Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Millones de personas en todo el mundo, desde niños hasta ancianos, no cuentan con un hogar; sin embargo, el derecho internacional considera que la vivienda es un derecho humano básico. ¿Crees que cada uno de nosotros tiene derecho a un techo sobre su cabeza?
Las encuestas indican que la mayoría de los estadounidenses – alrededor del 75% de todos los encuestados en múltiples encuestas – ven la vivienda como un derecho humano básico. En los países europeos, esa cifra es aún más alta. Muchas comunidades religiosas están de acuerdo, incluyendo la comunidad bahá’í. Las enseñanzas bahá’ís afirman categóricamente que todo ser humano, independientemente de sus ingresos, tiene derecho a una vivienda:
Bahá’u’lláh estableció principios de guía y enseñanzas para el reajuste económico. Reveló las regulaciones que aseguran el bienestar de la mancomunidad. Así como el rico disfruta de su vida rodeado de comodidades y lujos, el pobre de igual modo debe tener un hogar y debe ser provisto con el sustento y las comodidades proporcionales a sus necesidades. Este reajuste de la economía social es de la mayor importancia puesto que asegura la estabilidad del mundo de la humanidad; y hasta que no sea efectivizado, la felicidad y prosperidad son imposibles. – Abdu’l-Bahá, La promulgación a la paz universal.
Uno de los más importantes principios de la Enseñanza de Bahá’u’lláh: El derecho de todo ser humano al pan de cada día, por medio del cual subsiste, o a la equiparación de los medios de subsistencia.
Las medidas para regularizar las condiciones económicas de la gente deberían ser tales que la pobreza desapareciera y que todos, en la medida de lo posible y de acuerdo con su rango y posición, tuvieran su parte de comodidad y bienestar. – Abdu’l-Bahá, La sabiduría de Abdu’l-Bahá.
«… el pobre de igual modo debe tener un hogar…», dijo Abdu’l-Bahá claramente en 1912. En los Estados Unidos, esa cuestión tiene una historia que tal vez no conozcas, así que examinemos brevemente el asunto. En su discurso sobre el Estado de la Unión de 1944, el Presidente Franklin Delano Roosevelt declaró una «Segunda Declaración de Derechos», que incluía el derecho a un hogar decente.
Luego, en 1948, los Estados Unidos firmaron la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que reconoce que la vivienda es un componente vital del derecho humano a un nivel de vida adecuado:
Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a la seguridad en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad. – DUDH, Artículo 25, sección 1.
Casi dos décadas después, los países miembros de la ONU codificaron este derecho humano esencial a una vivienda adecuada en un tratado vinculante llamado el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) en 1966. Los Estados Unidos firmaron el PIDESC y, por lo tanto, deben defender legalmente el «objeto y propósito» de ese tratado. Luego, en marzo de 2011, Estados Unidos se comprometió ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas a «reducir el número de personas sin hogar», «reforzar las salvaguardias para proteger los derechos» de las personas sin hogar y continuar los esfuerzos para garantizar el acceso a una vivienda asequible para todos.
Por supuesto, Estados Unidos sigue teniendo un problema de falta de vivienda en rápida expansión, con aproximadamente medio millón de estadounidenses en las calles. Así pues, a pesar de esas leyes y tratados jurídicamente vinculantes, los Estados Unidos los ignoran y violan continuamente todos los días al no abordar su grave epidemia de falta de vivienda.
Entonces, ¿cuál es la solución? ¿Debería el gobierno de los Estados Unidos construir una casa para cada persona sin hogar y dársela gratis?
Eso no es lo que las leyes y tratados exigen. En cambio, piden a cada gobierno nacional que realice progresivamente el derecho a una vivienda adecuada a través de políticas y presupuestos progresivos. Estados Unidos no ha hecho eso lo suficiente, como todo el mundo puede ver en casi cualquier zona urbana de los Estados Unidos donde la indigencia se ha generalizado.
Parte de la razón de esta inacción proviene del hecho de que la actual política estadounidense en materia de vivienda considera cada vivienda como una mercancía cuyo valor está determinado principalmente por el mercado, y no como un recurso necesario para los seres humanos. En otros países -Finlandia, Francia, Escocia y Sudáfrica, por nombrar solo algunos- ven la cuestión de manera diferente y han adoptado un derecho básico a la vivienda en sus constituciones o en sus leyes.
En Escocia, por ejemplo, su Ley de Personas sin Hogar de 2003 establece el derecho de todas las personas sin hogar a ser alojadas inmediatamente, y les da el derecho a una vivienda de apoyo a largo plazo durante todo el tiempo que sea necesario. En consecuencia, en Escocia la indigencia es rara, y cuando se produce, solo dura un tiempo breve antes de que la persona sea alojada. En las ciudades escocesas, ver a una persona sin hogar en las calles se ha convertido en algo más inusual que común.
Ese tipo de política gubernamental ilustrada se acerca más a la norma bahá’í de compromiso espiritual y consideración con los que no tienen hogar. Abdu’l-Bahá se refirió a aquella visión bahá’í de un futuro estado de la sociedad humana:
El mundo por fin logrará la paz, y las igualdades y derechos del hombre se establecerán. La capacidad de la humanidad será probada, y se alcanzará un nivel en donde la igualdad será una realidad.
Todos los pueblos del mundo gozarán de los mismos intereses y los pobres poseerán una porción de las comodidades de la vida. Así como los ricos están rodeados de lujos en los palacios, los pobres tendrán por lo menos cómodos y placenteros lugares para habitar; y así como los acaudalados gozan de una variedad de alimentos, los menesterosos tendrán satisfechas sus necesidades y nunca más vivirán en la pobreza. En resumen, se producirá un reajuste del orden económico… – La promulgación a la paz universal.
Este «reajuste del orden económico» solo tendrá lugar, según las enseñanzas bahá’ís, cuando consideremos a todas las personas como una familia y, en consecuencia, adoptemos políticas personales, filantrópicas y gubernamentales que limiten los extremos de la riqueza y la pobreza.
El más grande medio para impedirlo es a través de leyes comunitarias enmarcadas y promulgadas de tal forma que sea imposible que haya unos pocos millonarios y muchos indigentes. Una de las enseñanzas de Bahá’u’lláh es el ajuste de los medios de vida en la sociedad humana. Bajo este ajuste no puede haber extremos en las condiciones humanas referentes a riqueza y sustento. – Ibid.
Comentarios
Inicia sesión o Crea una Cuenta
Continuar con Googleo