Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Todos en algún momento hemos experimentado momentos de ira y probablemente nos hemos preguntado, una vez que nos calmamos, ¿qué podemos hacer para controlarla y superarla?
Eckhart Tolle escribió en El poder del ahora: “Donde existe ira, existe siempre un dolor escondido”. Entonces ¿cómo debemos lidiar con ese dolor que vive nuestros corazones y almas que nos induce a la ira? ¿Cómo encontrar maneras de librarnos de aquellas heridas que hemos sufrido?
A través de la historia, la religión nos ha ofrecido sugerencias excelentes:
“Conquista al enfadado no enfadándote; conquista a los malos con la bondad; conquista al tacaño con la generosidad, y al mentiroso al decir la verdad”. – Buda, El Dhammapada, verso 223.
“Una persona enojada es fea y duerme mal. Algún beneficio que se haya podido obtener, se convierte en una pérdida, si se ha conseguido causando daño con palabras y hechos. Una persona abrumada por la ira destruye su riqueza. Enloquecido de ira, destruye su estado. Sus parientes, amigos y colegas lo evitan. La ira trae pérdida. La ira inflama la mente … Un hombre conquistado por la ira se encuentra en una masa de oscuridad. Se complace en las malas acciones como si fueran buenas, pero más tarde, cuando su enojo se va, sufre como quemado con fuego. Él está arruinado, oculto, como fuego envuelto en humo. Cuando la ira se propaga, cuando un hombre se enoja, no tiene vergüenza, no tiene miedo al mal, no es respetuoso en el habla. Para una persona vencida por la ira, nada ilumina”. – Buda, Kodhana Sutta.
“No te apresures en tu espíritu a enojarte, porque el enojo se anida en el seno de los necios”. – Eclesiastés 7: 9.
Si un hombre está bajo la influencia de la ira, su conducta no será correcta. – Confucio.
El lento para la ira tiene gran prudencia, pero el que es irascible ensalza la necedad… ¿quién está en error? Él quien somete sus inclinaciones perversas, como está manifestado “mejor es el que es lento para la ira que el poderoso, y el que domina su espíritu que el que toma una ciudad”. Proverbios 14:29, 16:32.
Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio… – Mateo 5:21.
Un hombre le dijo al Profeta: «¡Aconsejadme! «El Profeta dijo:» No te enfades ni te pongas furioso «. El hombre preguntó (lo mismo) una y otra vez, y el Profeta dijo en cada caso: «No te enfades ni te enojes». – De “Muslim Bukhari Hadiths”, número 127.
La ira y la intolerancia son los enemigos gemelos del entendimiento correcto. – Gandhi
Pueden ver el problema aquí, todos cargamos dolor de heridas y sufrimientos pasados, es así como esto luego se expresa en ira. Además, en la parte más antigua de nuestros cerebros de mamíferos, contamos con un innato mecanismo construido de ira y el enojo, pero cada gran religión nos advierte de no utilizarlo contra otros.
Las enseñanzas bahá’ís nos brindan un poco de claridad sobre esta interrogante:
«El corazón que reciba una porción de la gracia del Espíritu se vuelve santificado, bueno y puro, es decir, la realidad del hombre se purifica y santifica de las impurezas del mundo de la naturaleza, a saber, malas cualidades como la ira, la lujuria, la mundanidad, el orgullo, la falsedad, la hipocresía, el engaño, el egoísmo y otras más. El hombre no puede librarse del ardor de las pasiones carnales si no es con la ayuda del Espíritu Santo». – ’Abdu’l-Bahá, Contestaciones a unas preguntas, p. 103-104.
Las enseñanzas bahá’ís dicen que la mejor receta para aliviar el dolor y la ira es volvernos hacia el lado espiritual de la vida. Estas dicen que es cuando nuestros corazones y almas buscan una conexión con esa realidad espiritual que podemos aprender a trascender nuestras tendencias animalistas y transformar los impulsos de nuestra naturaleza inferior por fines más elevados y constructivos. En su Libro Más Sagrado, Bahá’u’lláh nos aconseja no perder el temperamento y no enojar a nuestros vecinos. ‘Abdu’l-Bahá nos pide a cada uno de nosotros que nos volvamos hacia nuestro Creador y nos esforcemos por convertirnos en almas santas, libres de la ignorancia, la ira y el enojo, para que podamos descubrir la realidad de nuestra unidad.
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