Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Si bien nos esforzamos por ayudar al desarrollo espiritual y de carácter de nuestros hijos, no podemos descuidar otra área importante que afecta su crecimiento y prosperidad personal: la educación.
La educación es una necesidad incuestionable para el avance de nuestra sociedad en general. Nunca se puede dar el suficiente énfasis a la importancia de crear una cultura de aprendizaje para nuestros niños, por lo que las enseñanzas bahá’ís exigen la educación obligatoria universal para todos los niños:
…es de incumbencia del padre y de la madre adiestrar a sus hijos, tanto en la buena conducta como en el estudio de libros; es decir, en el grado que se requiera tal estudio, de modo que ningún niño, ya sea mujer o varón, permanezca iletrado. – Abdu’l-Bahá, Selecciones de los escritos de Abdu’l-Bahá, pág. 97.
Necesitamos ver la educación no solo como un período de entrenamiento durante la infancia, sino como una búsqueda progresiva de por vida que permita a los niños avanzar más allá de la capacidad de leer y escribir, para que puedan comprender matices y asociaciones conceptuales dentro de la palabra escrita. Tal visión ve la educación como un proceso interminable, cuyo objetivo no es simplemente convertirse en alguien instruido, sino en alguien sabio.
Esto es algo que podemos inculcar en nuestros hijos con el ejemplo: aprendiendo de por vida a nosotros mismos y demostrarles a nuestros hijos las alegrías del aprendizaje. Dar un buen ejemplo es responsabilidad de ambos padres; sin embargo, la madre suele ser la primera persona con la que se vincula el niño y, por lo tanto, tiene una mayor influencia sobre ese proceso de aprendizaje. Las enseñanzas bahá’ís dejan esto muy claro:
La madre es la primera educadora del niño. Pues los niños al comienzo de la vida son frescos y tiernos como un tallo joven y pueden ser educados en cualquier forma que se desee. Si el niño se cría derecho, así crecerá, en perfecta simetría. Es evidente que la madre es la primera maestra y es ella quien establece el carácter y la conducta del hijo. – Abdu’l-Bahá, de una tabla traducida del persa.
¡Oh madres amorosas! Sabed que a la vista de Dios la mejor de todas las maneras de adorarle es educando a los niños e instruyéndolos en todas las perfecciones de la humanidad; y no puede imaginarse una acción más noble que ésta. – Abdu’l-Bahá, Selecciones de los Escritos de Abdu’l-Bahá, pág. 106.
De hecho, las enseñanzas bahá’ís indican que en materia de educación, si los padres se enfrentan a la necesidad de elegir entre educar a sus hijos o hijas, deben educar primero a sus hijas. Esto se debe al papel que estas futuras madres eventualmente jugarán en la educación de sus propios hijos:
«Todas las religiones anteriores», dijo Abdu’l-Bahá, «le dieron al hombre una posición más alta que a la mujer, pero Bahá’u’lláh ha declarado que ambos son iguales en todas las condiciones y grados». – The Baha’i World , Volumen 2, pág. 233.
Para los bahá’ís, la importancia primordial de este principio se relaciona con el hecho de que los padres que pueden permitirse educar solo a un hijo deben dar preferencia a una hija en lugar de un hijo, porque las madres son las primeras educadoras:
… la educación de la mujer es más necesaria e importante que la del hombre, pues la mujer es la educadora del niño desde su infancia. Si ella es imperfecta y tiene faltas, el niño necesariamente será deficiente; por consiguiente, la imperfección de la mujer implica una condición de imperfección en toda la humanidad puesto que es la madre quien educa, nutre y guía el crecimiento del hijo… Si el educador es incompetente, en consecuencia, el educando será deficiente. Este es evidente e incontrovertible. ¿Puede un estudiante ser brillante y culto si el profesor es analfabeto e ignorante? Las madres son las primeras educadoras de la humanidad; si fuesen imperfectas, ¡ay de la condición y el futuro de la raza! – Abdu’l-Bahá, La promulgación a la paz universal, pág. 149.
Esta es la razón del énfasis bahá’í en asegurar que las mujeres estén bien educadas y preparadas para atender todos los componentes necesarios del desarrollo emocional, físico, intelectual y espiritual de sus hijos. Este principio no contradice las enseñanzas bahá’ís de que todos los niños, independientemente del género, deben ser educados, y que los padres tienen un papel igualmente importante que desempeñar en la educación de los niños; simplemente refuerza el alto valor de la educación de las mujeres. En una comunidad con buena funcionalidad, una familia debe poder recibir apoyo para la educación de sus hijos, ya que es en el mejor interés de la comunidad garantizar que se satisfagan las necesidades educativas de todos los niños:
…la educación y la enseñanza están consignadas en el Libro de Dios como obligatorias y no voluntarias. Es decir, se les impone al padre y a la madre, como un deber, hacer todos los esfuerzos por instruir a la hija y al hijo, amamantarlos con el pecho del conocimiento y criarlos en el regazo de las ciencias y las artes. – Abdu’l-Bahá, Selecciones de los Escritos de Abdu’l-Bahá, pág. 96.
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