¿La intuición viene del alma?

¿Sabes cuándo confiar en tu instinto? ¿Alguna vez te has sentido misteriosamente impulsado a descubrir la verdad de las cosas?

Todos nosotros constantemente procesamos y damos sentido al mundo que nos rodea. Usamos la ciencia para tratar de explorar nuestra realidad física y social, y muchos de nosotros usamos la religión para tratar de explorar nuestra realidad espiritual. Mientras que la religión, o cualquier conjunto de creencias sobre el alma humana, crea un esquema que nos permite entender las partes menos tangibles de nuestra existencia, nuestra capacidad para comprender el mundo que nos rodea de una manera más profunda depende de nuestras cualidades internas, como nuestra intuición.

Nuestra intuición nos da la capacidad de captar la energía de las cosas, de sentir lo que nos dice nuestro instinto, y de confiar en nuestros ojos espirituales.

«…Pero la mente es un poder del espíritu humano. El espíritu es la lámpara, la mente es la luz que brilla desde la lámpara. El espíritu es el árbol, y la mente es el fruto. La mente es la perfección del espíritu y es su cualidad esencial, como los rayos del sol son la necesidad esencial del sol». – Abdu’l-Bahá, Contestación a unas preguntas, pág. 257.

Cuando era niña a menudo decía cosas, o las soñaba, antes de que ocurrieran. Crecí llamando a esa facultad intuición, o habilidad psíquica. La diferencia en las definiciones de estas dos palabras es todavía un poco turbia en mi cabeza. Es posible que las dos cosas sean lo mismo, y que aquellos de nosotros que poseemos una habilidad psíquica inusualmente fuerte seamos profundamente, profundamente intuitivos.

Mientras que esta forma de intuición ciertamente existe, los escritos bahá’ís también sugieren que la intuición diferencia a todos los seres humanos de los animales:

La verdadera distinción entre la humanidad aparece mediante los dones divinos y la recepción de las intuiciones del Espíritu Santo. Si el hombre no logra recibir los dones celestiales y las bondades espirituales, permanece en el plano y reino del animal. Porque la distinción entre el animal y el hombre reside en que el hombre en su naturaleza está dotado con la potencialidad de la Divinidad, en tanto el animal está completamente despojado de esa dádiva y logro. Por tanto, si un hombre está privado de los hálitos intuitivos del Espíritu Santo, despojado de los dones divinos, fuera de contacto con el mundo celestial, y es negligente con las verdades eternas, aunque en imagen y semejanza sea humano en realidad es un animal… – Abdu’l-Bahá, La promulgación a la paz universal.

Basándonos en esta definición, todos tenemos poderes intuitivos. Para fortalecer nuestra capacidad de intuición, tenemos que hacer cosas que nos mantengan en contacto con el mundo celestial. No podemos ceder sistemáticamente a nuestras tendencias animales hacia la codicia, el tribalismo y el egoísmo. En su lugar, tenemos que tratar de estar presentes y reconocer nuestra interconexión.

Cuando pensamos en la intuición como nuestra interpretación personal de lo que nos regala el Espíritu Santo, queda claro que, aunque sin duda debemos confiar en nuestros instintos, nuestra interpretación también puede ser defectuosa, lo que significa que debemos procurar arraigar nuestras decisiones en un pensamiento razonable, racional y científico. 

Mientras que la confianza en los hallazgos científicos y nuestras experiencias cuidadosamente recogidas nos ayudan a entender mejor nuestro universo, los días de menospreciar el papel de la intuición en este proceso de búsqueda de la verdad están llegando a su fin. La tendencia de necesitar «pruebas contundentes» para cada decisión que tomamos, tratando de eliminar el «sesgo» de los sentimientos intuitivos y las realidades emocionales que no están tan ligados casualmente a la actual realidad sexista de nuestro mundo.

Las enseñanzas bahá’ís sugieren el surgimiento de más «ideales femeninos» a medida que nuestra sociedad se despoja de patrones culturales sexistas: 

Considerado en términos generales, la mujer posee hoy día un sentido de la religión más fuerte que el de los hombres. La intuición de la mujer es más correcta; es más receptiva y su inteligencia más rápida…

Pero a la vista de Dios el género de nada importa. Es mayor aquel o aquella que se halla más cerca de Dios. – Abdu’l-Bahá, Abdu’l-Bahá en Londres.

Todos estamos hechos de masculinidad y feminidad, sin importar nuestra identidad de género. Por lo tanto, es importante señalar que tanto hombres como mujeres tienen la capacidad de fortalecer su comprensión espiritual de las cosas. Todos tenemos la capacidad de acercarnos más a Dios y a la divinidad. A través de la música, el arte, las buenas acciones, la oración, la meditación, la reflexión y el servicio a los demás podemos fortalecer la capacidad de nuestros oídos y ojos internos para leer la realidad de una manera más equitativa.