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Religión

Escépticos: Investiguen la Fe bahá’í

Cynthia Barnes-Slater | Jun 19, 2018

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Cynthia Barnes-Slater | Jun 19, 2018

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Vivimos en una era de escepticismo extremo sobre la religión y los seguidores de la religión.

Mientras el mandamiento bíblico «No matarás» (Éxodo 20:13) se rompe cada segundo en algún lugar de cada continente, no es de extrañar que muchas personas se sientan escépticas sobre el impacto de las palabras religiosas sobre las acciones humanas. En la Fe Bahá’í, la investigación independiente de la verdad religiosa es un principio fundamental:

“La primera [enseñanza de Bahá’u’lláh] es la investigación independiente de la verdad; pues la ciega imitación del pasado atrofia la mente. Mas cuando cada alma indague la verdad, la sociedad será librada de la lobreguez de la continua repetición del pasado”.– Selección de los Escritos de Abdu’l-Bahá, p. 202.

La diferencia entre lo que las personas dicen y lo que hacen existe en todos los ámbitos de la vida y en todos los idiomas. Esta incongruencia da lugar al escepticismo religioso. Por ejemplo, podemos observar la dicotomía de la enseñanza religiosa: «Ama a tu prójimo como a ti mismo» – Mateo 22:27; sin embargo, es posible que no conozcamos a nuestros vecinos o que los desacreditemos continuamente debido a nociones y prejuicios preconcebidos.

El desafío de vivir una vida religiosa coherente se basa en actuar consistentemente en congruencia con las enseñanzas morales centrales de todas las religiones. Los escritos bahá’ís incluyen exhortaciones para que cada ser humano actúe con sinceridad y humildad:

Aquellos que son los amados de Dios, doquiera se reúnan y a quienquiera encuentren, deben mostrar, en su actitud hacia Dios, y en la forma en que celebran su alabanza y gloria, tal humildad y sumisión, que cada átomo de polvo bajo sus pies pueda atestiguar la profundidad de su devoción. La conversación de estas almas santas debe estar dotada con poder tal que estos mismos átomos se sientan estremecidos por su influencia. Deben comportarse en tal forma que la tierra sobre la cual caminan nunca pueda dirigirles palabras como éstas: «Yo debo ser preferida antes que vosotros. Observad con qué paciencia sobrellevo la carga que el labrador me pone encima. Yo soy el instrumento que imparte continuamente a todos los seres las bendiciones que Aquel quien es la Fuente de toda gracia, me ha confiado. No obstante el honor que me ha sido conferido y las innumerables pruebas de mi riqueza, riqueza que satisface las necesidades de toda la creación, mirad cuán grande es mi humildad, atestiguad con cuanta sumisión permito ser hollada por los pies de los hombres…». – Bahá’u’lláh, Pasaje de los Escritos de Bahá’u’lláh, p. 202.

El hecho de que la «Madre Tierra» nos brinde la «riqueza para abastecer las necesidades de toda la creación» es un poderoso recordatorio de humildad y el componente esencial de la fe de muchos pueblos indígenas.

Podemos cuestionar la validez de la doctrina religiosa cuando observamos una desconexión entre los elevados estándares de humildad, comportamiento personal y responsabilidad y el comportamiento inmoral o desviado de la sociedad humana y la falta de responsabilidad. La Biblia enseña «Dios es amor» (1 Juan 4: 8), y las enseñanzas bahá’ís reiteran esta verdad esencial:

La humanidad, desgarrada por la disensión y consumida de odio pide a gritos en esta hora una medida mayor de ese amor nacido de Dios, ese amor que en última instancia demostrará ser el único disolvente de sus dificultades y problemas sin cuento. – Shoghi Effendi, La Administración Bahá’í, p. 62.

