Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Muchos de nosotros hemos tenido experiencias personales con la religión que nos han dejado cicatrices y molestias, y nos hace preguntarnos ¿por qué necesitamos una religión?
Recuerdo cuando aprendí por primera vez cómo el cristianismo fue cínicamente usado por algunas iglesias no solo para justificar, sino para apoyar la institución de la esclavitud de una persona que «pertenece» a otra desde el nacimiento hasta la muerte. En ese momento, alguien me explicó lo atractiva y tranquilizadora que podía parecer la promesa de la vida eterna a toda una población de personas que estaban siendo explotadas por la esclavitud. El concepto podía utilizarse para someter a los esclavos y a sus hijos, inducirlos a una vida de sufrimiento, explicar sus dificultades e incluso excusar la práctica brutal de la esclavitud.
De la misma manera, un pequeño porcentaje de personas han usado el Corán para excusar actos de violencia profundamente aterradores. Alegar usar su texto religioso para la violencia estigmatiza la práctica espiritual del Islam a los ojos de aquellos que son ignorantes de los mensajes de diversidad y paz que surgen de este mismo texto sagrado.
Incluso en formas menos severas o abiertas, muchas personas experimentan cómo la religión puede convertirse en un punto de discordia dentro de familias y comunidades de diversas realidades. Algunos han utilizado la orientación religiosa para avergonzar o herir a los homosexuales, y otros han utilizado su interpretación de los textos religiosos para reivindicar el dominio cultural en diferentes formas.
Con todo este lío, puede ser difícil centrarse en las formas en que la religión ayuda a la sociedad. ¿Cuál es su propósito? ¿Ya no lo sabemos? Los escritos bahá’ís declaran de forma muy clara:
El propósito de la religión, tal como ha sido revelado desde el cielo de la Santa Voluntad de Dios, es el de establecer la unidad y la concordia entre los pueblos del mundo; no la convirtáis en causa de lucha y discordia. – Bahá’u’lláh, Las Tablas de Bahá’u’lláh, pág. 153.
Si aceptamos esto como el propósito final de la religión, se hace evidente que muchas cosas que dicen ser religión contradicen su propósito más amplio. En lugar de establecer la unidad y la concordia, promueven todo lo contrario. Por supuesto, los seres humanos son imperfectos, y muchas de nuestras formas de distorsionar o pervertir la religión provienen de la incapacidad de separarnos de las formas hostiles y desencantadoras de las generaciones pasadas.
Las enseñanzas bahá’ís dicen:
…la religión debe estar en conformidad con la ciencia y la razón, a fin de que influya en los corazones de los hombres. Los cimientos deben ser sólidos y no consistir en imitaciones. – Abdu’l-Bahá, Selecciones de los Escritos de Abdu’l-Bahá, pág. 391.
Entonces, ¿cómo podemos romper el ciclo de las culturas religiosas tóxicas? Podemos tratar de pensar sistemáticamente en cómo mejorar aún más la forma de implementar las enseñanzas proporcionadas en los textos sagrados. En lugar de heredar los prejuicios, podemos organizar nuestros esfuerzos para tratar de transformar razonablemente nuestro mundo con el poder de estos textos. Los escritos bahá’ís advierten sobre los efectos dañinos de la religión descarriada:
Bahá’u’lláh dice que la religión debe conducir al amor y la unidad. Si demuestra ser la fuente del odio y la enemistad, es preferible su ausencia. Porque la voluntad y la ley de Dios es amor y el amor es el lazo entre los corazones humanos. La religión es la luz del mundo. Si se hace de ella la causa de la oscuridad mediante la disensión y la ignorancia humanas, sería mejor que no existiese. – Abdu’l-Bahá, La promulgación a la paz universal, pág. 294.
Tenemos el poder de reclamar el uso del conocimiento, la guía y el alivio espiritual que la religión nos brinda. A lo largo de la historia hemos visto a la gente reparar las relaciones complicadas con la religión. A pesar de la temprana exposición forzada que los africanos esclavizados tuvieron al cristianismo, aún vimos surgir iglesias cristianas negras que se convirtieron en fortalezas para la paz y produjeron activistas para el cambio. Muchas iglesias negras han sido y son fuerzas resistentes para la libertad y la seguridad de las personas que huyen de vidas plagadas de traumas. Estas historias generan esperanza. Muestran cómo la religión proporciona a la gente una comunidad para organizarse en sus esfuerzos por hacer el bien. Muestran el poder que un grupo de personas puede tener cuando aprovechan la oración, el estudio de los textos sagrados y la acción.
Así que evaluar el impacto de la religión en cualquier grupo de personas requiere un pensamiento racional y razonable, equilibrando los efectos positivos con los negativos.
Los escritos bahá’ís dicen que la razón y la religión deben ir de la mano. Podemos ser testigos de los hermosos frutos de la religión cuando se equilibra y se examina con la razón:
La religión debe ser razonable. Si no cuadra con la razón, es superstición y no tiene fundamento. Es como un espejismo que engaña al hombre instándolo a pensar que hay un lago donde no está. Dios ha dotado al hombre con la razón para que pueda percibir lo que es verdad. Si insistimos en que tal o cual tema no debe razonarse y probarse de acuerdo a los modos lógicos establecidos por el intelecto, ¿de qué sirve la razón que Dios ha dado al hombre? – Ibid., pág. 83.
En una cultura hiper-individualista, muchos rechazan la comunidad religiosa con la creencia de que podemos ser espirituales por nuestra cuenta. Aunque la espiritualidad individual es ciertamente importante, reunirse para trabajar sistemática y sinceramente con un grupo unificado para alcanzar un objetivo común tiene mucho más potencial que intentar alcanzar ese objetivo individualmente.
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