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Espiritualidad

Investigación racional usando la ciencia y la revelación divina

Patricia Wilcox | May 20, 2018

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Patricia Wilcox | May 20, 2018

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¡Qué época maravillosa! ¡Qué descubrimientos extraordinarios se están haciendo! Solo podremos estimar completamente la maravillosa época en la que nosotros, los ciudadanos del mundo del siglo XXI, estamos viviendo en el futuro distante.

En contraste con nuestro pasado, cuando los seres humanos estábamos más preocupados por nuestra capacidad colectiva a nivel de nuestra familia, tribu o nación, en la presente edad podemos considerarnos como «seres internacionales» y gracias a los avances en la ciencia, incluso viajar en el espacio, estamo en el camino de convertirnos en «seres universales».

Los avances en la ciencia y las comunicaciones han resultado en la exposición a nuevos pensamientos, ideas y valores. Sin embargo, como resultado, estamos siendo testigos de muchos enfrentamientos de religión, cultura y costumbres, que están desafiando a muchos sistemas de creencias tradicionalmente arraigados. La educación material generalizada en muchos casos ha tenido el efecto de desacreditar los conocimientos pasados de la religión y de inculcar la creencia de que la ciencia y la religión son de algún modo incompatibles. Sobre este tema, la Casa Universal de Justicia escribió:

En occidente, es común pensar que la ciencia y la religión ocupan dos áreas distintas, e incluso opuestas, del pensamiento y la actividad humana. Esta dicotomía se puede caracterizar en dúos de antítesis: fe y razón; valor y hecho. -Mensaje de la Casa Universal de Justicia, 1963-1986, pp. 388-389.

Estas aparentes dicotomías entre fe y razón, y valor y realidad, presumiblemente no se experimentaron comúnmente en nuestro período pasado de vida tribal, y la unidad esencial de estos diferentes valores no ha cambiado aun hoy en día en muchos pueblos indígenas que tienen mucho que enseñar a aquellos de nosotros que no son. Desafortunadamente, con el tiempo, nuestra creciente capacidad material, nuestro progreso y nuestros logros nos han llevado a una posición en la que la idea de que la vida se trata principalmente de asuntos materiales ha avasallado nuestra naturaleza espiritual. Para poder dirigirnos hacia una mejor futuro, es esencial que desafiemos esa falta de equilibrio.

En el mundo occidental de hoy, la religión es vista como una resaca de la etapa más primitiva de la humanidad, una idea creada por el hombre ahora desmentida por la razón, o un producto pasado de moda de seres humanos falibles que luchan por la verdad, reflejando las limitaciones del pensamiento humano y condiciones sociales.

El resultado de esta visión de la religión es a menudo, lamentablemente, una negación total de la realidad, o incluso de la posibilidad de la existencia de un canal humano capaz de compartir las enseñanzas de Dios con la humanidad. Sin embargo, creo que la verdadera religión es completamente compatible con la investigación científica, en lugar de estar en firme conflicto con esta.

Para mí, como bahá’í, una comprensión profunda de las escrituras y enseñanzas de Bahá’u’lláh requiere que «tome el paso de la búsqueda en el camino que conduce al conocimiento del Anciano de los Días [Dios]». Algunos principios importantes de la Fe bahá’í son: que todos los niños en el mundo reciban una educación; que cada persona debería investigar independientemente la verdad por sí misma, en lugar de seguir ciegamente lo que otros dicen que es verdad; y que la ciencia y la religión están esencialmente en armonía entre sí.

Muchos que han estudiado las enseñanzas de Bahá’u’lláh se han convencido de la verdad de su afirmación de ser un mensajero de Dios para este día y edad, y han llegado a esta conclusión a través de un proceso de pensamiento racional. Por ejemplo, muchos han llegado a esta conclusión porque han visto sus enseñanzas en acción, la forma en que estas han producido una transformación en sus propias vidas diarias o en las vidas de los demás. Esta transformación se convierte en parte de la evidencia utilizada para confirmar racionalmente las afirmaciones de verdad hechas por Bahá’u’lláh.

