Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Últimamente me he dado cuenta de que el estudio de los escritos bahá’ís amplía la forma en que experimento el tiempo y me desafía a desarrollar un mejor sentido de cómo mis acciones encajan en el panorama general de la historia humana.
Ahora leo y me intereso más por la historia, lo que atribuyo a la inspiración que recibo al ver cómo los escritos de las figuras centrales de la Fe bahá’í transmiten lecciones espirituales esenciales.
Esas lecciones espirituales me recuerdan a menudo lo que las antiguas civilizaciones romana, griega y otras del pasado tuvieron que afrontar para sobrevivir. Al avanzar hacia las cuestiones y los problemas a los que se enfrenta ahora la humanidad, puedo aplicar estas lecciones de la historia para concebir cómo podemos superar retos globales aún mayores.
Es importante destacar que las enseñanzas bahá’ís enlazan a los profetas religiosos del pasado en una inmensa y progresiva secuencia de objetivos espirituales y sociales para la humanidad, que se extiende a lo largo de vastos períodos de tiempo. Este tema de la «revelación progresiva» también ha alimentado mi interés por el tiempo –gracias a los artículos aquí en BahaiTeachings.org, como la información de que han existido innumerables profetas que iluminaron a las sociedades de todo el mundo desde mucho antes de la historia humana registrada.
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Mi perspectiva ampliada tampoco se limita al pasado. Los profetas gemelos que fundaron la Fe bahá’í, Bahá’u’lláh y el Báb, han inspirado mi pensamiento sobre el futuro de la guía divina para la humanidad. Ellos prometieron que seguirían llegando más mensajeros en el futuro. Bahá’u’lláh escribió:
… las Manifestaciones de Su divina gloria y las Auroras de eterna santidad han sido enviadas desde tiempo inmemorial y han sido comisionadas para emplazar a la humanidad al único Dios verdadero.
Que se hayan olvidado los nombres de algunos de ellos y se hayan perdido los vestigios de sus vidas debe atribuirse a las alteraciones y los cambios que han sobrevenido al mundo.
Dios ha hecho levantarse a Profetas y ha revelado Libros, tan numerosos como criaturas hay en el mundo, y continuará haciéndolo eternamente.
Este horizonte temporal más amplio nos sitúa a todos en medio de un viaje mucho más largo, tendiendo un puente entre un pasado y un futuro lejanos. Da lugar a la esperanza y a una maravillosa visión del futuro, ¡que se siente como un regalo espiritual!
Por ejemplo, este pasaje de los escritos de Bahá’u’lláh predice que las enseñanzas bahá’ís tendrán un impacto significativo en el alivio de los problemas de la humanidad: “Inigualable es este Día, porque es como un ojo para edades y siglos pasados y como una luz para la oscuridad de los tiempos”.
Cómo un horizonte temporal más amplio puede cambiar nuestro pensamiento y nuestras acciones
En mi trabajo también siento que está surgiendo un sentido del tiempo más amplio. La gente se está dando cuenta, mucho más que antes, de que los problemas a gran escala requieren un largo periodo de tiempo para resolverlos de forma sostenible y equitativa. Las soluciones rápidas y a corto plazo, en otras palabras, pueden crear problemas a largo plazo.
Por ejemplo, uno de los aspectos que estoy explorando –la forma en que los gobiernos pueden dirigir la ciencia para mejorar nuestros sistemas alimentarios y la producción de energía renovable– conecta con las nuevas escuelas de pensamiento de los años 90 en adelante sobre la necesidad de justicia intergeneracional y sostenibilidad. Estos conceptos de gran alcance también amplían nuestros horizontes temporales, sugiriendo que consideremos las repercusiones de lo que hicieron las generaciones anteriores, y sobre lo que las generaciones futuras podrían pensar de las decisiones que tomamos hoy.
Estas ideas pueden llevar a los académicos a sugerir que los responsables políticos deben pensar en horizontes temporales de al menos 200 años o incluso de 500 años en adelante. Se considera que estos horizontes son más adecuados para considerar las profundas repercusiones de algunas acciones actuales, muchas de las cuales están cambiando el clima de nuestro planeta y su sostenibilidad a largo plazo, en lugar del pensamiento a corto plazo que nos ha metido en los aprietos a los que nos enfrentamos ahora.
