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En cuanto a la población, ¿importa más la cantidad o las cualidades?

David Langness | Oct 1, 2022

PARTE 2 IN SERIES ¿Cuántos seres humanos puede albergar el planeta?

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David Langness | Oct 1, 2022

PARTE 2 IN SERIES ¿Cuántos seres humanos puede albergar el planeta?

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En tres siglos, del 19 al 21, la población de la Tierra habrá pasado de mil millones a 11 mil millones. Este crecimiento exponencial, según el autor de Countdown, Alan Weisman, dará lugar a una reflexión:

Lo aceptemos o no, este será probablemente el siglo que determine cuál es la población humana óptima para nuestro planeta. Se producirá de dos maneras: O bien decidimos gestionar nuestro propio número, para evitar la colisión de todas las líneas del gráfico de la civilización, o bien la naturaleza lo hará por nosotros, en forma de hambrunas, sed, caos climático, colapso de los ecosistemas, enfermedades oportunistas y guerras por los recursos menguantes que finalmente nos reduzcan.

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En la actualidad, a medida que nos acercamos al hito de los 8.000 millones de habitantes en el mundo, vamos camino de superar, como especie, la capacidad de la Tierra para seguir manteniéndonos. Esto plantea el espectro del colapso ecológico y la consiguiente mortalidad rápida de millones de personas. Sin embargo, algunos expertos con visión de futuro han empezado a cuestionar este tipo de suposiciones puramente cuantitativas, basadas únicamente en los números, y contemplan una respuesta más matizada y cualitativa.

Paul Hanley, el autor bahá’í del reciente libro sobre la explosión demográfica mundial titulado Once, cree, al igual que las enseñanzas bahá’ís, que para hacer frente a la superpoblación es necesaria una revolución ética que transforme por completo a la humanidad, remodelando su vida interior y sus condiciones externas. Hanley lo expresa así:

No se trata de cuántos sino de qué tipo de personas: un mundo de 11.000 millones poblado por consumidores desenfrenados no tiene futuro. Un mundo poblado por individuos moralmente avanzados… sería un buen mundo para vivir.

El periodista medioambiental y autor Hanley escribe que el rápido aumento de la población mundial requiere un cambio fundamental en la forma en que la humanidad se relaciona con el planeta y entre sí:

Once mil millones de personas poblarán este maravilloso planeta a finales de este siglo. Añadir casi 4.000 millones a un mundo ya sobrecargado obligará a todos a cambiarlo todo. Los cambios radicales que hacen que un mundo de 11.000 millones funcione transformarán por completo a la humanidad, remodelando su vida interior y sus condiciones externas. Este proceso dará lugar a la aparición de una nueva cultura, una nueva agricultura y, en última instancia, una nueva raza humana.

Esta idea extraordinaria y original, que no es la cantidad de población, sino las cualidades espirituales de la población lo que más importa, arroja la curva de crecimiento exponencial de la humanidad bajo una luz totalmente diferente.

Hoy tenemos un mundo de casi 8.000 millones de personas, y prácticamente todos los expertos coinciden en que estamos utilizando los recursos de la Tierra a un ritmo insostenible. En los lugares más ricos, nos hemos convertido en hiperconsumidores, usuarios prodigiosos y derrochadores de tierra, materias primas, agua, energía y todo lo demás. Este uso desmesurado ha ensuciado nuestra atmósfera, nuestros recursos hídricos y nuestro suelo.

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En los lugares más pobres, al menos mil millones de personas no tienen suficiente para comer. Para que el mundo sobreviva, dicen los escritos de Bahá’u’lláh, hay que poner fin a este desequilibrio global básico, a la desunión que provoca y a la injusticia que fomenta. Esto requerirá unidad de propósito y acción:

El propósito fundamental que anima a la Fe de Dios y a Su Religión es el de salvaguardar los intereses y promover la unidad de la raza humana… Es nuestra esperanza que los jefes religiosos del mundo y sus gobernantes se levanten conjuntamente para reformar esta época y rehabilitar su destino. Que consulten juntos, después de haber meditado sobre sus necesidades y, mediante una deliberación esperanzada y plena, administren a un mundo enfermo y gravemente afligido el remedio que requiere… Corresponde a quienes tienen autoridad actuar con moderación en todas las cosas. Todo lo que sobrepase los límites de la moderación dejará de ejercer una influencia beneficiosa…

Quiera Dios que los pueblos del mundo se vean impulsados a reconocer sus mejores intereses, como resultado de los elevados esfuerzos llevados a cabo por sus gobernantes y por los sabios y los doctos de entre los hombres. ¿Hasta cuándo persistirá la humanidad en su rebeldía? ¿Hasta cuándo continuará la injusticia? ¿Hasta cuándo reinarán el caos y la confusión entre los hombres? ¿Hasta cuándo agitará la discordia la faz de la sociedad?

Los vientos de la desesperación, ay, soplan desde todas direcciones, y la contienda que divide y aflige a la raza humana crece día a día. Ahora pueden percibirse los signos de convulsiones y caos inminentes, por cuanto el orden predominante resulta ser deplorablemente defectuoso. Ruego a Dios, exaltada sea Su gloria, que benévolamente despierte a los pueblos de la tierra, que conceda que les sea provechoso el resultado de su conducta y los ayude a llevar a cabo lo que sea digno de su posición.

Si empezáramos, como mundo unido, a seguir el sabio consejo de Bahá’u’lláh, trabajando para unificar y cambiar el orden «lamentablemente defectuoso» del mundo, ¿qué podríamos conseguir? ¿Qué pasaría si administráramos el remedio bahá’í de ejercer la «moderación en todas las cosas», especialmente en lo que se refiere al número de personas en el planeta? ¿Y si pudiéramos descubrir el mejor método de control de la natalidad posible y proporcionarlo a todo el mundo?

En el próximo ensayo de esta serie, exploraremos estas preguntas cruciales, y veremos si podemos encontrar las respuestas en un lugar muy inesperado.

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