Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Uno de mis mayores desafíos actuales es lograr desarrollar fortaleza emocional, y creo que la solución yace tanto en lo material como lo espiritual.
He pasado por situaciones que me sacudieron hasta poner en duda todos mis valores y hacerme reanalizar mi personalidad entera. Al ver desnudadas todas las fallas en mis relaciones y sintiéndome en uno de los lugares más oscuros de mi vida, no tuve otra opción que sentarme a evaluar mi vida de la manera más sincera que pudiera.
Siempre consideré que tuve una infancia afortunada, ya que nunca tuve ningún trauma o problema lo suficientemente grande como para que afectara mi vida. Las circunstancias que me pusieron en un camino de autoanálisis profundo me dieron también la fuerza para comprender que aunque había intentado muchas veces mejorar, siempre volvía a ciertos malos hábitos. Recordé esa célebre frase atribuida a Albert Einstein: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”.
Comprender que debía comenzar a hacer las cosas de forma diferente también fue una píldora difícil de tragar, ya que el camino más obvio era recibir terapia profesional, algo que había evitado toda mi vida debido a los estigmas asociados a ella y mi ego a la hora de creer que “yo podía solo”. Buscar ayuda profesional debería ser algo digno de alabanza, pero lastimosamente nuestra sociedad en muchos sentidos lo ve como algo que debemos esconder. Los escritos bahá’ís nos exhortan a buscar ayuda profesional:
Existen dos maneras de curar las enfermedades: por medios materiales y por medios espirituales. El primero es mediante el empleo de remedios, de medicamentos; el segundo consiste en orar a Dios y volverse hacia Él. Ambos medios deben utilizarse y practicarse. Bahá’í World Faith, p. 375
Pensar en una solución única a un problema que tiene un sinfín de ramificaciones es como pensar que un solo tipo de ejercicio mantendrá a todo tu cuerpo en forma. En mi caso tuve la suerte de tener a mi alrededor gente experta en distintos ámbitos que me abrieron los ojos a la necesidad de soluciones múltiples para los problemas emocionales. Gracias a estas conversaciones logré encontrarme con artículos que analizan los problemas psicológicos desde una perspectiva científica, En estos casos muchos recomiendan llevar a cabo una multitud de actividades de distintas índoles para lograr una solución más profunda y duradera. Por ejemplo, en un artículo el Dr. Jorge Jaber, profesor de estudios de postgrado en psiquiatría en la PUC-Río y de estudios de postgrado en dependencia química en la Facultad de Medicina de Harvard, nos dice lo siguiente:
“Usar medicamentos no es suficiente. Es importante que la persona haga ejercicio, participe en actividades espirituales o vinculadas al arte, que se han vuelto aún más accesibles para los ancianos. Somos el resultado de la genética y el medio ambiente. Esto no solo cambiará la respuesta genética, sino que también tendrá una gran influencia en el sentido de crear un nuevo estilo de vida”.
Durante mucho tiempo de mi vida creí ser capaz de solucionar todos mis problemas yo solo, lo que pensé era una fortaleza interna; hoy en día comprendo que, en cierta manera, era un simple acto de egocentrismo y terquedad. Sin ayuda, cada problema, aunque sea muy pequeño, se puede convertir rápidamente en una montaña difícil de escalar. Aceptar mis errores, intentar a diario mejorar y evitar la actitud de “así soy yo, quien me quiera que me acepte” es un balance muy complejo.
Dentro de este análisis logré comprender que me había desviado de lo que siempre me trajo alegría: mi fe.
La oración y el autoanálisis me brindaron una guía que creí imposible de encontrar y la confianza en Dios me dio una esperanza que hubiese sido imposible de atribuir a nada más que una fuerza que se encuentra por encima de este plano terrenal. Las palabras que leí en los escritos bahá’ís me dieron fuerza para avanzar más allá de aquel estado. No sabía hacia dónde iba, pero tenía la seguridad de que era el camino correcto. La certeza de saber que Dios solo quiere lo mejor para mí, aunque no lo comprenda en ese determinado momento, y la confirmación de que nadie en esta vida sabe que es lo mejor para uno más que Dios, fueron clave para salir lentamente de esa situación.
“Y si te sobreviniese la aflicción en mi sendero o la degradación por mi causa, no te preocupes por ello.
Confía en Dios, tu Dios y Señor de tus padres, pues las gentes vagan por los senderos del error, privadas de discernimiento para ver a Dios con sus propios ojos o escuchar su melodía con sus propios oídos. Así las hemos encontrado Nosotros, como tú también lo atestiguas.” Tabla de Ahmad Bahá’u’lláh
Luchar a diario y analizar cómo hacerlo mejor al día siguiente es algo que lleva mucha práctica y gasta mucha energía. Sin embargo, es reconfortante comprender que esforzarse es el paso más grande que podemos tomar y que, sin duda, encontraremos ayuda en el camino. Muchos escritos bahá’ís se refieren a la relación del mundo físico y espiritual a la hora de encarar nuestros estados emocionales:
Los poderes del nervio simpático no son enteramente físicos ni enteramente espirituales, sino que están entre los dos. El nervio se encuentra en relación con ambos. Su funcionamiento será perfecto cuando sus relaciones espirituales y físicas sean normales. – Tablas de ’Abdu’l-Bahá, p. 309.
Hoy puedo decir que aunque mis problemas aún están presentes, mi actitud frente a ellos ha cambiado. Esto me ha generado una felicidad espiritual que proviene de una fuente inagotable. No me avergüenzo de mis errores y me esfuerzo por convertirme en la mejor versión de mí, combinando la ayuda del mundo material con la del mundo espiritual.
Cuando el mundo material y el mundo espiritual estén bien relacionados, cuando los corazones sean celestiales y las aspiraciones lleguen a ser puras y espirituales, entonces se producirá una conexión perfecta y tal poder dará lugar a manifestaciones de perfección. Las enfermedades físicas y espirituales recibirán una cura absoluta» Tablas de ’Abdu’l-Bahá, p. 309.
Volverme a los escritos bahá’ís a diario me da energías para cambiar mi vida. Me alegro cuando logro encontrar en viejas y nuevas amistades una conexión sincera y profunda; en ciertas ocasiones, incluso algunos amigos me recalcaron que no creían posible conectar conmigo de esa manera antes y sienten un gran cambio en nuestra relación. Nunca dejo de recordar que no he llegado a mi destino final todavía, pero con la ayuda y las nuevas percepciones que he encontrado en mi camino, siento, sin lugar a duda, que estoy caminando en la dirección correcta.
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