Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
He aquí una de las preguntas más importantes de la vida: ¿crees que algo dura para siempre?
Piénsalo un momento. Al fin y al cabo, casi todo lo que nos rodea en este mundo material tiene una fecha de caducidad.
Si tienes mascotas cuando eres joven, pronto aprendes esa dura lección. Sigo pensando que esa es una de las grandes tragedias de la vida: los años de la vida de los perros. Cuando era un niño, y mi primera perrita murió, estaba inconsolable. Fue muy, muy difícil para mí aceptar el hecho de que Missy, una bóxer, se había ido. Lloré. Mis padres intentaron explicarme que un perro envejece siete años por cada año humano, así que no viven tanto como nosotros. Ese hecho me pareció terriblemente cruel, porque echaba mucho de menos a mi perrita. Quería entender: ¿Por qué no puede vivir todo para siempre?
Lo que me llevó a preguntarme: ¿qué es lo que vive para siempre? Los animales no. Las personas, desde luego, no. Los árboles no. Ni siquiera los planetas y las estrellas. Todo lo físico está compuesto y acaba descomponiéndose. ¿Pero qué pasaría si, me preguntaba a mí mismo, pudiéramos encontrar algo que nunca muriera, algo imperecedero?
Creo que la mayoría de nosotros experimentamos ese anhelo interior. Como este mundo es tan temporal, tan pasajero, tenemos un profundo deseo de descubrir lo eterno. Las enseñanzas bahá’ís responden a esa búsqueda asegurándonos que existe un dominio eterno e imperecedero:
¡Oh hijo del ser! Si pones tu corazón en este dominio eterno e imperecedero, y en esta vida antigua y perdurable, renuncia a esa soberanía mortal y pasajera. – Bahá’u’lláh, Las palabras ocultas.
Cuando mi esposa y yo, y nuestros amigos Don y Peggy nos reunimos para una cena de San Valentín, hablamos de la diferencia entre los unitarios y los bahá’ís. Don sugirió que la mayor diferencia entre ambos era la fe permanente en Dios que afirman las enseñanzas bahá’ís. Nos pareció una idea fascinante, y todos nos fuimos a casa contemplándola.
Más tarde, quise saber más sobre lo que los escritos bahá’ís tienen que decir sobre el tema. Encontré esta cita de Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í:
Es evidente para todo corazón perspicaz e iluminado que Dios, la Esencia incognoscible, el Ser divino, es inmensamente exaltado por encima de todo atributo humano, tal como existencia corpórea, ascenso y descenso, salida y retorno. Lejos está de su gloria el que lengua humana pueda apropiadamente referir su alabanza, o que corazón humano pueda comprender su misterio insondable. Él está y ha estado siempre velado en la antigua eternidad de su Esencia, y permanecerá en su realidad eternamente oculto a la vista de los hombres. – Bahá’u’lláh, Pasajes de los escritos de Bahá’u’lláh.
Para los bahá’ís, Dios está «inmensamente exaltado por encima de todo atributo humano», una esencia ilimitada, atemporal e incognoscible a la que los humanos nunca podremos acceder ni comprender. Las enseñanzas bahá’ís describen al Ser Supremo como «antiguo, imperecedero y sempiterno» y una «Realidad invisible», nunca siquiera remotamente comprensible para Su creación. Esta creencia fundamental, de que existe un Creador eterno, constituye el fundamento de todas las enseñanzas bahá’ís.
¿Cómo saben los bahá’ís que Dios existe? Las enseñanzas bahá’ís contienen muchas pruebas diferentes de la existencia de un Ser Supremo, pero para los bahá’ís, el camino principal hacia el conocimiento de Dios viene directamente de Sus profetas y mensajeros: Abraham, Krishna, Moisés, Buda, Cristo, Muhammad y ahora Bahá’u’lláh, esas «luminosas Gemas de Santidad» que imparten los misterios de Dios a Su creación:
Estando así cerrada la puerta del conocimiento del Antiguo de los Días a la faz de todos los seres, la Fuente de gracia infinita ha hecho que, conforme a su dicho: «Su gracia supera a todo; mi gracia lo ha abarcado todo», aparezcan del reino del espíritu aquellas luminosas Joyas de Santidad, en la noble forma del templo humano, y sean reveladas a todos los hombres, a fin de que comuniquen al mundo los misterios del Ser inmutable y hablen de las sutilezas de su Esencia imperecedera.
Estos Espejos santificados, estas Auroras de antigua gloria son todos y cada uno los Exponentes en la tierra de Aquel quien es el Astro central del universo, su Esencia y Propósito último. – Bahá’u’lláh, Pasajes de los escritos de Bahá’u’lláh.
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