Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
¿Cómo pueden las personas y organizaciones religiosas alinear su capital financiero para lograr un mundo mejor?
A mediados y finales de 1800, Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe bahá’í, proclamó: “Cada época tiene su propio problema y cada alma su aspiración particular. El remedio que el mundo necesita para sus aflicciones actuales no puede ser nunca el mismo que el que pueda requerir una edad siguiente. Preocupaos fervientemente con las necesidades de la edad en que vivís y centrad vuestras deliberaciones en sus exigencias y requerimientos”.
Cuando reflexionamos, consideramos y ponderamos estas palabras, podemos identificar una serie de problemas actuales. Uno en particular, que ha acelerado desde la revolución industrial, es el cambio climático. Otro que es antiguo pero obstinadamente persistente es el racismo y el tribalismo. En 2017, la Casa Universal de Justicia, el órgano rector mundial del sistema administrativo bahá’í elegido democráticamente, emitió un poderoso recordatorio y un llamado a la acción: “Cada escogencia de un bahá’í ―como empleado o empleador, productor o consumidor, prestatario o prestamista, benefactor o beneficiario― deja una huella, y el deber moral de vivir una vida coherente exige que las decisiones económicas de uno estén en concordancia con ideales elevados, que la pureza de los propósitos de uno vayan acompañados de la pureza de sus acciones para lograr esos propósitos”.
Los grupos religiosos de todo el mundo están participando en una serie de acciones orientadas en la comunidad para abordar estos problemas. Desde la enseñanza a la juventud hasta la organización de círculos de meditación, aquellos que se inspiran en las enseñanzas divinas tienen un papel esencial que desempeñar para acercar a la humanidad a su potencial de unidad y regeneración, en contraposición a la prosperidad extractiva.
También pueden hacer coincidir las acciones con los objetivos al alinear el motor de la economía -el del dinero- con resultados sociales, ambientales e intergeneracionales positivos. Los depósitos bancarios individuales e institucionales, no importa cuán pequeños sean, se apalancan para invertir en actividades que hacen una de dos cosas: dañar o ayudar a las comunidades y a nuestro medio ambiente.
Hay al menos tres fuentes de iniciativas terceras, certificaciones y organizaciones de membresía que pueden ser una fuente de instituciones bancarias sostenibles: la Alianza Global para la Banca de Valores (GABV), las Corporaciones Certificadas B y la campaña estadounidense Bank for Good.
La Alianza Global para la Banca de Valores es una red de líderes bancarios de todo el mundo comprometidos con el avance del cambio positivo en el sector bancario. Su objetivo colectivo es «cambiar el sistema bancario para que sea más transparente, apoye la sostenibilidad económica, social y ambiental, y esté compuesto por una diversa gama de instituciones bancarias al servicio de la economía real».
Las Corporaciones Certificadas B son negocios, incluyendo instituciones financieras, que cumplen con estándares de desempeño social y ambiental verificados, transparencia pública y responsabilidad legal para equilibrar las ganancias y el propósito. Las Corporaciones B están «acelerando un cambio de cultura global para redefinir el éxito en los negocios y construir una economía más inclusiva y sostenible».
Hay más de 5.000 bancos y más de 5.000 cooperativas de crédito en los Estados Unidos, y por lo tanto muchas opciones sostenibles y alineadas con la fe. Estos depósitos están asegurados por la Corporación Federal de Seguros de Depósitos o la Administración Nacional de Cooperativas de Crédito. Bank for Good, una campaña que alienta a la gente a realizar operaciones bancarias con bancos que respetan el clima y que además son buenos bancos, ha creado una base de datos fácil de usar de bancos y cooperativas de crédito que son amigables con el planeta y la gente.
La comunidad bahá’í ha comenzado a tomar medidas para alinear la banca con las exigencias de nuestra época y prestar atención al recordatorio de la Casa Universal de Justicia de que hay que ajustar la acción a los objetivos. Por ejemplo, las Asambleas Espirituales Locales de Redwood City y Oakland en California han trasladado sus depósitos y negocios a bancos sostenibles, eligiendo el Beneficial State Bank, una institución financiera de desarrollo comunitario que está certificada por la B Corp, miembro de la GABV, y que figura en la iniciativa del Bank for Good. Al hacer esto, están en buena compañía: más de 400 instituciones de fe se han deshecho de los combustibles fósiles y han alineado su dinero con una economía regenerativa.
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