Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Cuando ‘Abdu’l-Bahá elucidó una fórmula para poder alcanzar un desarrollo social y económico exitoso hace más de un siglo, él aseveró que la humanidad debía desarrollar una consciencia completamente nueva.
‘Abdu’l-Bahá dijo que, en la edad moderna, aquella nueva consciencia humanadebe girar alrededor de esta realidad central:
“…La unidad del mundo de la humanidad: todos son siervos de Dios y pertenecen a una sola familia que Dios ha creado y, por lo tanto, sus bondades son universales y su providencia, instrucción, sustento y bondad rodean a toda la humanidad”- ‘Abdu’l-Bahá, Promulgación a la Paz Universal, p. 123.
Desde un punto de vista Bahá’í, para poder alcanzar la unidad orgánica de la humanidad se necesita la adherencia a ciertos principios espirituales: justicia y equidad; igualdad del hombre y la mujer; promover la confiabilidad y altos estándares morales; unidad en diversidad; y búsqueda independiente de la verdad. Él establece estos ideales como prerrequisitos para el desarrollo social y económico de la civilización humana.
Justicia y Equidad
Esto no significa necesariamente que todos reciban exactamente lo mismo. Algunos tienen necesidades más grandes o están en mayor desventaja que otros, ya sea debido a la falta de educación, prejuicio contra su grupo étnico o racial, o debido a discapacidades mentales o físicas, puede que ellos necesiten más atención que otros. Sin embargo, de forma más general, la comunidad Bahá’í se concentra en eliminar las barreras sociales, en lugar de ayudar a los desafortunados a únicamente a escalar aquellas barreras. Así, en lugar de centrarse en usar discriminación positiva para superar la discriminación racial o de género, la comunidad Bahá’í prefiere trabajar en la eliminación de los prejuicios que generan la discriminación de las mentes de las personas.
Promoviendo la igualdad entre hombres y mujeres
«Esta no es una meta que beneficia únicamente a las mujeres. Las enseñanzas Bahá’ís sostienen que el rechazo de igualdad hacia las mujeres “promueve en el hombre actitudes y hábitos que se extienden de la familia al trabajo, a la vida política y, finalmente, a las relaciones internacionales”. – La Casa Universal de Justicia, Luces de Guía, p. 618.
Darle a la mujer un papel social más importante promoverá una sociedad más cooperativa (en lugar de competitiva), hará de la política menos confrontacional y ayudará a traer paz al mundo. De hecho, los Bahá’ís creen que “La emancipación de la mujer, el logro de igualdad completa entre los sexos” no es solo un elemento que contribuirá a alcanzar la paz, “sino que es el prerrequisito más importante para alcanzar la paz” – Ibid.
Promover la confiabilidad y altos estándares morales, en especial en los líderes de la sociedad.
Actualmente, muchas personas están desilusionadas de los políticos y, por ende, desconfían de los procesos políticos. Solo volviéndonos a altos estándares morales en un movimiento público y general hacia la democracia, la transparencia y la responsabilidad podremos restaurarnos y eliminar la corrupción.
Unidad en diversidad
La unidad de la raza humana es uno de los principios fundamentales de las enseñanzas Bahá’ís. Esto implica que cada individuo comprenda su interdependencia con los demás y que la humanidad es una sola. El mandamiento de Bahá’u’lláh es que la raza humana debe “ser como una sola alma y un solo cuerpo” – Bahá’u’lláh, Pasaje de los Escritos de Bahá’u’lláh, p. 213. Sin embargo, esta unidad no significa uniformidad. ‘Abdu’l-Bahá habló en muchas oportunidades sobre la importancia de la diversidad de las culturas y las razas.
Búsqueda Independiente de la Verdad
Bahá’u’lláh escribió que es a través de la justicia que:
“… verás con tus propios ojos y no por los ojos de otros y conocerás con tu propio conocimiento y no mediante el conocimiento de. tu prójimo” -Bahá’u’lláh, Las Palabras Ocultas, p. 4.
De esta manera, cada ser humano desarrolla percepción y habilidades. Las enseñanzas Bahá’ís alientan también la búsqueda colectiva de la verdad a través de la consulta, extrayendo aprendizajes de la experiencia y habilidades del grupo, lo cual resulta en un nivel más alto de unidad de propósito y de acción. De esta forma la nobleza inherente y la interdependencia de todos los seres humanos progresa.
Cuando podamos decir satisfactoriamente que un proyecto de desarrollo social y económico va a traer beneficios tanto materiales como espirituales, entonces podemos decir que hemos cumplido con los parámetros de ‘Abdu’l-Bahá y tendremos muchas más posibilidades de producir un progreso positivo y una cantidad neta de beneficios.
No importa cuán lejos llegue el mundo material, no puede establecer la felicidad de la humanidad. Solo cuando las civilizaciones material y espiritual sean unidas y coordinadas, podrá asegurarse la felicidad. Entonces la civilización material no contribuirá con sus energías a las fuerzas del mal para destruir la unidad de la humanidad; en la civilización material el bien y el mal progresan juntos y sostienen el mismo paso. Por ejemplo, considerad el avance material del hombre en la última década Escuelas y colegios, hospitales, instituciones filantrópicas, academias científicas y templos filosóficos han sido fundados, pero mano a mano con estas evidencias de desarrollo, se han incrementado la invención y producción de medios y armas para la destrucción humana. En días pasados el arma de guerra era la espada; hoy es el rifle a repetición. Entre los antiguos, los hombres peleaban con jabalinas y dagas; ahora emplean bombas y granadas. Se construyen acorazados, se inventan torpedos y día por medio se anuncia una nueva munición.
Todo esto es producto de la civilización material; por lo tanto, aunque el progreso material promueve propósitos buenos en la vida, al mismo tiempo sirve para fines malignos. La civilización divina es buena porque cultiva moral. Considerad lo que los profetas de Dios han contribuido a la moral humana. Jesucristo convocó a todos a la Más Grande Paz a través de la moral pura. Si los preceptos morales y los fundamentos de la civilización divina se uniesen con el avance material del hombre, no cabe duda de que la felicidad del mundo humano sería lograda y desde todas las direcciones serían anunciadas las buenas nuevas de la paz sobre la tierra. Entonces la humanidad alcanzará un progreso extraordinario, la esfera de la inteligencia humana será inconmensurablemente expandida, aparecerán invenciones maravillosas, y el espíritu de Dios se revelará a sí mismo; todos los hombres se asociarán con alegría y fragancia, y la vida eterna será conferida a los hijos del Reino. El poder de lo divino se hará efectivo y el aliento del Espíritu Santo penetrará a la esencia de todas las cosas. Por tanto, las civilizaciones material y divina (o misericordiosa) deben progresar juntas hasta que las más elevadas aspiraciones y deseos de la humanidad se realicen” – ’Abdu’l-Bahá, Promulgación a la Paz Universal, p. 396-397.
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