El remedio definitivo contra el miedo

Ahí está de nuevo: una crisis ominosa se cierne en el horizonte, tal vez real, tal vez imaginaria, pero sea lo que sea, el miedo empieza a apoderarse de mis pensamientos y de mi tranquilidad.

Hoy estoy esperando los resultados de un importante escáner médico. El miedo empieza a filtrarse en mi estómago, haciendo difícil razonar, entonces recuerdo: lo que sea que cause miedo solo puede remediarse con una cosa.

Las enseñanzas bahá’ís dicen, simple y llanamente, que nuestros miedos pueden curarse con el recuerdo de Dios.

Una de las oraciones más recitadas y conocidas en la fe bahá’í es: «Tu nombre es mi curación, oh mi Dios, y el recuerdo de Ti es mi remedio».

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Para mí, recordar a Dios significa relatar toda la sabiduría y los amorosos consejos que nos ha dado en los escritos sagrados de Sus mensajeros. Bahá’u’lláh escribió «Todo lo que disminuye el temor aumenta el coraje». Así pues, he aquí algunos de los textos, poesías y consejos amorosos bahá’ís que me han ayudado a disminuir mis miedos y aumentar mi valor a través de las más extremas de mis dificultades y desesperanzas.

Deja espacio para el miedo

He aprendido que el miedo tiene voz y que no se puede ignorar sin más. Todos nuestros sentimientos quieren ser escuchados. Acostada en la cama en mitad de la noche, mi miedo puede adquirir proporciones colosales. Tras cuatro horas rumiando en la oscuridad, me di cuenta de que mi miedo no iba a levantarse y desaparecer. Necesitaba espacio para ser escuchado y empatizar con él, así que empecé a hablarle, como si fuera mi niño interior: «Sé que solo intentas protegerme. ¿Qué puedo hacer para reconfortarte y ayudarte a pasar de esta agitación a la calma?». le pregunté.

«Tengo mucho miedo porque no sé lo que me espera. Me siento tan sola. ¿Se ha olvidado Dios de mí?», responde.

Escuchar a esa niña interior y permitirle experimentar sus sentimientos, por excesivos que fueran, y validar el miedo en lugar de intentar enterrarlo, ayuda a aliviar el pánico. En ese momento, puedo empezar a acceder a toda la orientación y la sabiduría que sé que me ayudarán a avanzar lentamente por este proceso hacia un lugar de alivio. Recuerdo a mi niña interior lo que tan bien nos ha servido en el pasado, mientras le digo que debemos:

Contar con Dios y confiar en Él

Bahá’u’lláh escribió: «La fuente de todo bien es la confianza en Dios, la sumisión a Sus mandatos y la complacencia con Su santa voluntad y agrado». Abdu’l-Bahá también nos aconsejó:

Cuenta con Dios; confía en Él. Alábale y recuérdale continuamente. Él, ciertamente, transforma la dificultad en tranquilidad, la pena, en consuelo, y el afán, en completa paz. Él, en verdad, tiene dominio sobre todas las cosas.

Si quieres prestar atención a mis palabras, líbrate de las cadenas de cualquier cosa que ocurra. Es más, en todas las condiciones agradece a tu amante Señor y confía tus asuntos a Su Voluntad, la cual actúa como a Él Le place. Ello, ciertamente, es mejor para ti que todo lo demás, en cualquiera de los dos mundos.

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Me encanta esta cita porque me pide que recuerde a Dios. Él me llama tan amorosamente a soltar los miedos de cualquier cosa que perciba como una amenaza y en su lugar me aconseja que los entregue a Su voluntad porque esto es lo mejor para mí. No solo debo confiar en que todo irá bien, sino que Él da un paso más y me dice que también debo estar agradecida. ¿Por qué estar agradecida? Porque esta prueba sirve para fortalecer mi evolución espiritual, según este pasaje de los escritos del Báb:

Sé de cierto, en virtud de mi amor por Ti, que Tú jamás causas tribulaciones a ningún alma, a menos que desees elevar su estado en tu Paraíso Celestial y reforzar su corazón en esta vida terrena con el baluarte de tu poder compelente, para que no se incline hacia las vanidades de este mundo.

Esto nos enseña a:

Entregar el control a Dios

He aprendido, aplicando estos principios, que Dios puede transmutar cualquier situación que me cause miedo. Mi parte consiste en orar para que me ayude y luego creer en que el resultado será el mejor posible. Cuando me cuesta confiar porque la vida me parece especialmente sombría, me ayuda darme cuenta de que el hecho de someterme o no a la voluntad de Dios no cambia la situación. La voluntad de Dios se hará, así que mejor confío, encuentro consuelo y me dejo llevar. Abdu’l-Bahá lo dijo de esta manera:

¡Oh tú que vuelves el rostro hacia Dios! Cierra los ojos a todo lo demás y ábrelos al dominio del Todoglorioso. Pídele solamente a Él cuanto desees; solicítale sólo a Él todo lo que requieras. Con una mirada Él otorga cien mil esperanzas, de un vistazo Él cura cien mil enfermedades incurables, con un gesto Él pone bálsamo en toda herida, con una ojeada Él libra los corazones de los grillos del dolor. Él hace lo que hace y ¿qué recurso tenemos nosotros? Él lleva a cabo Su Voluntad, Él ordena lo que desea. Así que es mejor que inclines la cabeza en sumisión y deposites tu confianza en el Señor Todomisericordioso.