Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
¿Alguna vez has escuchado un mensaje interior, un silencioso y divino llamado desde algún lugar profundo de tu alma?
Algunos filósofos lo llaman «la tranquila y pequeña voz del espíritu». Pero no tiene por qué ser un susurro, a veces esa llamada puede ser mucho más intensa:
“Es tan fuerte el llamamiento… que los oídos humanos están casi ensordecidos por sus vibraciones. Paréceme que toda la creación se rompe y salta en pedazos por la demoledora influencia del divino emplazamiento procedente del trono de gloria”. – Abdu’l-Bahá, citado por Shoghi Effendi en El Orden Mundial de Bahá’u’lláh, p. 179.
¿Lo has oído? Si es que no, ¿estás viendo aquella ruptura masiva que afecta a todos los aspectos de la vida humana?
Los bahá’ís afirman conocer la fuente de ese llamado divino y la ruptura que lo acompaña: la aparición y las enseñanzas de Bahá’u’lláh:
“Cuando la Palabra de Dios se revela a todas las cosas creadas, quienquiera escuche y atienda la Llamada se cuenta, en verdad, entre las almas más distinguidas, aunque sea un deshollinador. Y quien se aparte, se cuenta entre los más bajos de sus siervos, aunque sea un gobernante entre los hombres y posea todos los libros que hay en los cielos y en la tierra.
Te incumbe observar con perspicacia divina las cosas que hemos revelado y que te hemos enviado, y no mirar a las gentes y las cosas que son corrientes entre ellas”. – Las Tablas de Bahá’u’lláh, p. 125.
Bahá’u’lláh incluso envió advertencias escritas a los reyes y gobernantes de su época a prestar atención a este llamado, aconsejándoles que se alejaran de la quimera del poder material y el dominio. Estos ignoraron sus admoniciones, y nos encontramos en una cuasi paz inestable, en la cual una chispa de agresión podría potencialmente encender otro holocausto global.
El llamado divino no es otro que el llamado de unidad, paz y amor para toda la humanidad. Las enseñanzas bahá’ís dicen que fue emitida directamente por Dios, a través de Bahá’u’lláh, como el profeta y fundador más reciente de una gran Fe mundial. Todos los profetas de Dios anteriores han traído este llamado, pero este día es único, porque hoy la paz «no solo es posible sino inevitable», como escribió la Casa Universal de Justicia en su declaración de 1985, La promesa de la paz mundial.
Cada uno de nosotros tiene el potencial de atender este llamado, a través de nuestra propia voluntad y deseo de actuar al servicio de la humanidad.
Sin embargo, cada uno de nosotros abraza la fe en Dios y su religión de muchas maneras diferentes. Algunos caminos a Dios y a la verdad eterna son más largos que otros. Los obstáculos siempre se presentarán, uno debe reconocerlos, orar y superarlos a través de acciones o la voluntad de cambiar. No es fácil ser un creyente, como dicen los escritos de Bahá’u’lláh:
“No te ocupes de este mundo pues con fuego probamos el oro y con oro probamos a nuestros siervos”. – Bahá’u’lláh, Las Palabras Ocultas, p. 16.
Parte de la naturaleza de la vida es que nuestra fe será puesta a prueba y nos sentimos extasiados cuando somos capaces de pasar esas pruebas. Crecemos, y también lo hacen los que nos rodean.
El acto de responder al llamado divino es algo exclusivo de cada uno y este comienza con el servicio a Dios y a la humanidad. El servicio a Dios es el camino que elegimos por nosotros mismos y el servicio a la humanidad lo elegimos por nuestra familia, amigos, vecinos y extraños, especialmente por los pobres y oprimidos. Para un bahá’í, el servicio debe ser para cada persona que conozcamos.
Cuando lleguemos a una aceptación de Dios y su divina voluntad para que sirvamos a la humanidad, nosotros y el mundo y todo lo que hay en ella comenzará a cambiar, al igual que la superficie del agua se ondula al lanzar una piedrita en sus profundidades. Suficientes piedritas y el agua se elevará, curando los males de la humanidad y lavando la escoria.
Bahá’u’lláh escribió: “Se ha hecho evidente cuanto encerraban todas las Escrituras del pasado. Ya no es posible dudar ni vacilar…”. – Bahá’u’lláh, citado por Shoghi Effendi en El Orden Mundial de Bahá’u’lláh, p. 179.
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