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Los bahá’ís del mundo conmemoran el martirio del Báb

From the Editors | Jul 9, 2023

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From the Editors | Jul 9, 2023

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¿Por qué la humanidad persigue a sus profetas y mensajeros espirituales? ¿Qué hace que los líderes de la humanidad, tanto religiosos como políticos, reaccionen tan mal ante los fundadores de las grandes religiones del mundo?

A lo largo de la historia, las autoridades y los líderes de la sociedad han exiliado, encarcelado, torturado y matado a las almas gentiles que nos trajeron nuestras religiones más extendidas. ¿Por qué?

Tanto los reyes como el clero han tratado a cada uno de los fundadores originales de esas religiones y a sus primeros seguidores de forma muy, muy cruel. Abraham y Moisés se enfrentaron a la cárcel, el exilio, el ridículo y la persecución. Krishna y Buda sufrieron burlas y censura oficial. Los líderes de la sociedad crucificaron a Cristo, hicieron la guerra a Mahoma y ejecutaron al Báb.

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Tal vez aún no has oído hablar del Báb, no obstante, deberías saber lo que le ocurrió a este joven profeta, que inició una nueva religión progresista en medio de una de las sociedades más corruptas y retrógradas del mundo, y que sufrió enormemente por ello.

El Báb, que significa Puerta en árabe y se pronuncia como se lee, comenzó su nueva Fe en 1844. Surgió del misticismo profético sufí que prevalecía en la Persia del siglo XIX. El conmovedor mensaje del Báb -de que había venido a anunciar la futura aparición de una gran revelación mundial, al igual que Juan el Bautista había anunciado el advenimiento de Cristo- se extendió rápidamente en esa cultura tan apegada a la tradición. Su mensaje de amor y unidad obviamente tocó la fibra sensible de quienes lo escucharon, porque cientos de miles de personas se convirtieron en seguidores del Báb, y fueron conocidos como babíes. El Báb aconsejó a sus seguidores a:

Convertíos en verdaderos hermanos en la única e indivisible religión de Dios, libres de toda distinción, pues en verdad Dios desea que vuestros corazones se conviertan en espejos para vuestros hermanos en la Fe, de manera que os veáis reflejados en ellos, y ellos en vosotros. Este es el verdadero Sendero de Dios, el Todopoderoso, y Él vigila vuestras acciones.

Los que se volvieron babíes rompieron conscientemente con las tradiciones y prácticas islámicas de su sociedad, lo que desafió la autoridad de sus dirigentes, tanto civiles como religiosos. Esos gobernantes no reaccionaron con amabilidad ante este nuevo desarrollo espiritual, por no decir otra cosa.

Apenas seis años después de que el Báb anunciara su nueva fe en 1844, el gobierno de Qajar ordenó la ejecución de este joven e intensamente carismático mensajero. 

Ya habían torturado y asesinado a más de 20.000 de los ardientes seguidores del Báb durante la corta e intensa duración del movimiento babí. Como el Báb pedía cambios revolucionarios en el sistema de creencias religiosas y de gobierno imperante, y como enseñaba la unidad de todas las religiones, las autoridades temían que este dinámico desafío y su creciente apoyo pronto los barriera del poder. 

Al final, cuando su gigantesca campaña de genocidio contra los babíes no funcionó, el rey persa y las mullas del islam intentaron acabar con el movimiento babí ejecutando públicamente a su líder.

Cuando le acusaron de apóstata, la misma acusación que los fariseos lanzaron contra Jesús, el Báb se negó a arrepentirse o a refutar sus enseñanzas, aceptando tranquilamente las consecuencias.

Como resultado, el 9 de julio de 1850, los carceleros del Báb ordenaron que fuera ejecutado por un pelotón de fusilamiento en la plaza de la ciudad de Tabriz, Persia. Uno de sus jóvenes seguidores, llamado Anís, insistió en acompañarlo, y las autoridades accedieron gustosamente. Una multitud de diez mil personas presenció la ejecución desde los tejados de los cuarteles y las casas cercanas que rodeaban la plaza.

La mañana en que estaba prevista la ejecución del Báb, Sam Khan, el comandante del regimiento de soldados al que se le ordenó el fusilamiento, pidió perdón a su futura víctima. «Profeso la fe cristiana», dijo el oficial ruso al Báb en su celda, «y no albergo ninguna mala voluntad contra ti. Si tu Causa es la Causa de la Verdad, permíteme liberarme de la obligación de derramar tu sangre».

«Seguid vuestras instrucciones», le respondió el Báb, «y si vuestra intención es sincera, el Todopoderoso sin duda resolverá vuestras perplejidades».

Cuando Sam Khan dio la orden de disparar, los mosquetes rugieron. Un periodista occidental que presenció el acontecimiento relató que «el humo de los disparos de los setecientos cincuenta rifles era tal que convirtió la luz del sol del mediodía en oscuridad».

Pero cuando el humo se disipó, el Báb había desaparecido. Miles de personas se quedaron sin aliento, convencidas de haber presenciado algo milagroso. El devoto seguidor del Báb, Anis, permanecía completamente ileso en la base del muro, y las cuerdas que los habían suspendido allí colgaban despedazadas. 

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Inmediatamente, Sam Khan ordenó a sus 750 fusileros que salieran de la plaza del pueblo, creyendo que había cumplido con su deber. Juró que nunca más obedecería una orden semejante, aunque le costara la vida. Cuando las tropas de Khan partieron, el coronel de la guardia oficial de Tabriz se ofreció para llevar a cabo la ejecución. Después de que los guardias encontraran al Báb en su celda terminando tranquilamente una conversación con un seguidor, lo colgaron a él y a su seguidor. El segundo pelotón de fusilamiento apuntó y disparó.

La ejecución tuvo éxito la segunda vez.

Hoy, los cuerpos fundidos y acribillados del Báb y su fiel seguidor reposan bajo una cúpula dorada conocida como el Santuario del Báb en el Monte Carmelo, en Haifa, Israel. Millones de personas de todo el mundo visitan ese lugar sagrado, y cada día ese Santuario proclama al mundo el mensaje bahá’í de unidad, paz, amor y desprendimiento. 

Los bahá’ís del mundo creen que el Báb, el precursor y heraldo de Bahá’u’lláh, puso en marcha un nuevo ciclo de revelación progresiva para la humanidad. Sus revolucionarias enseñanzas abrieron el camino para el nuevo mensaje de la fe bahá’í, y su sacrificio final nos ofreció a todos una nueva visión de un mundo unificado. En todo el mundo, los bahá’ís conmemoran hoy el Martirio del Báb, y trabajan por ese día futuro en el que el mundo será uno.

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