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Religión

¿La religión promueve una «positividad tóxica»?

Rezal Martinez-Gillies | Ago 11, 2020

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Rezal Martinez-Gillies | Ago 11, 2020

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Hace unos días, me encontré con un artículo que hablaba de las ramificaciones de algo llamado «positividad tóxica». ¿Has oído este término? Me dio curiosidad y quise saber más.

Debo admitir que mi primera respuesta a este concepto fue de sorpresa, porque mis padres me criaron para enfrentar las dificultades con positividad como un signo de resistencia. He encontrado mucho consuelo al centrarme en lo positivo, la mayoría de lo cual lo atribuyo a ser bahá’í, lo que me llevó a preguntarme si la religión, en su conjunto, podría considerarse un promotor de la positividad tóxica, y si es así, ¿por qué?

¿Qué es la «positividad tóxica»?

 «Positividad tóxica» parece ser un término relativamente nuevo con muchas definiciones, pero basándome en mi entendimiento lo definiría como: «Cuando alguien ignora sentimientos de incomodidad a través de la evasión anulándolos con obviedades».

Por ejemplo, probablemente estés familiarizado con este tipo de comentarios: «No te preocupes, sé feliz» o «Solo buenas vibras». Algunos definirían esos dichos comunes como un giro «tóxico» en la positividad. ¿Por qué tóxico? La positividad parece definirse como tóxica cuando se inclina hacia el extremo y descarta los sentimientos de la experiencia actual.

También diría que la positividad tóxica podría aumentar los sentimientos de impotencia, lo que nunca es útil. Lo que es útil, y necesario, es reconocer nuestros sentimientos, y sentarse con ellos en la incomodidad. Sentarse en la incomodidad no significa vivir en la autocompasión. La autocompasión es la sensación de estar atascado en una emoción, mientras que sentarse en la incomodidad de una emoción es el proceso activo de enseñar a tu cuerpo y a tu mente a trabajar juntos para cambiar los patrones de comportamiento poco útiles.

La positividad es la esperanza en acción. Cuando me siento positivo no estoy ignorando mis sentimientos incómodos, simplemente no dejo que ellos decidan mi futuro.

El papel de la religión

Como bahá’í, creo que todas las religiones han tenido el mismo propósito a lo largo del tiempo: apoyar el crecimiento de la humanidad. Sin embargo, el crecimiento puede causar incomodidad y dolor, así que es natural que nos sintamos avergonzados por el proceso de crecimiento, creyendo que es tóxico. Muchos textos religiosos nos ofrecen mensajes de positividad. Este pasaje de Abdu’l-Bahá siempre me inspira:

Nada es imposible para la Divina Benevolencia de Dios.

Si realmente deseáis amistad con todas las razas de la tierra, vuestro pensamiento, espiritual y positivo, se difundirá; se convertirá en el deseo de otros, fortaleciéndose cada vez más, hasta alcanzar la mente de todos los seres humanos.

¡No desesperéis! Trabajad con tesón. La sinceridad y el amor conquistarán al odio.

Este pasaje me sirve de ejemplo para aprender a centrarme en la positividad como parte del proceso de crecimiento. Si estoy triste – una respuesta humana normal a una circunstancia difícil – puede ser muy útil recordar que no estoy solo, que Dios, a través de su benevolencia, es mi mejor amigo, y que nada es imposible. Esto me da la capacidad de recurrir a la fuerza de mi alma racional al desplazar mi atención de las dificultades de la vida al amor de Dios por mí.

La religión como herramienta

Cuando una persona usa la religión como una herramienta para suprimir o negar la validez de la experiencia de otra persona, creo que esto puede volver tóxica la positividad de la religión. Peor aún, cuando la religión es usada por una institución, la positividad tóxica puede convertirse en un fenómeno cultural. Basándome en mi experiencia personal, diría que la religión, en sí misma, no promueve la positividad tóxica, pero a veces los individuos sí lo hacen, ya sea de forma intencionada o no.

¿Qué podemos hacer para cambiar esa dinámica? Las enseñanzas bahá’ís nos piden que nos amemos los unos a los otros y que simplemente escuchemos y valoremos realmente la experiencia vivida por cada uno. Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, dio este consejo a todo el mundo:

Si os encontráis con los humillados u oprimidos, no les deis la espalda desdeñosamente, porque el Rey de la Gloria siempre los guarda y los rodea con una ternura tal que nadie puede imaginar salvo aquellos que han hecho que sus esperanzas y deseos se sumerjan en la Voluntad de vuestro Señor, el Conferidor de Gracia, el Omnisapiente. ¡Oh ricos de la tierra! No huyáis de la faz del pobre que yace en el polvo; más bien amparadlo y pedidle que os cuente el relato de los dolores con que el Decreto inescrutable de Dios ha hecho que sea afligido.

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