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Espiritualidad

¿Las habilidades blandas son en realidad cualidades espirituales?

Elizabeth Pakravan | Mar 1, 2022

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Elizabeth Pakravan | Mar 1, 2022

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Al principio de mi edad adulta, durante más de una década, tuve la oportunidad de trabajar para una empresa japonesa de telecomunicaciones, lo que me enseñó a darme cuenta cómo mi crianza como bahá’í me ayudó a tener éxito en aquel ambiente multicultural.

En 1989 la empresa estaba expandiendo sus negocios en nuestro país. Como gerente de servicio al cliente, estaba a cargo de casi la mitad de los empleados de la empresa. Además, colaboraba con el departamento de marketing en el desarrollo de nuevas estrategias, productos y servicios.

Me tomó un tiempo para reconocer cómo los principios de mi Fe me ayudaron a ganarme la confianza de los directores, empleados y clientes. El éxito logrado se basó en un instinto e intuición aprendidos gracias a las enseñanzas de la Fe bahá’í cuando era niña.

El trabajo implicaba contratar a cientos de personas, en su mayoría jóvenes, capacitarlos y entrenarlos. Intuitivamente sabía por qué tantos de ellos eran o no contratados, y por qué obtenían o no un ascenso: al conocer o no su verdadero yo, sabían o no cómo se suponía que deberían comportarse.

A partir de esa experiencia, decidí crear un taller sobre “Marketing personal” para ayudar a los estudiantes de la secundaria y universitarios a aprender “habilidades blandas”, las buenas prácticas interpersonales y empresariales que les ayudarían a ser contratados, a mantener el empleo y a tener éxito en su vida profesional. El formato de ese taller consistía en enseñar la importancia de conocer nuestro verdadero yo, de familiarizarnos con nuestras cualidades espirituales personales e internas y de centrarnos en desarrollarlas. Como escribió Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe bahá’í: “La verdadera pérdida es la de aquel cuyos días se han consumido en completa ignorancia de su propio ser…”.Tablas de Bahá’u’lláh.

Esta jornada me llevó a comprender cómo las personas pueden llegar a conocerse mejor ellas mismas, y cómo esto se relaciona con el éxito laboral

Las habilidades blandas que estaba enseñando estaban todas arraigadas a nuestros valores o virtudes internas. Estas cualidades espirituales son nuestros poderes. Desarrollar virtudes, confiabilidad, compasión, altruismo, solidaridad, amabilidad, etc., nos brinda más visión, más habilidad, más músculo, más inteligencia emocional y más percepción. Nos dan una ventaja en el arduo trabajo de ser humanos y nos llevan al éxito en todos los ámbitos de la vida.

En sus escritos, como se muestra en estos dos ejemplos, Bahá’u’lláh nos enseñan con incuestionable poder la importancia de este asunto: “todo lo que poseéis potencialmente sólo puede manifestarse como resultado de vuestra propia voluntad. Vuestras acciones atestiguan esta verdad…” y “el hombre debe conocer su propio ser y distinguir lo que conduce a la sublimidad o a la bajeza, a la gloria o a la humillación, a la riqueza o a la pobreza…”.

Mi experiencia en la contratación y gestión de personas me ha convencido de que el desarrollo de las virtudes interiores aporta naturalmente éxito, felicidad, satisfacción en nuestro trabajo y, sí, ascensos. Esto no solo ayuda a cada individuo, sino también a las empresas, a los demás empleados y a los clientes. Si todos pudiéramos entender estos conceptos y dedicar tiempo a conocernos a nosotros mismos, sería más fácil ver cuáles son nuestros puntos fuertes y cuáles debemos mejorar.

Podría citar cientos de ejemplos de cómo nuestras habilidades blandas -nuestras habilidades empresariales y de vida- están relacionadas con nuestras cualidades espirituales internas, pero me limitaré a algunas de las más importantes:

  • La capacidad de trabajar sin una estrecha supervisión -una habilidad que todo empleado debe dominar- se reduce realmente a la confiabilidad e integridad básicas, ambos atributos espirituales.
  • Todos los empleados -y también sus empleadores- necesitan ser capaces de terminar las tareas que comienzan. La virtud espiritual necesaria para ello es el compromiso.
  • Todos podemos beneficiarnos de tener el valor de admitir nuestros errores y asumir la responsabilidad de los mismos, lo que refleja la virtud de la honestidad.
  • Los mejores empleados tienen un deseo innato de aprender, que proviene de los atributos espirituales de la curiosidad y la investigación independiente de la verdad.
  • ¿No nos encanta ver el entusiasmo en el lugar de trabajo? Proviene directamente de las cualidades internas de la luminosidad y la gratitud.
  • Un buen servicio de atención al cliente puede hacer o deshacer a un empleado, y a una empresa. Requieren las virtudes interiores de la humildad, el servicio y el amor por la humanidad.

Más tarde, después de desarrollar mi curso de habilidades blandas y mudarme a los Estados Unidos, tuve la oportunidad de trabajar nuevamente en Relaciones Humanas, Recursos Humanos y como Especialista en Reclutamiento en un Colegio Comunitario en Oregón. Mi tarea principal era invitar a profesionales de comunidades subrepresentadas a postularse para nuestros puestos de trabajo y ayudar a nuestros empleados a ser más inclusivos y abiertos a trabajar en un ambiente laboral más diverso.

Cuando asistí a una Conferencia Estatal para Colegios Comunitarios en Oregón, aprendí que en los negocios y la industria, las empresas tenían una gran necesidad de empleados de calidad. Tanto es así que estaban dispuestos a pagar por la educación de los jóvenes si al menos contaban con estas habilidades blandas, enumeradas anteriormente.

Esta seria necesidad me motivó a ofrecer mi taller de Marketing Personal en Colegios, Universidades y escuelas secundarias. La necesidad era tanta que llegó al punto en que los propios distritos escolares del centro de Oregón organizaban sesiones especiales sobre este tema, no solo para los estudiantes sino también para sus padres.

Ahora que vivo en una pequeña ciudad en Tejas, con una población de unas dos mil personas, he abierto mi casa a los estudiantes de secundaria. El propósito es brindarles un espacio seguro para hablar, compartir y aprender. Tener fe en sí mismos y en sus fortalezas, esas cualidades espirituales de nuestro verdadero yo. Aprendiendo lo que les ayudará a navegar la vida con esperanza, optimismo y éxito. Empezamos con tres participantes y en menos de dos meses ya son veinticuatro.

Los jóvenes no han sido los únicos sedientos de aprender. Los padres, los niños y las comunidades también tienen sed. Son muy necesarios los espacios seguros donde se produzcan conversaciones significativas y el respeto por la opinión de cada participante. Esta es la verdadera base para negocios, comunidades e individuos exitosos.

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