Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
En Europa y América del Norte cada vez son más visibles las actitudes divisorias, debido a que algunos preferirían evitar la mezcla cultural: «No te odio, pero tengo que proteger a los míos». Estamos acostumbrados a ver esto a través del lente del nacionalismo – pero ¿qué tal si usamos el lente del tribalismo?
La palabra «tribalismo» sugiere una conciencia limitada pero una lealtad extrema, con la exaltación del grupo propio por encima de otros. Según el autor y consultor David Ropeik, «controla gran parte de nuestro comportamiento, fácilmente la razón primordial«.
Ropeik explica que el tribalismo proviene de una necesidad interna de pertenencia e identidad – los pájaros con plumas similares se juntan. Si se percibe una amenaza, entonces el grupo se levantará para protegerse. Mientras él crecía en Trenton, Nueva Jersey, su sinagoga estaba justo enfrente de una iglesia católica, haciendo de la Avenida Bellevue la línea divisoria entre el «Pueblo Elegido» y los «Salvados». Al igual que los instintos tribales de antaño, un grupo era el enemigo del otro. Esto no es exclusivo de los Estados Unidos. En el siglo XIX en la ciudad donde vivo, Newmarket, Ontario, Main Street era la línea divisoria entre los protestantes dominantes y los católicos irlandeses recién llegados.
Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe Bahá’í, escribió sobre lo dañina que puede ser esta mentalidad, particularmente en el contexto de la religión: «No hay nada en este Día que pueda hacer más daño a mi Causa que la disensión y la contienda, las disputas, el alejamiento y la apatía entre los amados de Dios.«
La última versión del tribalismo tiene alguna semejanza con la experiencia humana del pasado, pero se ha transformado en algo diferente con características divisorias inflexibles. Muchos grupos ideológicos se están formando con mayor celo y pasión, y un deseo de cambiar la sociedad. Impulsados por el fuerte compromiso y la sinceridad de creyentes incondicionales, están dispuestos a luchar. Pero puede ser fácil reducir el enfoque a un solo grupo, en lugar de tener una visión más amplia. Por ejemplo, ¿qué pasa si los cambios realizados en nombre de la protección del medio ambiente no tienen en cuenta los medios de subsistencia de la población local? Un enfoque holístico debería encontrar formas de equilibrar las necesidades de todos.
Baha’u’llah aconsejó hace 150 años: «Que vuestra visión abarque el mundo en vez de limitarse a vuestro propio ser«.
Necesitamos empatía y una consideración amable para avanzar cuando hay diversas fuerzas en juego. Durante estos tiempos difíciles, nuestra confianza en los demás y en nuestras instituciones se está erosionando. Los líderes de nuestro tiempo tienen la responsabilidad de proteger los derechos de todos y encontrar una coexistencia pacífica; y nosotros tenemos la responsabilidad de educarnos y ampliar nuestra visión para incorporar las necesidades de todos los que nos rodean, sin importar cuán diferentes sean de nosotros. La diversidad no debe ser temida sino abrazada.
Soy muy optimista en cuanto a que la humanidad, aunque se enfrenta a muchos desafíos, tiene la capacidad de resolver los problemas sociales, como lo ha hecho en algunas de las situaciones más difíciles. Por ejemplo, la disensión entre católicos y protestantes en Irlanda ha disminuido hasta el punto de que ya no recurren a la violencia. Newmarket, Main Street ahora es una calle concurrida con sabores del antiguo pueblo sin la acrimonia religiosa del pasado. En lugar de ser una división ideológica, la parte antigua de esta ciudad está ahora llena de restaurantes mexicanos, japoneses, indios y de Oriente Medio donde los clientes de diferentes razas y culturas se mezclan en un ambiente social.
En 1971, cuando llegué por primera vez a Toronto, el 90% de la población era blanca. El censo de 2016 de Statistics Canada indicó que el 51,5% de la población de Toronto estaba compuesta por minorías visibles. Más de 250 grupos étnicos llaman hogar a esta ciudad justa, donde todos viven en armonía – trabajando, educando a las familias y disfrutando de la vida. La transición del tribalismo ideológico a la coexistencia pacífica no sólo es posible sino inevitable.
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