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¡La humanidad tiene un futuro brillante!

Marty Schirn | Ago 15, 2020

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Marty Schirn | Ago 15, 2020

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Las condiciones del mundo parecen empeorar con cada día que pasa. Es difícil sentirse esperanzado mientras vemos con horror los eventos diarios que suceden en nuestro planeta. Sin embargo, los bahá’ís de todo el mundo tienen mucha esperanza y entusiasmo por el futuro de la humanidad.

Sí, la gente está sufriendo, y las cosas se ven oscuras. Pero las enseñanzas bahá’ís explican que la humanidad está experimentando aquellos severos dolores de parto a medida que damos a luz una nueva civilización mundial espiritual cuya frontera será el planeta entero; cuyo fundamento será la justicia sin distorsiones y el amor incondicional; cuyos sólidos principios reflejarán la unicidad de Dios, la unicidad de la humanidad, la unicidad de la religión; cuya consigna será la unidad en la diversidad; y cuya gloria y majestad no podemos ni siquiera imaginar en la actualidad. Shoghi Effendi, el Guardián de la fe bahá’í, lo resumió así:

“La unificación de toda la humanidad es el distintivo de la etapa hacia la cual se aproxima ahora la sociedad. La unidad de la familia, de la tribu, de la ciudad estado y de la nación han sido intentadas sucesivamente y establecidas por completo. La unidad mundial es la meta que una humanidad hostigada se empeña por lograr. La construcción de las naciones ha llegado a su fin. La anarquía inherente a la soberanía del Estado se acerca a su clímax. Un mundo que crece hacia la madurez debe abandonar este fetiche, reconocer la unicidad y la integridad de las relaciones humanas y establecer, de una vez por todas, el mecanismo que mejor pueda encarnar este principio fundamental de su vida”.

La muerte es nacimiento, no podemos tener uno sin el otro. Cuando un bebé nace en este mundo, «muere» con respecto al cálido y confortable vientre de la madre donde vivió felizmente durante nueve meses. Él deja esa vida para siempre al entrar en esta vida, sin tener idea de que esta vida existe.

De la misma forma, las enseñanzas bahá’ís dicen que dos procesos simultáneos y paralelos están ocurriendo en este momento de la historia humana. Cada uno afecta al otro; cada uno está aumentando a un ritmo acelerado.

El primero es un proceso de desintegración. Los bahá’ís creen que la desunión es la enfermedad de nuestro tiempo. Todos los innumerables problemas a los que nos enfrentamos, por muy graves que sean, son síntomas de esta enfermedad cada vez más destructiva. Gente en todas partes intenta con todas sus fuerzas resolver nuestros innumerables problemas. Pero al no trabajar juntos en unidad y armonía, llegan a soluciones conflictivas, creando aún más desunión.

Con esta creciente desunión, es fácil observar que las antiguas creencias, prácticas, tradiciones e instituciones están muriendo. En última instancia, las enseñanzas bahá’ís dicen que esos viejos principios deben ser dejados de lado para dar lugar a una nueva realidad humana:

“El llamamiento de Bahá’u’lláh se orienta principalmente contra toda forma de provincialismo, toda estrechez de miras y prejuicio. Si los ideales albergados durante largo tiempo e instituciones consagradas por la tradición, si ciertas convenciones sociales y fórmulas religiosas han dejado de fomentar el bienestar de la mayoría de la humanidad, si ya no satisfacen las necesidades de una humanidad en continua evolución, que se descarten y queden relegadas al limbo de las doctrinas obsoletas y olvidadas. ¿Por qué éstas, en un mundo sometido a la inmutable ley del cambio y el desgaste, iban a estar exentas del deterioro que debe necesariamente alcanzar a toda institución humana? Porque las normas legales, las teorías políticas y económicas han sido diseñadas únicamente para defender los intereses de toda la humanidad y no para que ésta sea crucificada por la conservación de la integridad de alguna ley o doctrina determinada”.

El segundo proceso es de integración. ¡La unidad es el espíritu de este nuevo día! Debido a los avances en la comunicación, el transporte, la tecnología, el comercio y muchos otros factores, todas las naciones y pueblos se han vuelto cada vez más interdependientes. Espiritualmente, el mundo está despertando al hecho biológico de nuestra unidad. Nadie tiene el poder de detener este proceso de nacimiento, así como nadie tiene el poder de detener la salida del sol. Cuanto más intentemos resistir el proceso de integración, mayor será el sufrimiento que se requerirá para finalmente reunirnos en unidad y armonía.

Estos procesos gemelos están lenta y dolorosamente conduciendo a la unidad de toda la raza humana. Esperemos que la humanidad no tenga que soportar un sufrimiento mucho más severo para lograr unir a toda la raza humana.

Nosotros los seres humanos – individual y colectivamente – debemos experimentar una dramática transformación integral en nuestra conciencia, que nos lleve a convertirnos en ciudadanos del mundo emocional y espiritualmente maduros. Esto no ocurrirá de la noche a la mañana; puede llevar décadas o incluso siglos de doloroso cambio y crecimiento. Pero debe suceder.

A la larga, sin embargo, llegará un momento en el que toda la raza humana se unirá, dando lugar al tan esperado reino de Dios en la Tierra. Los principios bahá’ís de unidad revelados por Bahá’u’lláh, el fundador de la fe bahá’í, permitirán a la humanidad alcanzar su glorioso destino espiritual.

“Se encuentra ahora en estado de gravidez. Se aproxima el día en que habrá producido sus más nobles frutos, en que de ella habrá brotado las más majestuosas bendiciones”.

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