Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
La mayoría, si no todos, creemos que nuestra salud es el mayor regalo que podríamos recibir, y con razón. Sin ella, no podemos funcionar bien y eso ocasiona dolor y sufrimiento psicológico además del sufrimiento físico.
Las enseñanzas bahá’ís lo dejan claro. Abdu’l-Bahá escribió:
A un cuando la mala salud es una de las condiciones inevitables del hombre, en verdad, es difícil de sobrellevar. La dádiva de la buena salud es el más grande de todos los dones.
Cuando nuestra salud se resiente, nuestra vida cotidiana, nuestros planes y nuestras rutinas se ven alterados, a veces de forma terrible. Los demás nos ven sufrir y no saben cómo ayudarnos, o si lo hacen, a veces se convierte en una carga que no queremos que asuman. Cuidar a un ser querido que padece un cáncer terminal en sus últimos días es una prueba desgarradora, muy alejada del simple hecho de llevar comida a casa para cubrir la necesidad de cocinar.
Durante lo peor de la pandemia de COVID-19, fuimos golpeados o vimos a otros ser golpeados. Ni siquiera los médicos expertos y los hospitales capaces pudieron salvarlos. Hasta ahora, en los Estados Unidos, hemos sufrido 608 millones de casos de COVID-19 y 6,5 millones de muertes: abuelos, padres, hijos, hermanos, familiares, amigos, profesores, los propios médicos y enfermeras, y otros seres humanos.
Si no fuera por nuestros profesionales de la salud pública, junto con las vacunas, los refuerzos y las mascarillas, las estadísticas serían mucho peores.
La pandemia nos ha acercado a todos a nuestra propia mortalidad. Todos sabemos que vamos a morir, pero aun así, queremos evitar el sufrimiento que nos lleva hasta allí. Muchos de los textos religiosos del mundo dicen que los humanos sufrirán inevitablemente durante esta vida física, y por supuesto que el sufrimiento y el dolor pueden hacernos más fuertes. Pero cuando sufrimos, esa realidad rara vez nos hace sentir físicamente mejor. Oramos por un alivio inmediato, un milagro o la magia que la medicina moderna puede proporcionar.
La ciencia, la investigación, los médicos y quienes se preocupan por nosotros son nuestros amigos cuando el dolor o la enfermedad nos golpean. Puede golpear como un rayo, de forma aleatoria e imprevista, o de forma gradual, oculta y disimulada. Mi padre murió a los 50 años de edad, de un infarto masivo mientras dormía. Mi primo tuvo un largo combate contra el cáncer y perdió a pesar de las extensas pruebas y experimentos. Todos conocemos a alguien cercano que ha muerto, y para algunos, es inconsolable.
Lo que podemos hacer para mantenernos sanos
En 2022 los anuncios de televisión nos bombardean con un anuncio farmacéutico tras otro. Los gimnasios de entrenamiento inundan el paisaje de Estados Unidos. Bebidas y brebajes saludables caros, suplementos vitamínicos y alimentos orgánicos compiten por nuestros dólares. Un día beber café es malo para nosotros, y luego un nuevo estudio dice que tres tazas al día están bien. La lista de lo que no hay que hacer, como fumar, tomar drogas ilegales o abusar de las legales, es interminable. Pocos pueden seguir el ritmo de todos los hallazgos de la investigación, las curas, las afirmaciones milagrosas, las fórmulas, las recetas y los consejos de los demás.
La Fe bahá’í ofrece una solución a este marasmo de datos a veces contradictorios. «En todos los asuntos es deseable la moderación», dijo Bahá’u’lláh. «Si una cosa es llevada al exceso, demostrará ser causa de maldad».
La moderación significa combinar lo práctico y los principios, sin prejuicios, para crear un enfoque saludable de la vida. De hecho, la moderación significa adoptar una perspectiva centrada en la justicia de tu propia existencia. Bahá’u’lláh escribió: «Quienquiera que se aferre a la justicia, no puede, en ninguna circunstancia, traspasar los límites de la moderación».
