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Espiritualidad

El invierno: momento para desarrollar nuestra visión espiritual

Jennifer Boles | Feb 7, 2021

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Jennifer Boles | Feb 7, 2021

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Desde que era niña me encanta el invierno. Todas las criaturas se refugian para prepararse para los meses de frío, y muchas culturas consideran que es una estación de descanso, tranquilidad y quietud antes de la regeneración de la primavera. Es una época de espera activa en previsión del brote de la nueva vida.

Desde la antigüedad, la gente ha sabido que este es el momento más propicio para el crecimiento y la transformación espiritual. Es un tiempo en el que las cosas que se ven y las que no se ven se revelan antes de que llegue la primavera. Creo que se nos da esta temporada para separarnos del mundo y buscar a Dios, y durante este tiempo espiritualmente poderoso, podemos desarrollar más perspectivas.

Cada uno de nosotros puede tomarse este tiempo y celebrar estos largos meses de invierno, esta temporada tranquila, viviendo por y para lo que es especial. Ahora es el momento en el que podemos profundizar en nuestros pozos espirituales y esperar que se nos revelen cosas hermosas para poder realizar cosas maravillosas en nombre de Dios.

Crecí asistiendo a una iglesia episcopal, y el invierno siempre comenzó para mí a finales de noviembre o principios de diciembre con el Adviento. Luego estaba la emoción de la Nochebuena y el día de Navidad, seguidos de la Epifanía en enero – tantas celebraciones sagradas que conducen a la Cuaresma. Ahora, como adulto de mediana edad y como bahá’í, comprendo por qué pasé esos años de formación durante la Navidad quedándome despierta hasta altas horas de la noche, escuchando en silencio una señal de Jesús, los ángeles y el concurso celestial… Simplemente sabía que algo estaba sucediendo. Podía sentirlo.

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Incluso ahora, siento el misterio, el misticismo y la inconfundible magia en el éter. Todavía me deleito en pasar tiempo sentada por la noche o durante la madrugada, antes de que el mundo se despierte. A menudo me siento con las velas encendidas, en oración y meditación, escuchando y esperando sin aliento para ver con mis ojos espirituales lo que Dios está haciendo. Como escribió Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe bahá’í:

¡OH HIJO DEL AMOR! Estás sólo a un paso de las gloriosas alturas y del árbol celestial del amor. Da un paso y con el siguiente avanza hacia el reino inmortal y entra en el pabellón de la eternidad. Presta oído, pues, a lo que ha sido revelado por la Pluma de Gloria.

En lugar de creer que nuestras almas están dormidas, podemos utilizar este tiempo para transformar nuestras mentes y preparar nuestros corazones para recibir las bendiciones y la dirección de Dios. Con lo que Dios nos revela, podemos reorientar o cambiar nuestro rumbo. Podemos usar nuestro conocimiento espiritual recién adquirido para servir mejor a nuestro mundo que espera ansiosamente. Como Abdu’l-Bahá, el hijo de Bahá’u’lláh y su sucesor designado, declaró tan elocuentemente durante una charla que dio en París en 1911:

El hálito del Espíritu Santo os ayudará, la Luz Celestial del Reino brillará en vuestro corazón, y los ángeles benditos de Dios, desde el Cielo, os darán fortaleza y os socorrerán. Entonces, dad gracias a Dios con todo vuestro corazón por haber alcanzado esta recompensa suprema. Una gran parte del mundo está sumergida en un profundo sueño, pero vosotros habéis sido despertados. ¡Muchos están ciegos, pero vosotros veis!

Como bahá’í, veo que esta oscuridad, agitación y dolor que el mundo está experimentando nos lleva hacia un espacio y un lugar de unidad. El mundo necesita pacificadores y faros de luz, personas que puedan brillar con la esencia del amor de Dios lo mejor que humanamente podamos. Cada uno de nosotros está llamado a ser la luz del mundo y a disipar la oscuridad de este invierno espiritual. Pero solo podemos hacerlo si estamos fortalecidos espiritualmente. Como explicó Abdu’l-Bahá, nos fortalecemos a través del amor de Dios. Él escribió:

El Amor es la bondadosa luz del cielo, el eterno hálito del Espíritu Santo que vivifica el alma humana. El Amor es la causa de la revelación de Dios para el hombre, el vínculo vital que, de acuerdo con la creación divina, es inherente a las realidades de las cosas. El Amor es el único medio que asegura la verdadera felicidad tanto en este mundo como en el venidero. El Amor es la luz que guía en la oscuridad, el eslabón viviente que enlaza a Dios con el hombre, que asegura el progreso de toda alma iluminada.

En esta época extraordinaria, esta temporada invernal de espera activa, tenemos la oportunidad de realizar una introspección, una autorreflexión y un profundo crecimiento espiritual. Y nuestra llamada a la acción es clara.

Abdu’l-Bahá también escribió que “debemos esforzarnos con alma y corazón para que se disipe esta oscuridad del mundo contingente, para que las luces del Reino brillen sobre todos los horizontes, para que el mundo de la humanidad se ilumine y la imagen de Dios aparezca en los espejos humanos, para que la ley de Dios sea bien establecida y todas las regiones del mundo disfruten de paz, comodidad y tranquilidad bajo la equitativa protección de Dios”.

Si podemos utilizar estos meses de invierno para crecer espiritualmente, empezaremos a ver la presencia de Dios en todas las personas y en todas las cosas. Entenderemos que estamos aquí para adorar y servir a Dios. Y cuando llegue la divina primavera, estaremos preparados.

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