tribulación anuncia, acompaña y/o sucede a la hora señalada de una nueva revelación.

Mientras que las continuas tribulaciones del mundo son claramente desgarradoras y dolorosas, ya sea como una realidad existente o una condición futura, el «reino milenario», por otro lado, describe un período de paz en la Tierra durante 1.000 años bajo el reinado de Cristo. Apocalipsis 20:4 señala esto cuando dice: «… y vivieron y reinaron con Cristo mil años».

Este concepto de un reinado milenario es paralelo a la concepción bahá’í en algunos aspectos. Bahá’u’lláh dijo que su revelación duraría un mínimo de mil años, y el sistema de principios y leyes espirituales que Bahá’u’lláh reveló proporcionan un marco para un reinado milenario de paz. Bahá’u’lláh escribió:

No penséis que os hemos revelado un mero código de leyes. Antes bien, hemos roto el sello del Vino selecto con los dedos de la fuerza y del poder… La vida ordenada de la humanidad ha sido revolucionada por medio de este Sistema único y maravilloso, nada semejante al cual jamás han presenciado ojos mortales.

Una carta reciente de la Casa Universal de Justicia, el órgano de dirección mundial de los bahá’ís del mundo elegido democráticamente, habla directamente de la naturaleza de este proceso, que los bahá’ís creen que algún día conducirá a una era sin precedentes de unidad y paz humanas:

Nadie puede prever con precisión el curso que las fuerzas de desintegración están destinadas a tomar, las convulsiones violentas que todavía asaltarán a la humanidad en esta época de dolores de alumbramiento, o los obstáculos y oportunidades que puedan surgir hasta que el proceso alcance su culminación en la aparición de esa Gran Paz que señalará la llegada de la etapa en que, reconociendo la unidad y la integridad de la humanidad, las naciones habrán de «abandonar las armas de guerra y adoptar los instrumentos de la reconstrucción universal».

Sin embargo, los bahá’ís no se quedan sentados esperando a que llegue esta paz prometida. Los bahá’ís del mundo están trabajando activamente, basándose en el nuevo plan de Bahá’u’lláh, para construir la infraestructura y el sistema que nutrirá, desarrollará, protegerá y garantizará la paz mundial y la armonía humana.

Algunos podrán decir que los bahá’ís están construyendo el Arca.

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