En una charla que dio en una Conferencia Unitaria en Boston en 1912, Abdu’l-Bahá señaló que ese pensamiento «regenerado» se estaba desarrollando en la ciencia y en la sociedad en general. Esto fue solo 50 años después de que su padre, Bahá’u’lláh, comenzara su misión espiritual. Abdu’l-Bahá consideraba que estos desarrollos eran esenciales para afrontar las nuevas exigencias que implicaban los problemas a escala mundial de la humanidad:
El mundo del pensamiento ha sido regenerado… Las exigencias de la hora presente demandan nuevos métodos de solución; los problemas mundiales no tienen precedente. Las viejas ideas y formas de pensamiento se vuelven rápidamente obsoletas…Considerad cómo el desarrollo científico en cincuenta años ha sobrepasado y eclipsado el conocimiento y las realizaciones de todas las épocas pasadas combinadas. ¿Podrían los anuncios y teorías de los astrónomos de antaño explicar nuestro conocimiento presente de los soles y sistemas planetarios? ¿Podría la máscara de oscuridad que nublaba los siglos medievales satisfacer la demanda de la clara visión y entendimiento que caracterizan al mundo de hoy?
Mi formación original fue en física y astronomía, donde el tiempo cósmico y el infinito eran conceptos habituales en esos campos de investigación. De hecho, como dijo Abdu’l-Bahá, mucho de lo que los «antiguos astrónomos» habían explicado sería consignado a los libros de historia. Por supuesto, esto es una prueba en sí misma del «pensamiento regenerado» que ya está en marcha en la ciencia actual. En épocas anteriores, los científicos creían que la Tierra solo tenía unos pocos miles de años, por ejemplo, y se habrían conformado con los horizontes temporales más cortos de aquellos antiguos astrónomos.
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De regreso al futuro
Volviendo al futuro, la forma en que la comunidad bahá’í mundial está aprendiendo a trabajar conjuntamente por la justicia social y el progreso humano también me ha desafiado a ampliar mis horizontes temporales y mi forma de pensar sobre las escalas de tiempo para planificar y actuar.
En comparación con las escalas de tiempo políticas y los ciclos de vida de las políticas actuales, la comunidad bahá’í planifica con antelación en periodos de tiempo mucho, mucho más largos de lo que yo creía posible. En consecuencia, estoy llegando a creer que los horizontes temporales ampliados son indispensables, dada la complejidad y la longevidad de nuestro reto de hacer avanzar la prosperidad de la humanidad colectivamente a escala global.
En este caso, las figuras centrales de la Fe bahá’í esbozaron una visión específica de acción y comenzaron a iniciar planes para ponerla en marcha a lo largo de una escala temporal comparativamente larga. Desde su formación en 1963, el órgano de liderazgo democráticamente elegido de los bahá’ís del mundo, la Casa Universal de Justicia, comenzó a coordinar actividades utilizando un conjunto de escalas y horizontes temporales diferentes pero superpuestos, planificando la liberación del poder constructor de sociedad de los principios de la Fe en términos de décadas e incluso siglos. Esto me parece un horizonte temporal realmente notable, quizá sin precedentes, el plan de mayor alcance de cualquier institución de gobierno elegida que opere en nuestro mundo actual.
Esta visión puede extenderse y desafiarnos. Al mismo tiempo, es lo suficientemente tangible como para permitirnos ver cómo nuestros propios esfuerzos a corto plazo pueden acumularse y construirse colectivamente para lograr algo más grande.
Ampliemos nuestra visión: Cómo piensan los bahá’ís sobre el tiempo
En general, espero que estas reflexiones muestren cómo el hecho de convertirme en bahá’í ha ampliado mi forma de pensar sobre el tiempo, la forma en que el tiempo afecta al funcionamiento de la comunidad bahá’í en todo el mundo y la forma en que se aborda el tiempo en otros ámbitos de la ciencia y la sociedad.
Así que volvamos al reto que mencioné al principio de este artículo: mi necesidad de desarrollar posiblemente un sentido más maduro de mi propio lugar en el tiempo y la historia. Una de las formas en las que intento hacerlo es reflexionando sobre el tiempo y cómo lo utilizo. Los escritos de Shoghi Effendi, el Guardián de la Fe bahá’í, me resultan especialmente compasivos y alentadores cuando intento hacerlo. Shoghi Effendi escribió hace casi un siglo, en 1930:
Es nuestro deber sopesar estas cosas en nuestro corazón, procurar ampliar nuestra visión y profundizar nuestra comprensión de esta Causa, y disponernos, resueltamente y sin reservas, a desempeñar nuestro papel, por pequeño que sea, en éste el mayor drama de la historia espiritual de la humanidad.
Gracias a estas inspiradoras palabras, a menudo siento que, de alguna manera, encajo en un panorama más amplio. Gracias a estas palabras también puedo imaginar que este «drama de la historia espiritual del mundo» comenzó mucho antes de mi estancia aquí, y continuará mucho después. Estas ideas me ayudan a reflexionar sobre mi lugar y mi propósito. Ojalá –y todo a su debido tiempo– tú y yo podamos construir juntos algo más grande que el fruto de nuestras propias vidas individuales y dedicar el pequeño lapso de tiempo que cada uno de nosotros pasa en esta Tierra a su mejoramiento.
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