Es comprensible que los escépticos duden, nieguen o cuestionen la existencia de este tipo de amor universal dado que actualmente vemos tantos ejemplos de la ausencia este amor en el mundo. Sin embargo, si la frase «no existen ateos en las cuevas de los lobos» es cierta, entonces las impredecibles catástrofes pueden evocar un deseo humano muy profundo de liberación divina. Muchas almas sin nombre ni huellas surgen para brindar ayuda y consuelo a otros en tiempos de necesidad. Con los desastres surgen preguntas como: «¿Por qué a mí?» O «¿Por qué Dios permitió que esto sucediera?». En esos momentos, buscamos una manifestación tangible del amor eterno de Dios por nosotros, por la humanidad.

Todos los seres humanos experimentan los inevitables desafíos de la vida: pérdida de ingresos o trabajo, enfermedad, muerte, soledad o desesperación por los eventos mundiales. La luz de la verdadera religión puede ser como un bálsamo, aquella capacidad de trascender las circunstancias materiales de nuestras vidas, para inspirarnos y motivarnos a hacer los cambios espirituales internos necesarios para obtener la victoria sobre nuestras circunstancias actuales. Sin embargo, esto debe ser examinado, cuestionado, analizado y reflexionado: cada uno de nosotros tiene esa capacidad. Si aceptamos que la vida humana tiene una doble naturaleza material y espiritual, la religión puede prepararnos para el mundo más allá de la muerte, para el viaje eterno de nuestra alma.

Las enseñanzas bahá’ís dicen que todo ser humano es noble, que todos tenemos la capacidad de conocer y amar a Dios. Nuestro desafío es hacer preguntas, investigar la realidad, pensar y actuar activamente. Podemos elegir vivir dentro de nuestra nobleza interior y reflejar nuestros valores religiosos en nuestras acciones diarias. Poder ser mejor hoy que ayer y ser una causa de luz para el mundo: ¡qué antídoto emocionante para el miasma actual de desesperación y confusión que vemos a nuestro alrededor! Al igual que un motor de alta potencia, no podemos lograr ningún impulso hacia adelante sin esfuerzo, sin probar de qué estamos hechos, sin superar los obstáculos, tanto conocidos como desconocidos.

Todos los días nos acercamos al mundo del polvo. Las enseñanzas Bahá’ís indican que nosotros los humanos tenemos la opción y la capacidad para, ya sea el estasis espiritual o la regeneración. Nuestras vidas materiales nos ofrecen la oportunidad de «reflejar» en nuestras obras las verdades espirituales de amor, honradez, paciencia, caridad, amabilidad, honestidad y paz. Cada uno de nosotros está en un viaje, dotado de facultades espirituales, para elegir reflejar en nuestras acciones diarias la esencia de la religión o su dogma falsificado. En la Fe bahá’í, ningún intermediario humano puede absolvernos de este requisito, ya que los bahá’ís no tienen clero. Los bahá’ís saben que la declaración de creencia en Bahá’u’lláh y la lealtad a sus leyes y principios es solo el primer paso en su viaje eterno.

Los bahá’ís leen y reflexionan diariamente sobre los escritos bahá’ís, estudian y meditan y traducen el conocimiento en acción para servir a nuestras comunidades en todo el mundo. Bahá’u’lláh dijo:

Para cada uno de vosotros es deber supremo escoger para sí lo que nadie pueda violar ni usurpar. Esto es -y ello me lo atestigua el Todopoderoso- el amor a Dios, si sólo pudierais comprenderlo. Construid para vosotros casas que ni la lluvia ni los diluvios podrán jamás destruir, y que os protejan de los cambios y azares de esta vida”. – Pasaje De los Escritos de Bahá’u’lláh, p. 261.

Como seres humanos, nuestra búsqueda escéptica no puede ser desviada por respuestas débiles, sin fundamento o réplicas dogmáticas. Cuando una persona dice «Creo» ¿es eso suficiente? Seguramente, esa persona será examinada, se cuestionarán sus creencias para ver si están enraizadas en un lecho de roca y no en arenas movedizas.

Así que adelante, ¡sé escéptico! ¡Y construye tu casa!

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