Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Servir voluntariamente en las actividades impulsadas por la comunidad bahá’í, me ha dado un nuevo sentido de propósito.
Desde que tengo memoria recuerdo a mis padres llevándonos a mis hermanas y a mí a diferentes comunidades en nuestro país, enseñándonos por medio de su ejemplo el significado de ofrecer un servicio a otros. Recuerdo visitas a zonas rurales pequeñas con casas muy sencillas y personas muy humildes, donde observaba a mis padres junto con un grupo de amigos hablando con los miembros de esas poblaciones como si fueran amigos de toda la vida, escuchándolos y viendo la forma de enseñarles cómo desarrollar sus capacidades para ponerlas al servicio de su propia comunidad.
Esas experiencias más adelante tomaron mucho más valor para mí cuando entendí que lo que los motivaba, y lo que en la actualidad motiva a muchas personas más en todo el mundo, era simplemente un amor genuino por la humanidad y la convicción en la siguiente afirmación:
“El mejoramiento del mundo puede ser logrado por medio de hechos puros y hermosos, por medio de una conducta loable”. – Bahá’u’lláh, citado por Shoghi Effendi en El Advenimiento de la Justicia Divina, pág. 25.
Esa cita tiene varias implicaciones, sin embargo, quiero resaltar dos cosas: una es que mejorar el mundo no es algo imposible, y la otra, es que menciona explícitamente que los hechos puros pueden generar un cambio. Esto implica que la única motivación detrás de esas acciones debe ser un deseo desinteresado de contribuir a la suerte de la humanidad.
Esto es algo que he visto representado en los esfuerzos de todos los que participan en los proyectos de servicio propuestos por la comunidad bahá’í y es uno de los elementos que más me motivan a hacer parte de ese movimiento, pues iniciativas de esta naturaleza tristemente parecen a veces utópicas en una sociedad donde en muchos casos vemos intenciones ocultas detrás de proyectos sociales.
Ser parte de algo así me ha ayudado a ver los problemas del mundo con un poco más de esperanza, pues esto es en realidad lo que la humanidad necesita. Por supuesto no es sencillo ver los problemas que enfrentamos como raza humana como el cambio climático, las tensiones políticas entre gobiernos, las injusticias socioeconómicas que sufren las minorías, entre otros, y aún así tener fe de que el destino de la humanidad será diferente a lo que ahora podemos divisar.
Con lo que he mencionado no pretendo decir que nuestra especie no sufrirá por las crisis que afronta, de hecho, actualmente muchos viven las consecuencias de esos problemas. Esto es en cierta medida necesario para que las masas se vuelvan conscientes de la necesidad de cambiar y unificarse para erradicar esos problemas. La Casa Universal de Justicia, la máxima institución de la comunidad bahá’í mundial mencionó lo siguiente al respecto:
“[..] Ninguna fuerza humana puede detener la unificación de la humanidad; las promesas hechas por los profetas de antaño y por el propio Autor de la Causa de Dios son testimonio de esta verdad. Sin embargo, el camino que la humanidad tome para llegar a su destino puede ser tortuoso. El tumulto provocado por los pueblos enfrentados de la tierra amenaza con ahogar las voces de esas almas nobles de cada sociedad que piden el fin de los conflictos y las luchas. Mientras esa llamada sea desatendida, no hay razón para dudar que el estado actual de desorden y confusión del mundo empeore —posiblemente con consecuencias catastróficas— hasta que una humanidad escarmentada estime oportuno dar otro paso significativo, esta vez quizás decisivo, hacia una paz duradera.” – Casa Universal de Justicia, pág. 2, Carta dirigida a los bahá’ís del mundo del 18 de enero de 2019.
Algo interesante del concepto de servicio que nació en la comunidad bahá’í, basado en los principios promovidos por su Fundador, es que admite la participación de cualquiera que tenga el deseo de realizar un cambio en la humanidad, independientemente de su forma de pensamiento o creencia. Esta visión ha dado paso al desarrollo de varias fundaciones y proyectos de acción social alrededor del mundo. Por esto es que actualmente miles de personas que no son bahá’ís participan y apoyan proyectos de servicio inspirados por la Fe bahá’í en diferentes comunidades alrededor del mundo voluntariamente.
La razón que nos motiva a los que emprendemos estos esfuerzos, seamos o no bahá’ís, es la consciencia de que es posible realizar un cambio, de hecho, de que es nuestro deber trabajar por ello:
“Preocupaos fervientemente de las necesidades de la edad en la que vivís, y centrad vuestras deliberaciones en sus exigencias y requerimientos”. – Bahá’u’lláh, El tabernáculo de la unidad, pág. 22.
Recientemente en Holanda, durante la apertura de la celebración del Día del Príncipe que marcó el año nuevo parlamentario, Namara van Bekkum, una joven de 16 años en representación de la comunidad bahá’í holandesa, dio el discurso principal del evento, esta fue la primera vez en la historia que un joven hace esto. En su discurso citó un extracto de una carta escrita por una de las figuras centrales de la Fe bahá’í al Comité de la Haya resaltando la importancia de la unificación de la humanidad: “hasta que las mentes de los hombres no se unan, no podrá llevarse a cabo ninguna cuestión importante […]” – ‘Abdu’l-Bahá, Selección de los Escritos de ‘Abdu’l-Bahá, pág. 389.
Es claro que el mundo está sufriendo las consecuencias de errores que hemos cometido a lo largo de la historia y de los modelos de conducta que hemos adoptado, desarraigados de la noción de que todos somos una sola raza. Debemos juntos actuar para dar soluciones a estos problemas, siendo conscientes de que cada uno tiene mucho para aportar.
Así también, me gustaría compartir unas declaraciones que hizo Greta Thunberg, una joven activista de 16 años que ha generado todo un movimiento en pro del medioambiente. Me conmovieron profundamente sus declaraciones ya que son una clara muestra del sentimiento de desesperación que viven muchas personas en el mundo frente a los desafíos que estamos viviendo en el planeta, siendo de tal magnitud que ahora afecta también a las generaciones más jóvenes:
«Tenemos que cambiarlo todo…[los vehículos eléctricos y los paneles solares no deberían] hacernos creer que podemos resolver la crisis sin esfuerzos. Es la crisis más importante que nunca haya enfrentado la humanidad. Los humanos tienen una gran capacidad de adaptación. Cuando tomamos conciencia [del peligro], actuamos, cambiamos.»
De la misma forma, las enseñanzas de la Fe Bahá’í resaltan el poder que todos tenemos para crear un cambio, especialmente en los años de nuestra juventud:
Aunque las realidades de ustedes están determinadas por una amplia diversidad de circunstancias, no obstante el deseo de producir un cambio constructivo y la capacidad para servir de manera significativa, características ambas de la etapa de la vida que atraviesan, no se limitan a una raza o nacionalidad, ni dependen de los recursos materiales. – La Casa Universal de Justicia, mensaje del 01 de julio de 2013, A participantes en las Conferencias de juventud.
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