Podemos alcanzar ese enfoque de la vida centrado en la justicia y la moderación estudiando y absorbiendo las enseñanzas y las palabras de Dios, transmitidas por Sus maestros y profetas a través de los tiempos. En la actualidad, creen los bahá’ís, el más reciente de esos profetas es Bahá’u’lláh.
Las enseñanzas bahá’ís sobre la salud y la curación
Las enseñanzas bahá’ís tienen un enorme repositorio de excelentes orientaciones sobre la construcción y el sostenimiento de estilos de vida saludables. En un discurso que pronunció en Nueva York en 1912, Abdu’l-Bahá, el hijo y sucesor de Bahá’u’lláh, dijo:
Admitir que la salud es buena no constituye salud. Se necesita un médico hábil para remediar las condiciones humanas existentes. Así como un médico necesita tener un completo conocimiento de patología, diagnóstico, terapéutica y tratamiento, así también este Médico Mundial debe ser sabio, habilidoso y capaz, antes que el resultado sea la salud. Su mero conocimiento no es salud; éste debe ser aplicado y el remedio llevado a cabo.
Lamentablemente, el mundo aún no tiene curas para todas las dolencias y enfermedades físicas. Por eso las enseñanzas bahá’ís piden el acuerdo esencial entre la ciencia y la religión. Abdu’l-Bahá escribió:
Y entre las enseñanzas de Bahá’u’lláh está que la religión debe estar en conformidad con la ciencia y la razón, a fi n de que influya en los corazones de los hombres. Los cimientos deben ser sólidos y no consistir en imitaciones.
Para protegernos de las imitaciones, necesitamos investigación y ciencia, un mecanismo para vacunarnos contra la desinformación y una comprensión que permita tomar las decisiones correctas sobre nuestro bienestar físico, junto con médicos, enfermeras, técnicos y especialistas competentes para tratarnos. Tras la investigación en el laboratorio y los ensayos clínicos, esos científicos dedicados pueden ayudarnos a curar nuestro propio y único complejo de células en nuestro cuerpo y mente.
Las oraciones también curan
Ignoramos la curación espiritual por nuestra cuenta y riesgo, puesto que esta puede tener efectos positivos en nuestro espíritu, mejorando las respuestas de nuestro cuerpo para superar una enfermedad. Los escritos bahá’ís contienen muchos pasajes y oraciones relativos a la salud humana, incluyendo este de Abdu’l-Bahá, de una carta a una mujer bahá’í con problemas de salud:
¡Oh sierva de Dios! Las oraciones que han sido reveladas para pedir curación son aplicables a la curación tanto física como espiritual. Recítalas, entonces, para curar tanto el alma como el cuerpo. Si la curación es lo que el paciente requiere, ciertamente le será concedida; pero para ciertas personas dolientes, la curación sólo sería la causa de otros males y, por tanto, la sabiduría no permite una respuesta afirmativa a la oración.
¡Oh sierva de Dios! El poder del Espíritu Santo sana tanto las dolencias físicas como espirituales.
Muchas de las oraciones bahá’ís para la salud y la curación, incluida esta breve oración de Bahá’u’lláh, piden al Creador misericordioso que remedie nuestros males y devuelva la esperanza y la felicidad a nuestros corazones:
Tu nombre es mi curación, oh mi Dios, y el recuerdo de Ti es mi remedio. La proximidad a Ti es mi esperanza y el amor a Ti es mi compañero. Tu misericordia hacia mí es mi curación y mi socorro, tanto en este mundo como en el venidero. Tú verdaderamente eres el Todo Generoso, el Omnisciente, el Sapientísimo
Todos vamos a sufrir en esta vida. Nadie escapa de ello. La forma en que actuamos para prevenirlo y superarlo, y nuestra actitud ante él, nos hacen agradecer los momentos en los que no sufrimos.
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