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La extensión global de la fe bahá’í

Kenneth E. Bowers | Jul 21, 2018

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Kenneth E. Bowers | Jul 21, 2018

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A lo largo de todo su ministerio, Bahá’u’lláh instó a sus seguidores a compartir las enseñanzas bahá’ís con otros.

A menudo elucidaba cómo la Fe bahá’í se extendería por todo el mundo. Él abolió el concepto de guerra santa y prohibió a sus seguidores participar en cualquier comportamiento contencioso o violento. En particular, prohibió la sedición y la participación de cualquier tipo en la actividad política partidista. La Fe, subrayó Bahá’u’lláh a sus seguidores, no debe expandirse por la fuerza o el argumento de ningún tipo, sino a través del poder del ejemplo:

 «¡Oh pueblos de la tierra! Apresuraos a realizar el deseo de Dios y luchad valientemente, como os corresponde luchar, por amor a la proclamación de Su irresistible e inamovible Causa. Hemos decretado que en el sendero de Dios la guerra debe hacerse con los ejércitos de la sabiduría y la expresión, y de un carácter amable y acciones dignas de alabanza. Así ha sido decidido por Aquel que es el Todopoderoso, el Omnipotente. No existe gloria para el que comete desorden en la tierra, después que ha sido creada tan buena. Temed a Dios, oh pueblo, y no seáis de los que actúan injustamente». – Bahá’u’lláh, La Epístola al Hijo del Lobo, p. 24.

Se advierte a los bahá’ís que no asuman una actitud de superioridad hacia los demás; más bien, considerarse a sí mismos como humildes servidores de la humanidad. En el corazón de tales exhortaciones hay una reverencia permanente por el derecho de cada individuo a investigar y determinar la verdad por sí mismo:

Asociaos con todos los hombres, oh pueblo de Bahá, en espíritu de amistad y compañerismo. Si estáis enterados de cierta verdad, si poseéis una joya de la que otros están privados, compartidla con ellos en un lenguaje de sumo afecto y buena voluntad. Si es aceptada, si cumple su propósito, habréis logrado vuestro objetivo. Si alguien la rehusara, dejadlo consigo mismo e implorad a Dios que le guíe. Guardaos de tratarle descortésmente. Una lengua amable es el imán de los corazones de los hombres. Es el pan del espíritu, reviste las palabras de significado, es la fuente de la luz de la sabiduría y el entendimiento. – Ibid., p. 15.

Bahá’u’lláh también aconsejó a los bahá’ís usar la sabiduría y la moderación todo el tiempo y nunca decir más de lo que la gente está dispuesta o dispuesta a escuchar. «Sabios», escribió, «son aquellos que no hablan a menos que tengan quien les escuche», Bahá’u’lláh, Las Palabras Ocultas, págs. 34-35.

Durante la vida de Bahá’u’lláh, muchos bahá’ís se levantaron para enseñar su fe, a menudo bajo circunstancias extremadamente peligrosas. En general, fueron cuidadosos al seguir el consejo de Bahá’u’lláh de compartir la fe con precaución. Sin embargo, frecuentemente provocaron la ira del clero y de los ignorantes, y muchos encontraron sufrimientos e incluso la muerte. A pesar de tal oposición, la Fe bahá’í ganó constantemente en número y fuerza.

Desde sus inicios, la Fe bahá’í se ha encontrado con hostilidad y persecución desde varios sectores. Esto sigue siendo una realidad hoy, especialmente en Irán. Bahá’u’lláh enseñó que tales persecuciones no evitarán el triunfo final de su Causa; de hecho, hubo muchas instancias en su propia vida por las cuales tales tribulaciones se transformaron en victorias asombrosas.

En el Libro Más Sagrado, Bahá’u’lláh anticipó el día en que ya no estaría presente para guiar los asuntos de la comunidad bahá’í. En ese libro y en otros escritos, hizo provisiones para garantizar la unidad y la integridad de la Fe bahá’í para todos los tiempos. También llamó a sus seguidores a continuar el trabajo de difundir sus enseñanzas.

Ha pasado más de un siglo desde que Bahá’u’lláh falleció en 1892. En ese momento, la Fe Bahá’í se ha extendido a más de 190 países y 46 territorios del mundo. Su membresía ahora cuenta con más de 5 millones de personas de unas 2,112 tribus, nacionalidades y razas. La comunidad Bahá’í en todo el mundo, con miembros en más de 116,000 localidades, se dedica a una variedad de esfuerzos locales, inspirados por las palabras de Bahá’u’lláh, para lograr la unidad, la paz y la justicia social. Esos esfuerzos se llevan a cabo no solo en beneficio de los bahá’ís, sino también para toda la humanidad. A medida que Bahá’í Fe gane en número y recursos, ejercerá un papel cada vez más visible y vital en el proceso de transformación mundial que está en marcha como resultado de las energías espirituales desatadas por la revelación de Bahá’u’lláh.

