Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Siempre me he preguntado, ¿cómo personas que soportaron las situaciones más difíciles, pudieron superar el dolor y la humillación y terminaron convirtiéndose en influencias positivas en sus comunidades? ¿De dónde sale esta fortaleza emocional? La historia de la humanidad tiene infinidad de ejemplos al respecto. Héroes de su tiempo que contribuyeron a que la sociedad avance. Biografías humanas que nos dejaron pruebas de esa capacidad del ser humano para afrontar las adversidades. Pues, la realidad es que, en distintos grados y formas, todos los seres humanos afrontamos pruebas y dificultades en el transcurso de nuestras vidas, por eso aprender a desarrollar fortaleza emocional puede resultar vital para uno mismo y para mejorar nuestro entorno.
Como todos los que pasamos por este mundo, he tenido que recuperarme de situaciones muy dolorosas. He comprobado en carne propia que todos los seres humanos somos vulnerables a cualquier imprevisto: una enfermedad, la muerte de un ser amado, el hecho de ser un espectador del sufrimiento en el mundo, e incluso algunas personas pueden ser nuestros más grandes desafíos. Muchas situaciones pueden desencadenar sentimientos muy dañinos y hacernos caer en la depresión, pero es posible aprender a superar cada una de las cosas que no podemos cambiar, y tomar el control de nuestras emociones y de nuestra vida. Personalmente he encontrado un camino muy sencillo.
Primero me fue necesario comprender la relación que existe entre la mente, el alma y el espíritu. Para probar el poder de la mente, basta ser testigos de cómo podemos acumular conocimientos, memorizar ideas, y realizar descubrimientos. Del mismo modo el alma, que es el poder que anima nuestro cuerpo y es el receptáculo de las virtudes humanas, también es influenciada por el poder de la mente, un pensamiento puede ser capaz de acercarnos al egoísmo o a la bondad. El poder del espíritu, es el que nos revela las realidades divinas y los misterios universales y es el que le da la vida a la mente, puede ser influenciado por los pensamientos también. ¿entonces cómo utilizamos este poder a nuestro favor?
«…Pero la mente es un poder del espíritu humano. El espíritu es la lámpara, la mente es la luz que brilla desde la lámpara. El espíritu es el árbol, y la mente es el fruto. La mente es la perfección del espíritu y es su cualidad esencial, como los rayos del sol son la necesidad esencial del sol».- Abdu’l-Bahá, Contestación a unas preguntas, pág. 257.
A pesar que el poder del pensamiento puede ser imperceptible por los sentidos, si alguna vez hemos logrado materializar algo que pensamos y visualizamos primero, entonces hemos podido probar esa parte mística de la mente. En mi experiencia he logrado comprobar el poder y resultado de mis pensamientos, y cómo han terminado afectando mi plano material. Valiéndome de estas experiencias pude definir la responsabilidad individual que uno tiene para crear sus propias estructuras mentales, y la capacidad que tenemos para filtrar nuestros pensamientos y conservar aquellos que sean para nuestro beneficio.
A pesar de que pueda ser muy complicado entender cómo funcionamos internamente es fácil deducir que la mente solo puede reutilizar los pensamientos e ideas que tiene archivados, y eso es lo que atraemos, por eso no vale tener pensamientos negativos, ni tenerle miedo al futuro. Lo mejor que podemos hacer es prestar atención a toda la información que estamos haciendo ingresar, y qué ideas necesitamos depurar. Si supiéramos que poseemos un poder oculto en nuestros pensamientos, seguramente tendríamos más cuidado con lo que pensamos.
«La realidad del ser humano es su pensamiento, no su cuerpo material. La fuerza del pensamiento y la fuerza animal son compañeras. Aunque el ser humano es parte de la creación animal, posee un poder de pensamiento superior al de todos los demás seres creados». – Abdu’l-Bahá, La Sabiduría de ‘Abdu’l-Bahá, Conferencias de París – 1911, pág. 20 – 21.
La primera vez que experimenté el poder de mis pensamientos, empecé a prestar atención a todas las investigaciones y descubrimientos acerca de este tema, aunque si bien es cierto, existen muchos estudios al respecto, nadie puede comprender cómo controlar los poderes de la mente. Sin embargo, encontré que sí tenemos la capacidad de reeducar nuestra mente, crear un marco conceptual por el cual regirnos y aprender a escoger nuestros pensamientos; eso ya era bastante para comenzar. Así que empecé a ejercitar una fórmula. Ante cada situación adversa, empecé a imponer un pensamiento positivo casi automáticamente. Como dicen los escritos baha’ís: «Un pensamiento de odio debe ser destruido por uno más grande de amor” – La Sabiduría de Abdu’l-Bahá, pág. 38. Por supuesto, en algunas situaciones es muy difícil; sin embargo, encontré un camino más sencillo a través de la oración y la meditación.
