Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
No existe un misterio más grande que la vida después de esta; sin embargo, como la mayoría de los misterios, tenemos algunos indicios sobre la naturaleza de esa vida futura.
Las enseñanzas de todas las grandes religiones se refieren a la existencia del alma humana y su viaje a través de este mundo y los mundos por venir. Los escritos bahá’ís nos dan más pistas, indicios e ideas sobre qué esperar. En esos escritos, obtenemos suficiente conocimiento en esta vida para ayudarnos a prepararnos para la próxima. Aprendemos que el más allá, depende en gran medida del aquí y ahora.
El descubrimiento completo sobre la vida en el mundo más allá no es posible ni deseable. Esa vida, nos dicen las enseñanzas bahá’ís, es imposible de entender. Incluso si pudiéramos entenderla, toda esta información despertaría un deseo tan grande de experimentar ese reino para tentar al suicidio, como afirma Bahá’u’lláh:
Si se le dijera a alguien lo que ha sido ordenado para tal alma en los mundos de Dios, el Señor del trono de lo alto y de aquí en la tierra, todo su ser se inflamaría instantáneamente en su gran anhelo por alcanzar aquella exaltadísima, santificada y resplandeciente estación. – Bahá’u’lláh, Pasajes de los Escritos de Bahá’u’lláh, pág. 49.
Realmente saber es hacer. El conocimiento debe servir como guía para acciones iluminadas. Sin progresar con lo que sabemos, ese conocimiento se vuelve inútil, si no produce resultados. Aunque esto se aplica como principio general, es especialmente cierto cuando se trata de la necesidad de que cada uno de nosotros se prepare para el mundo más allá.
Lo que cada uno de nosotros hace en el presente, de hecho, afecta nuestro futuro, no solo en esta vida, sino también en la otra vida. Aunque hay un mundo de diferencia, el más allá, después de todo, representa una continuación de esta vida. Esto nos da una razón más para pensar en ese mundo mientras todavía vivimos en el mundo actual.
Si uno de los propósitos principales de la vida es el progreso espiritual, lo mismo se aplica en la vida venidera. Las dos están relacionadas, de hecho, íntimamente interrelacionadas, ya que la calidad de la vida futura depende, en gran medida, de la calidad de esta vida terrenal.
El progreso material tiene sus méritos y deméritos, pero las enseñanzas bahá’ís definen el progreso espiritual no solo como el crecimiento de la conciencia espiritual, incluyendo al amor y el «miedo» de Dios (en un sentido positivo de lo que no se debe hacer), sino también como la adquisición de virtudes piadosas, que se expresen en buenas obras, en el camino del servicio a los demás, y en el interés por ayudar al avance de la civilización, en la medida en que cada uno de nosotros pueda contribuir con nuestra parte, mostrando lo mejor de nuestras habilidades dadas por Dios.
El progreso en el mundo más allá, según las enseñanzas bahá’ís, depende de: (1) la gracia y la generosidad de Dios; (2) la intercesión y las oraciones de otras almas humanas; (3) contribuciones significativas y obras de caridad que se ofrezcan en el nombre [de aquella alma]; y (4) descubrimientos experimentados por el alma.
1) La gracia y la generosidad de Dios: Abdu’l-Bahá explicó, en respuesta a la pregunta «¿con qué medios cuenta el espíritu humano o alma racional para realizar sus progresos?»:
Después de la ruptura de su relación con ese cuerpo hecho de polvo, el progreso del espíritu humano en el mundo divino se produce solamente ya sea por la munificencia y la gracia del Señor, ya sea por la intercesión y las oraciones sinceras de otras almas, ya sea por medio de la caridad y de las buenas obras de importancia realizadas en su nombre. – Abdu’l-Bahá, Contestaciones a unas preguntas, pág. 293.
Aquí, las formas en que el alma es asistida en este progreso son por la gracia de Dios, por la intercesión del Concurso en lo alto y las oraciones de la gente aquí en la Tierra, y / o ofrendas o hechos filantrópicos hechos en memoria del fallecido, no se explica cómo ocurre esto. En cierto sentido, el «cómo» no es tan importante como el «por qué». Después de todo, lo que cuenta es el progreso, no cómo ocurre.
2) La intercesión y las oraciones de otras almas humanas: Todos podemos orar por el progreso espiritual de las almas difuntas, y las enseñanzas bahá’ís dicen que la oración ayuda a esas almas a avanzar espiritualmente en el mundo más allá.
3) Contribuciones significativas y obras de caridad que se ofrezcan en su nombre [de aquella alma]: Esta es la tercera forma en que se puede ayudar al progreso espiritual de un alma difunta. En respuesta a una pregunta, Bahá’u’lláh afirma que el alma se regocija en el presente por el bien que se hace tanto en el pasado como en el presente:
Tras abandonar el cuerpo, es decir, después de que el alma haya sido separada del cuerpo, parte presurosa a la morada del más allá…
Ciertamente, Nos decimos: «El alma se alegra con las buenas obras y aprovecha de las contribuciones hechas en el camino de Dios». – Bahá’u’lláh, El tabernáculo de la unidad, pág. 40.
En el más allá, el alma se regocija al contemplar acciones y contribuciones pasadas realizadas aquí en la Tierra, pero también se regocija en buenas acciones y contribuciones, también realizadas aquí en la tierra, pero en nombre y memoria de esa alma difunta. Presumiblemente, esa felicidad impartida al alma de alguna manera ayuda a su progreso, aunque no sabemos cómo.
4) Descubrimientos experimentados por el alma: esta es la cuarta forma en que se puede contribuir al progreso espiritual de un alma difunta, de acuerdo con la siguiente declaración de Abdu’l-Bahá:
Por lo que respecta a tu pregunta acerca de los descubrimientos que hace el alma después que ha dejado su forma humana: ciertamente, aquel mundo es un mundo de percepciones y descubrimientos, ya que será alzado el velo interpuesto y el espíritu humano mirará a las almas que están por encima, por debajo y a la par de él. Es similar a la condición de un ser humano en la matriz, donde sus ojos están velados y todas las cosas están ocultas para él. Una vez que ha nacido del mundo uterino y entra en esta vida, encuentra que, en relación con el mundo de la matriz, éste es un lugar de percepciones y descubrimientos, y observa todas las cosas con su ojo exterior. Del mismo modo, una vez que haya dejado esta vida, verá en aquel mundo todo lo que aquí estaba oculto para él: pero allí mirará y comprenderá todas las cosas con su ojo interior. Allí mirará a sus semejantes y sus pares, y a aquellos de rango superior a él y de rango inferior a él. – Abdu’l-Bahá, Selecciones de los Escritos, pág. 229.
Las «percepciones y descubrimientos» del alma presumiblemente ayudan en el progreso espiritual de esa alma.
Además del artículo anterior («¿Qué haremos en el mundo más allá?» Parte 3 de la serie: El mundo más allá), tenga en cuenta también que el mundo más allá también es parte de este mundo, pero está oculto a nuestro alcance y percepción:
Aquellas almas que son puras e inmaculadas, al disolverse su armazón elemental, parten hacia el mundo de Dios, y ese mundo está dentro de este mundo. Sin embargo, las gentes de este mundo son inconscientes de aquel mundo, y son como el mineral y el vegetal que nada conocen acerca del mundo animal y del mundo del hombre. – Ibid., pág. 260.
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