Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
No puedo explicar el fenómeno de la sincronicidad, pero a veces parece que una idea se presenta de múltiples maneras en un corto período de tiempo.
¿Has notado este fenómeno en tu propia vida? Esto me ha estado sucediendo últimamente a través de historias en boletines, revistas y programas de televisión. Específicamente, estos se refieren a cómo y cuándo los humanos desarrollamos nuestro sentido de moralidad.
Solía pensar que la moral, como un rasgo de nuestro carácter, se desarrollaba simultáneamente con el intelecto y las habilidades sociales. Las investigaciones sugieren que puede haber más de lo que se sospechaba anteriormente.
Mientras leo y veo historias actuales, recuerdo haber visto hace unos años una exploración vívidamente retratada de los orígenes de la moral en un episodio del programa de televisión 60 Minutes. Este mostraba videos de bebés reales (algunos de apenas 3 meses) interactuando con títeres, galletas graham y cereales Cheerios. Mediante el uso ingenioso de estos accesorios y algunas palabras simples, los investigadores examinaron varios rasgos de carácter abstracto, incluida la moral, la justicia y la generosidad. Una y otra vez, la mayoría de los bebés preferían los títeres que ayudaban a otros títeres.
Parece que tenemos un sentido innato de bondad, altruismo y justicia desde la más temprana edad.
El estudio también mostró que la mayoría de los bebés y niños pequeños preferían los títeres a los que les gustaba la misma comida que a ellos. Interpretado como una tendencia a identificarse con la «gente» de uno, esto habría tenido un valor de supervivencia desde un punto de vista evolutivo. Podríamos preguntarnos ahora si esto sigue siendo una tendencia valiosa, o ¿preferimos ahora normas sociales que sean más inclusivas?
Sin embargo, otra fase de esta investigación estudió a niños ligeramente mayores. Su comportamiento variaba más que el de los más jóvenes, aunque generalmente eran generosos, incluso tolerantes. Las diferencias observadas entre estos niños mayores no son sorprendentes, ya que habían tenido más oportunidades de aprender y desarrollar comportamientos y actitudes individuales.
Había más en este estudio de lo que estoy compartiendo aquí; sin embargo, ya tenemos mucho en lo que podríamos pensar. Obviamente, habrá una gran variación entre las experiencias de la vida, así como una serie de otros factores, incluidas las condiciones biológicas y bioquímicas; fortalezas y limitaciones físicas; perspectivas culturales; y factores socioeconómicos, solo para comenzar la lista. Pero no podemos pasar por alto el impacto del aprendizaje en el refuerzo de las cualidades personales. Una sociedad que valora algunos rasgos específicos buscará inculcar estos en los niños y en la comunidad en general.
Aunque la tendencia a identificarse con nuestra propia gente puede ayudar a fortalecer las relaciones familiares y tribales, también puede generar prejuicios y una mentalidad de «nosotros contra ellos». Entonces, una sociedad que valora la diversidad alentará intencionalmente a los niños y sus residentes a ser inclusivos, demostrando así estar libres de prejuicios.
Como humanos, tenemos instintos animales, así como cualidades espirituales. Como animales, buscamos la satisfacción de nuestras necesidades físicas. Aun siendo necesario, esto puede generar celos y prejuicios. Como seres espirituales, podemos ir más allá de estos impulsos egocéntricos.
Si pienso en mi propio carácter como un aspecto que se va desarrollando a lo largo de la vida, entonces puedo verme mí misma en un viaje. El resultado entonces será una combinación de lo que me encuentre en la vida y mi propio libre albedrío. En palabras de Bahá’u’lláh: “Te he creado noble; sin embargo tú te has degradado a ti mismo. Elévate, pues, a aquello para lo que fuiste creado». – Las Palabras Ocultas, pág. 34.
Este pasaje establece claramente que todos nacen en un estado noble. También me recuerda que si pierdo contacto con mi propia nobleza, dentro de mí está la capacidad de regresar a ese estado a través de mi propio libre albedrío.
El comportamiento humano es demasiado complejo para tratar de explicarlo a través de algunos fragmentos de investigación seleccionados o algunas ideas simples. Pero el papel que la educación en sus múltiples formas tiene en el desarrollo de nuestro carácter es innegable, ya que refleja lo que valoramos y practicamos colectivamente. El abogado y autor alemán Udo Schaefer lo explicó de esta manera:
El carácter ideal no es un producto de la naturaleza … Su desarrollo es el objetivo final de toda educación y autoeducación: es un desafío constante a lo largo de la vida de un individuo. – La ética bahá’í a la luz de las Escrituras, Volumen 2, pág. 26)
En este contexto, la educación incluye no solo currículos académicos (que pueden contar con un componente de expresión de valores sociales) sino también experiencias sociales, lecciones prácticas, capacitación moral y el modelo a seguir ofrecido por los maestros y otros adultos.
Los prejuicios provienen de familiares, amigos, la comunidad y los medios de comunicación. Ya sea que esto ocurra intencionalmente o no, estamos rodeados de prejuicios. Como tal, debemos estar atentos a las declaraciones racistas o perjudiciales; y debemos protegernos de los sistemas sociales, educativos o políticos que buscan excluir en lugar de incluir.
No puedo negar que algunas personas hacen cosas terribles, incluso malvadas. La historia y las noticias diarias están llenas de estas historias. No soy tan ingenua como para pensar que eso se detendrá, que en el futuro todos serán buenos y amables. También me doy cuenta de que a veces los padres amorosos y bien intencionados tienen hijos cuyo comportamiento es problemático e inexplicable.
Para ofrecer un compromiso para el debate en curso «naturaleza vs. crianza»: creo que podemos reforzar conscientemente la tendencia natural de los niños hacia la bondad, y podemos fomentar la aceptación de los demás. La palabra «educar» proviene del latín y significa «liderar». Los adultos podemos dar el ejemplo de ser amables con los demás. Las cualidades amorosas son innatas; pero mantenerlos durante toda la vida no está garantizado ni es inevitable.
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