A través de la oración, uno puede conectarse con su verdadera esencia espiritual, puede pedir, suplicar a Dios, y alimentar el alma y la mente con pensamientos elevados que nos permitan desarrollarnos espiritualmente. Y a través de la meditación podemos entrar en un estado de reflexión, que nos permita encontrar respuestas a nuestras oraciones y prepararnos para aceptar la voluntad de Dios. Cuando meditamos, podemos reflexionar acerca de algo que sea importante para nosotros, llegar a una conclusión y luego aplicarlo en nuestra vida. Podemos meditar, por ejemplo, acerca del mundo, de lo que nos está pasando o de los escritos sagrados, pero siempre libre de supersticiones y usando nuestro propio entendimiento. Otra técnica que empecé a utilizar fue la de la memorización de algunas citas que luego pudiera reutilizar como pensamiento positivo automático ante cualquier imprevisto. Como esta por ejemplo: “Si te llegare la prosperidad, no te regocijes, y si te sobreviniere la humillación, no te acongojes, pues ambas pasarán y dejarán de ser”. – Bahá’u’lláh, Las Palabras Ocultas, pág. 9.
“La meditación es la llave que abre la puerta de los misterios. En ese estado el hombre se abstrae; se aleja de todos los objetos que le rodean; en ese estado subjetivo se sumerge en el océano de vida espiritual y puede descubrir los secretos de las cosas en sí”. –
Abdu’l-Bahá, La Sabiduría de Abdu’l-Bahá, p. 212.
Revisando muchos casos de personas excepcionales en la historia de la humanidad pude encontrar que el denominador común siempre es el servicio, el ofrecer ayuda y bienestar a otros nos fortalece emocionalmente. El mismo acto de servicio se refleja como un espejo en uno mismo. Y esto es algo que la misma ciencia apoya, muchas investigaciones científicas han determinado que los actos de bondad son generadores de dopamina, la hormona de la felicidad. Ese es otro misterio que pocos han descubierto.
Tristemente la sociedad actual nos enseña a competir más en vez de a cooperar más, por eso sabiamente se nos ha exhortado en los escritos a ser los únicos responsables de nuestra educación espiritual, a investigar individualmente la realidad de las cosas, a ver con nuestros propios ojos y escuchar con nuestros oídos espirituales, a desarrollar nuestras cualidades y descubrir nuestros poderes.
Un acto de servicio, por más pequeño que sea, es una inversión que no se pierde. Al contrario, nos regresa a nuestro estado natural de nobleza y compasión, y nos ayuda a escapar del materialismo. Al mismo tiempo, sirve como el campo de entrenamiento para desarrollar las virtudes y poderes que son inherentes del alma humana.
Con esto en mente uno aprende a expandir su visión del mundo y acrecentar su confianza en Dios y la aceptación de su voluntad como el mejor resultado posible. Cualquiera sea la situación que estemos afrontando, si paramos un momento a reflexionar y miramos de izquierda a derecha, podemos ser testigos que todos los seres humanos sin distinción tenemos la capacidad de salir adelante y avanzar. Solamente necesitamos equiparnos con las herramientas necesarias, empezando por nuestra salud espiritual y nuestro mundo interior. Cuando empezamos a alinear nuestra voluntad con la voluntad de Dios, empieza a crecer en la mente una gran esperanza y confianza en el futuro. Con esa confianza es más fácil crear pensamientos positivos y luego llevarlos a la acción de alguna manera.
«Si algún hombre ponderase en su corazón lo que la Pluma del Altísimo ha revelado y gustase su dulzura, ciertamente, se hallaría vaciado y liberado de sus propios deseos, y sería enteramente servil a la Voluntad del Todopoderoso. Feliz es el hombre que ha alcanzado tan elevada posición y no se ha privado de tan munífica gracia». – Bahá’u’lláh, Pasajes de los Escritos, pág. 180.
Este camino de aprendizaje es infinito, y nadie sabe qué pruebas tendremos que afrontar en el transcurso de nuestras vidas, pero cuando logramos mantenernos en armonía internamente, las implicaciones del universo son increíbles. La comunidad bahá’í en todo el mundo ofrece programas y capacitaciones para prestar servicio en nuestros propios vecindarios y todas las personas están invitadas y bienvenidas a participar de estas iniciativas. De modo que, a pesar de que existan algunos imprevistos o situaciones de los que parezca difícil salir, en realidad solo necesitamos conectarnos con nuestra verdadera esencia y dejar que esa maravillosa fuerza creativa nos guíe.
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