Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
La empatía y la compasión son valores humanos preciosos, pero pueden disminuir o incluso desaparecer debido a la presión cultural, racial, política y religiosa o a la manipulación materialista.
En esos casos, las personas que solían ser cariñosas y compasivas entre sí pueden enemistarse.
Históricamente, hemos visto que esto ocurre una y otra vez. En los Estados Unidos, la Guerra Civil enfrentó a hermano contra hermano, y personas que antes eran vecinos y amigos se convirtieron en enemigos mortales. En la Alemania de la Segunda Guerra Mundial, la anterior coexistencia pacífica entre judíos y cristianos se convirtió en una terrible persecución y genocidio masivo del pueblo judío.
En otro ejemplo más reciente, los bahá’ís de Irán, antes de la Revolución Islámica de finales de los años 70, vivían en relativa paz entre sus conciudadanos musulmanes. Sin embargo, tras esa revolución, debido a las acciones de líderes religiosos y clérigos que difundieron falsas acusaciones, información errónea y la incesante incitación al odio, la empatía y la compasión de gran parte de la población fueron sustituidas por la ira, la intolerancia y la persecución. Al mismo tiempo, muchas otras personas justas no permitieron que estas presiones sociales afectaran a su amabilidad y empatía hacia los bahá’ís.
Compasión o dominación
Ya sea aparentemente religiosa, nacional o tribal, la motivación subyacente para la eliminación de la empatía y la compasión entre quienes promueven su desaparición se basa en la sed de poder para dominar. El éxito de tales intentos es posible gracias al debilitamiento de los vínculos espirituales en la sociedad y al énfasis en las diferencias en lugar de la unidad. Abdu’l-Bahá, en un discurso que dio en la ciudad de Nueva York en 1912, atribuyó el debilitamiento de esos lazos a una creciente corriente de materialismo:
Considerad hasta qué límite extraordinario ha sido sojuzgado por el materialismo la espiritualidad de la gente, los sentimientos espirituales parecen haber desaparecido, la civilización divina se vuelve decadente y la guía y el conocimiento de Dios ya no perduran.
A este respecto, Abdu’l-Bahá no definió el materialismo únicamente como el deseo de cosas materiales, sino que utilizó una definición mucho más amplia, que considera el materialismo como una negación de nuestra realidad espiritual a través de un énfasis excesivo en los aspectos físicos de la vida.
Espiritualmente, la empatía y la compasión son capacidades latentes de la realidad interior de cada ser humano. Al igual que las semillas, si no reciben los elementos esenciales para su germinación, como el agua, el sol y la tierra, no pueden crecer. Al igual que la capacidad de amar, la empatía y la compasión necesitan ser cultivadas y estimuladas para florecer. Si no se cultivan y no se les presta la atención adecuada, o si los ingredientes se vuelven tóxicos, puede ocurrir lo contrario.
Los estudios demuestran que en una sociedad materialista los niños pueden no desarrollar o desarrollar muy poco la empatía y la compasión, convirtiéndose en adultos egocéntricos y sedientos de indulgencia. Es más probable que estos individuos sean indiferentes a la situación de los pobres, los marginados y los que sufren. Las grandes disparidades entre la riqueza y la pobreza en la sociedad funcionan como un indicador de la falta de preocupación y compasión por los que necesitan ayuda desesperadamente. Por otra parte, se ha demostrado que el propio sufrimiento puede despertar un sentimiento de atención, generosidad y compasión hacia los afectados por enfermedades u otras crisis graves, lo que quizás proporcione un resquicio de esperanza a ese sufrimiento.
Dominación e intimidación
En la sociedad moderna, sobrecargada por la influencia siempre presente de la tecnología y las redes sociales, sus excesos han causado muchas consecuencias negativas, especialmente entre los niños y los jóvenes. Una de estas consecuencias es la prevalencia del ciberacoso. Aunque Internet ofrece muchos beneficios a la sociedad, su mal uso puede tener serios resultados negativos. En junio de 2022, la revista Psychiatric News de la Asociación Americana de Psiquiatría informó de que los jóvenes adolescentes que sufren acoso en Internet tienen más riesgo de tener pensamientos suicidas o intentos de suicidio que los demás.
Por ejemplo, en un estudio en el que participaron 10.400 jóvenes estadounidenses de entre 10 y 13 años, los investigadores descubrieron que la tasa de suicidio era 4,2 veces mayor en los adolescentes que eran objeto de ciberacoso. Estos investigadores dieron la voz de alarma sobre la salud mental de los jóvenes adolescentes afirmando que, dado que en la actualidad los adolescentes pasan mucho más tiempo en línea que antes, el impacto negativo y preocupante del ciberacoso ha aumentado considerablemente. Sugieren que los proveedores de atención primaria de la salud deberían examinar de forma rutinaria el riesgo de suicidio entre los adolescentes que son objeto de actividades de ciberacoso, al igual que lo hacen con las personas que sufren depresión.
Los estudios científicos han demostrado que un estilo de vida compasivo conduce a un mayor bienestar emocional. Los neurocientíficos del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos han demostrado que cuando damos dinero a la caridad, el centro del placer del cerebro se activa de la misma manera que lo haría si recibiéramos el dinero nosotros mismos.
Desde la perspectiva bahá’í, vivir desinteresadamente y hacer hincapié en nuestra unidad humana puede ayudar a conseguir el estilo de vida compasivo y solidario que conduce a la salud mental, física y psicológica.
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