Por lo tanto, en lugar de ver la religión como el producto limitado de los humanos que luchan por la verdad, en este caso podemos ver que la palabra creativa de Dios, escrituras sagradas que contienen guía espiritual y enseñanzas, es de hecho algo que trasciende al ser humano y opera en consonancia con el poder divino para transformar el pensamiento y la acción humana.

Sobre este tema la Casa Universal de Justicia escribió:

El principio de la armonía entre la ciencia y la religión no solo significa que las enseñanzas religiosas deban estudiarse a la luz de la razón y la evidencia, de la fe y la inspiración, sino también que todo en esta creación, todos los aspectos de la vida humana y el conocimiento debe ser estudiado a la luz de la revelación, así como en la de la investigación puramente racional. -Mensaje de la Casa Universal de Justicia, 1936-1986, pp. 388-389.

Por ejemplo, creo que es importante distinguir entre el cristianismo, el mensaje divinamente revelado dado por Jesús, y el posterior desarrollo de la cristiandad, la historia de lo que los hombres han hecho con ese mensaje en los siglos siguientes. Esta distinción a menudo se oscureció en la teología cristiana resultante.

La investigación imparcial requiere que, al buscar los hechos de cualquier asunto, el buscador de la verdad mantenga el equilibrio de ser completamente abierto y considerado con los hechos científicos, mientras que también interpreta estos a la luz de las enseñanzas espirituales que se nos dan en las escrituras divinamente reveladas, que para mí serían las sagradas escrituras de la Fe Bahá’í. Bahá’u’lláh se refirió a este concepto de investigar abiertamente la verdad con una mente imparcial en estas palabras:

«Un buscador verdadero… debe, antes que nada, limpiar y purificar su corazón… del polvo ofuscador de todo conocimiento adquirido y de las insinuaciones de las personificaciones de la fantasía satánica»- Bahá’u’lláh, El Libro de la Certeza, p. 152.

Luego, en el mismo pasaje, Bahá’u’lláh escribió:

Es Nuestro propósito, al revelar estas convincentes e importantes palabras, inculcar en el buscador que debe considerar todo, excepto a Dios, como transitorio, y debe valorar todo lo que no sea Él, Quien es el Objeto de toda adoración, como la nada absoluta. -Ibid, p. 154. 

Una percepción que obtengo de estos pasajes es que las enseñanzas de Dios también se convierten en un criterio con el que medimos la verdad, una medida para evaluar afirmaciones. Al buscar los hechos de cualquier asunto, debemos, por supuesto, tener una mente abierta y abordarlo científicamente; sin embargo, en nuestra interpretación de los hechos y nuestra evaluación de la evidencia, también deberíamos sopesar diferentes principios espirituales y enseñanzas divinas como parte de nuestro proceso de razonamiento:

La división entre la ciencia y la religión es solo un ejemplo de la tendencia de la mente humana (que necesariamente está limitada en su capacidad) a concentrarse en una virtud, un aspecto de la verdad, un objetivo, y la exclusión de otros. Esto conduce, en casos extremos, al fanatismo y la distorsión total de la verdad, y en todos los casos a un cierto grado de desequilibrio e inexactitud. Un erudito que está imbuido de una comprensión de las amplias enseñanzas de la Fe siempre recordará que ser un erudito no lo exime de los deberes y propósitos primordiales para los cuales se han creado a todos los seres humanos. Todos los hombres, no solo los eruditos, son exhortados a buscar y defender la verdad, sin importar cuán incómodo pueda ser. – Una compilación sobre los eruditos Bahá’í: Declaraciones del Centro Mundial Bahá’í publicados en Baha’i Studies Review, 3:2, Londres, 1993.

A medida que entendemos más sobre la naturaleza complementaria de la ciencia y la religión, se crearán nuevas formas de existencia humana. Los inimaginables recursos que existen dentro de nuestra gran familia humana se comprenderán progresivamente, y se aclarará el camino a seguir. Luego, cuando se reconozca y se establezca la armonía entre la ciencia y la religión, la humanidad podrá mirar al futuro con creciente optimismo.

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