Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Alguien me preguntó recientemente: «Si el Prometido ha llegado, ¿no se supone que trae consigo el reino de los cielos a la Tierra? ¿Dónde está?».
Es una buena pregunta, especialmente en medio de lo que parece ser una época muy oscura y problemática. Pero me complace poder responder que, sí, el Reino de los Cielos está, de hecho, aquí en la Tierra ahora.
Yo vivo en él.
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Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe bahá’í, anunció su llegada en 1863 e invitó a todos a participar en ella. Aquí, en su mensaje al Papa, Bahá’u’lláh invitó a los cristianos del mundo: “¡Oh seguidores del Evangelio! ¡Preparad el camino! ¡El Día del advenimiento del Glorioso Señor está muy cerca! Preparaos para entrar en el Reino”.
Siguiendo sus enseñanzas, la comunidad mundial bahá’í ha establecido este reino.
El reino está formado por personas de todas las razas, clases, orígenes religiosos y edades, que viven en armonía entre sí porque todos reconocemos que somos, ante todo, seres espirituales, es decir, que todos somos hijos de Dios. Nuestras diferencias son vistas como fuente de belleza e interés, no como causa de división y odio.
Es un reino en el que prevalece la amabilidad, en el que se prohíben estrictamente los chismes y las murmuraciones, en el que se valoran y fomentan las buenas cualidades de las personas en lugar de amplificar las malas.
Es un reino en el que todas las gloriosas verdades espirituales enseñadas por todos los santos mensajeros de Dios se entienden en armonía, mientras que el dogma hecho por el hombre se ha dejado atrás.
Es un reino en el que las gloriosas verdades tanto de la religión como de la ciencia se entienden en armonía entre sí.
Es un reino en el que la autoridad recae en grupos elegidos de voluntarios y no en clérigos pagados. Estos grupos están capacitados para aplicar los principios espirituales en un proceso consultivo de toma de decisiones y se esfuerzan por eliminar los efectos nocivos del ego, porque las ideas ya no pertenecen a ningún individuo, sino al grupo.
Es un reino iluminado por la luz de la gloria de Dios y que recibe regularmente la guía de lo alto, de acuerdo con sus indicaciones reveladas.
Es un reino en el que el deseo de cosas materiales ha sido sustituido por el deseo de cualidades espirituales. Es un reino en el que todos dan una parte de su riqueza para aliviar a los pobres entre ellos.
Es un reino en el que el miedo a la muerte ha sido sustituido por el conocimiento seguro de una vida mucho más amplia más allá de este mundo, un reino en el que la muerte se entiende como una mera separación temporal de los amigos y familiares.
Es un reino que se regocija en el conocimiento de que las promesas de Dios, que se encuentran en todas las escrituras del pasado, sobre la venida de Su Elegido y la renovación de Su Alianza, se han cumplido.
Dentro de este reino se encuentra el Árbol de la Vida, cuyas hojas son, como nos dicen los escritos bahá’ís, «para la curación de las naciones«.
Dado que vivo en este reino, puedo viajar a todos los países del mundo y, a pesar de sus diferentes formas culturales, puedo encontrar gente que me acoge como un hermano. El reino es pequeño, pero está creciendo. Sus miembros están de pie en las puertas, listos para acoger a la gente que llega.
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Lo más sorprendente de este reino es esto: sus puertas están abiertas de par en par. Todo el mundo puede subir y entrar en él. Todo lo que uno necesita hacer, para ascender a este Reino de los cielos en la tierra, es estar dispuesto a desprenderse – dejar ir aquellas cosas que pertenecen al reino mundano de abajo, al que la mayoría de la gente todavía se aferra tan intensamente.
Aunque miro con compasión a todos los que ahora sufren y comparto sus penas, no comparto su desesperación, pues sé que este reino perdurará.
Bahá’u’lláh escribió: «Limpiad vuestros corazones de toda suciedad terrenal, y apresuraos a entrar en el Reino de vuestra Señor, Creador del cielo y de la tierra”.
En efecto, el reino de los cielos en la Tierra ha llegado. Y este acoge y transforma a todos los que desean entrar.
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