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Espiritualidad

El corazón del arte: cómo vivir artísticamente en un estado de oración

Kim Mennillo | Ago 3, 2022

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Kim Mennillo | Ago 3, 2022

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Algunas de mis percepciones más sorprendentes se producen temprano por la mañana, cuando mi mente aún no está nublada por las minucias de la vida cotidiana.

Una mañana de primavera, mientras me preparaba para una recaudación de fondos de arte bahá’í, me di cuenta de que sería la única allí con piezas hechas con piedras extraídas de la tierra: joyas y cuentas de oración con ágatas, jaspes, corales, fósiles, minerales, piedras semipreciosas y cristales.

En mi conciencia emergente, me di cuenta de que, en inglés, la palabra arte (art) está justo en medio de la palabra tierra (earth). Eso me encanta, sobre todo porque soy una auténtica adicta a las piedras. Trabajar con piedras me da mucha alegría y paz. Entonces me di cuenta. Todo el arte viene de la Tierra. El plomo, la tinta, los pasteles, la pintura, el papel, la tela, la madera, el metal, la arcilla… todo proviene, en un momento u otro, de alguna parte de la tierra o de la flora que crece en ella. De hecho, ¡el corazón del arte está en la tierra! Las enseñanzas bahá’ís lo dejan claro, como hizo Abdu’l-Bahá en este discurso en Chicago en 1912:

Todas las artes y ciencias que existen fueron alguna vez ocultos secretos de la naturaleza. Mediante el dominio y control de la misma, el hombre las sacó del plano de lo invisible y las reveló en el plano de lo visible.

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¡Incluso nosotros! Los seres humanos son creados del polvo y volverán al polvo. Creamos vibraciones en el aire cuando cantamos. Bailamos sobre la superficie de la tierra. La Tierra es realmente nuestra musa. La impresionante magnificencia de la Madre Naturaleza nos inspira. Otras personas, otras culturas nos inspiran. Todo, la tierra y el ser humano, está conectado en la creación del arte. Todo. Es absolutamente asombroso.

Nosotros, a su vez, honramos nuestros comienzos terrenales haciendo arte. Si el corazón del arte está en la tierra, el alma del arte está en el artista. La forma en que hacemos y compartimos ese arte es nuestro regalo al mundo.

¿Cómo se relaciona el arte con la oración? Las conexiones más obvias se dan cuando cantamos oraciones, acompañamos oraciones con música o danza, o creamos una representación caligráfica de una oración – pero cualquier expresión artística puede ser una forma de orar, reflexionar y hacer crecer una relación con Dios. Tus devociones personales deben ser fieles a tu estilo y personalidad, presentando así tu auténtico yo ante Dios con tu arte.

Si deseas incorporar más arte en tu vida espiritual, recuérdate a ti mismo cuando eras niño, perdido en colorear o dibujar, totalmente concentrado en tu obra maestra. Probablemente éramos más auténticos cuando éramos niños, sin las obligaciones, los papeles y las responsabilidades de la edad adulta. Podemos volver a esa época como adultos, profundamente concentrados mientras practicamos nuestra forma de arte preferida. Existen beneficios documentados para la salud asociados a la creación de arte, así como beneficios espirituales. Nuestro arte puede ser una forma de oración. No necesitamos ser artistas profesionales. Mientras seamos nuestro verdadero yo, estaremos creando arte para glorificar a Dios. El autor Henry Nouwen escribió:

La formación espiritual, he llegado a creer, no se trata de pasos o etapas en el camino hacia la perfección. Se trata de los movimientos de la mente al corazón a través de la oración en sus múltiples formas que nos reúnen con Dios, con los demás y con nuestro ser más verdadero.

¿Qué prácticas espirituales te inspiran y te hacen sentir más cerca de Dios? ¿Dónde ves que la creatividad y la imaginación de Dios cobran vida en ti? Somos hijos de Dios y hemos sido creados a su imagen, por lo que el acto de crear honra a nuestro Creador. Volvamos a ser niños y desinhibidos, y seamos libres para explorar el arte como oración. Abdu’l-Bahá dijo:

No hay nada más dulce en el mundo de la existencia que la oración. Él hombre debe vivir en un estado de oración. La condición más bendita es la condición de oración y súplica. La oración es conversación con Dios. El logro más elevado y la condición más dulce no es sino la conversación con Dios. Genera espiritualidad, crea estado de atención y sentimientos celestiales, da nacimiento a nuevas atracciones del Reino y engendra las susceptibilidades de una inteligencia más elevada.

¿Cómo empezar a combinar la oración con el arte? He aquí algunas pautas:

  • Ten un lugar especial para crear.
  • Determina qué medio artístico te gusta más o quieres probar.
  • Ten siempre a mano un diario y un bolígrafo/lápiz. Nunca se sabe cuándo llegará la inspiración.
  • Ten a mano los materiales artísticos necesarios.
  • Colecciona fotos e imágenes que te intriguen.
  • Lee escritos sagrados, poesía, citas inspiradoras, letras de canciones y oraciones favoritas.
  • Rodéate de colores y objetos que te aporten alegría.
  • Sal a la naturaleza. Báñate en el bosque. Camina por una playa. Pasea por un jardín.
  • Sé un observador de la alegría. Fíjate en todo.
  • Haz muchas fotos.
  • Escucha tu música favorita.
  • Observa a los niños crear cosas.

Comparte la oración artística con tu familia y amigos. Esto ayudará al crecimiento espiritual de tu comunidad y contribuirá al avance de la civilización.

Si quieres crear arte, respira, escucha, llénate de asombro. Pregúntate: «¿Qué quiere compartir Dios conmigo?». Tómate tiempo para reflexionar y luego reacciona. Es bueno saber que un anagrama de la palabra creativo es reactivo. Será en el hacer cuando nuestras oraciones cobren vida.

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Cuando creas, verás la imaginación, la creatividad y la belleza de Dios por todas partes. Su amor y su gracia nos rodean. Empezarás a vivir en un estado de oración. En las enseñanzas bahá’ís, incluso el trabajo, cuando se realiza con espíritu de servicio a los demás, se considera oración. En definitiva, tanto si trabajas como si te recreas, vivirás en un estado inspirado de oración. ¡Qué maravilla! Esta oración de Bahá’u’lláh pide a Dios que inspire nuestras almas:

Inspira entonces mi alma, oh mi Dios, con tu maravilloso recuerdo, para que pueda glorificar tu nombre. No me cuentes entre los que leen tus palabras y no logran encontrar tu tesoro oculto que, según lo decretado por Ti, está contenido en ellas, y que anima el alma de tus criaturas y los corazones de tus siervos. [Traducción provisional].

Por último, sé amable contigo mismo en tus esfuerzos artísticos. En el arte no hay errores; tampoco hay perfección. Solo Dios es perfecto. Todo lo haces bien. La meta: reunirse con Dios y con tu ser más verdadero en la oración artística, como Abdu’l-Bahá lo expresó en este poderoso pasaje:

Todo arte es un don del Espíritu Santo. Cuando esta luz brilla a través de la mente de un músico, se manifiesta en bellas armonías. De nuevo, brillando a través de la mente de un poeta, se ve en la fina poesía y la prosa poética. Cuando la luz del Sol de la Verdad inspira la mente de un pintor, este produce cuadros maravillosos. Estos dones cumplen su propósito más elevado, cuando muestran la alabanza de Dios. [Traducción provisional].

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