También se debe notar que la Fe Bahá’í acepta contribuciones monetarias solo de los miembros de la religión. Esta guía no pretende discriminar a los que no son miembros, sino más bien reflejar la creencia de los bahá’ís de que las instituciones que están construyendo son regalos de Bahá’u’lláh para el mundo, y pueden funcionar mejor si estas son construidas y apoyadas solo por aquellos que son plenamente conscientes de las afirmaciones inherentes a la revelación de Bahá’u’lláh.

La Casa Universal de Justicia, el órgano supremo de gobierno de la Fe bahá’í, escribió una declaración pública que abordaba los requisitos previos esenciales para la paz tal como lo enseñaba Bahá’u’lláh. En este documento, titulado La Promesa a la Paz Mundial, la Casa Universal de Justicia señala que la esperanza de alcanzar la unidad mundial ya ha sido desplegada a través del progreso que ha hecho la Fe Bahá’í:

La experiencia de la comunidad bahá’í puede verse como un ejemplo de esta creciente unidad. Es una comunidad de unos tres o cuatro millones de personas* provenientes de muchas naciones, culturas, clases y credos, que se dedican a múltiples actividades al servicio de las necesidades espirituales, sociales y económicas de los pueblos de muchas tierras. Es un solo organismo social que representa la diversidad de la familia humana, que dirige sus asuntos por medio de un sistema de principios consultivos comúnmente aceptados y que aprecia igualmente a todas las grandes corrientes de Guía divina a lo largo de la historia. Su existencia es otra prueba convincente de que la visión de su Fundador de un mundo unido es practicable, otra prueba de que la humanidad puede convivir como una sociedad global dispuesta a afrontar los desafíos que pueda implicar la llegada a su mayoría de edad. Si la experiencia bahá’í puede contribuir en cualquier medida a fortalecer la esperanza en la unidad de la humanidad, nos sentimos felices de ofrecerla como modelo para su estudio. – La Promesa de la Paz Mundial, pp. 23–24.

Hoy, después de un siglo de rápido crecimiento, la comunidad Bahá’í representa solo un pequeño porcentaje de la raza humana. Sin embargo, Abdu’l-Bahá exhortó a los bahá’ís a tomar una perspectiva a largo plazo, asegurándoles la victoria final del propósito de Dios:

No tengáis en cuenta el presente, fijad vuestra mirada en los tiempos por venir. Al comienzo, cuán pequeña es la semilla y, sin embargo, al final, es un árbol enorme. No dirijáis la mirada a la semilla, dirigidla al árbol, y a sus flores, y a sus hojas, y a sus frutos. Considerad los días de Cristo, cuando nadie Le siguió, salvo un pequeño grupo; luego observad cuán enorme árbol llegó a ser esa semilla, contemplad sus frutos. Y ahora han de ocurrir cosas aun más grandes que ésas, pues ésta es la convocación del Señor de las Huestes, ésta es la llamada de trompeta del Señor viviente, éste es el himno de la paz mundial, éste es el estandarte de rectitud y confianza y entendimiento enarbolado entre la diversidad de los pueblos del globo, éste es el esplendor del Sol de la Verdad, ésta es la santidad del espíritu de Dios mismos. Ésta, la más poderosa de las dispensaciones, envolverá toda la tierra, y bajo su emblema todos los pueblos se reunirán y encontrarán un abrigo común. – ‘Abdu’l-Bahá, Selección de los Escritos de ‘Abdu’l-Bahá, p. 82.

En este pasaje, Abdu’l-Bahá estableció un paralelo entre la difusión de la Fe Bahá’í y la del cristianismo. La mayor diferencia, que ya se puede ver, es la de la escala; porque mientras que el cristianismo solo se había extendido en el mundo mediterráneo y partes de Asia Menor en sus primeros cien años, la Fe de Bahá’u’lláh ha impregnado casi todo el globo en aproximadamente el mismo tiempo. Según la Enciclopedia Británica, ahora es el segundo lugar detrás del cristianismo en cuanto a la cantidad de países y territorios donde se encuentran sus seguidores. – Worldwide Adherents of All Religions by Six Continental Areas, Mid-2002, Encyclopaedia Britannica, 2003.

Tal logro sin precedentes está alineado con la misión mundial de la Fe bahá’í y con la estación de Bahá’u’lláh como el Prometido de todas las edades.

La alianza de Bahá’u’lláh que fue establecida para asegurar que su Fe siga siendo una e indivisible ha tenido éxito. De vez en cuando ha habido intentos de causar una brecha dentro de las filas de los bahá’ís, pero ninguno logró su fin. Después de más de un siglo, la Fe bahá’í permanece unida. Esta hazaña, sin parangón en la historia religiosa, constituye otro testimonio más del poder divino de su autor Bahá’u’lláh.

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