Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Si le dijera que el fin de los tiempos ha llegado, el momento en que todos los pueblos se reunirán, y además describiera a todas las religiones como ríos que desembocan en un solo océano, seguro preguntarías: «¿En qué parte de las escrituras se nos dice eso?».
Bueno, te puedo asegurar que ahí está. Abdu’l-Bahá, en una charla que dio en los Estados Unidos en 1912, lo dijo de esta manera:
El océano es un solo cuerpo de agua, pero sus partes diferentes tienen designaciones particulares: Atlántico, Pacifico, Mediterráneo, Antártico, etc. Si consideramos los nombres, existe diferenciación; pero el agua, el océano mismo, es una sola realidad.
De igual modo, las divinas religiones de las santas Manifestaciones de Dios son en realidad una sola, aunque en nombre y nomenclatura difieran. El hombre debe ser amante de la luz, no importa de qué luminaria proceda.
Para descubrir este tema en las escrituras de las grandes religiones del mundo, empecemos por la tradición judeocristiana, donde la reunión de todos los pueblos en el final de los tiempos es bastante clara. El profeta Isaías escribió:
En los últimos días, el monte de la casa del señor será establecido como el más alto de los montes; se alzará por encima de las colinas, y hacia él confluirán todas las naciones. – Isaías 2-2.
Aquí la metáfora es una montaña, no un río, pero el mensaje es el mismo: todas las naciones fluirán hacia la montaña o el templo, al igual que los ríos fluyen hacia el mar.
Este monte de la Casa del Señor al que acudirán todas las naciones es un símbolo frecuente en la Biblia. Así, más adelante, en Isaías, se explica lo que ocurre en este monte:
Sobre este monte, el Señor Todopoderoso preparará para todos los pueblos un banquete de manjares especiales, un banquete de vinos añejos, de manjares especiales y de selectos vinos añejos. Sobre este monte rasgará el velo que cubre a todos los pueblos, el manto que envuelve a todas las naciones. Devorará a la muerte para siempre; el Señor omnipotente enjugará las lágrimas de todo rostro, y quitará de toda la tierra el oprobio de su pueblo. El Señor mismo lo ha dicho. – Isaías 25:6-8.
¿Has notado la parte en la que dice que el banquete es para todos y que Dios va a quitar el velo que nos separa?
Piensa en lo que ocurre cuando los peces de diferentes ríos entran en el mar. De repente se juntan, claramente visibles unos a otros, sin separación entre ellos. Cada uno de nosotros puede ver que eso está ocurriendo ahora, a diferentes ritmos, en todo el mundo, a un ritmo mucho más rápido que antes.
Consideremos también este verso del profeta Jeremías:
Oh Señor, fortaleza mía y fuerza mía, y refugio mío en el tiempo de la aflicción, a ti vendrán naciones desde los extremos de la tierra, y dirán: Ciertamente mentira poseyeron nuestros padres, vanidad, y no hay en ellos provecho. – Jeremías 16:19.
Este versículo enfatiza que la gente adorará a un solo Dios sin ídolos, pero ¿has notado la parte en la que dice que las naciones de la tierra se reunirán?
El tema vuelve a aparecer en este famoso pasaje del profeta Miqueas, donde hace eco de lo dicho por Isaías:
Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Señor será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos. Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte del Señor, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor. Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra. Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca del Señor de los ejércitos lo ha hablado. Aunque todos los pueblos anden cada uno en el nombre de su dios, nosotros con todo andaremos en el nombre del Señor nuestro Dios eternamente y para siempre.
Aquí se revela la promesa divina de lo que sucederá cuando nos reunamos: se establecerá la justicia bajo una ley común, se asegurará la paz entre las naciones y se protegerá la vida y la propiedad individual.
También el Corán predice la reunión colectiva y el juicio, anunciando:
… un día convocaremos a todos los seres humanos [y los juzgaremos] según la disposición consciente que haya regido sus actos [en la vida]: entonces, aquellos cuyo registro sea colocado en su mano derecha, serán quienes lean su registro [con felicidad]. Sin embargo, nadie será agraviado ni siquiera por un pelo. – 17:71.
Algunos interpretan esto como el juicio que ocurre al morir, cuando la ley cristiana juzgará a los cristianos, la ley judía a los judíos, y la ley musulmana a los musulmanes, etc. Hasta nuestra época, esta parece ser la interpretación correcta, pero ahora es posible una nueva interpretación: Podría significar que cuando nos reunamos en este mundo, como está sucediendo ahora, cada uno será juzgado por una ley moral que separa el trigo de la paja de cada religión. Hay indicios en otros lugares que apoyan esta nueva interpretación.
El Corán habla de un día en el que las viejas costumbres serán eliminadas y en el que la gente se reunirá bajo una ley común. Dice así:
[La promesa de Dios se cumplirá] en el Día en que la tierra se transforme en otra tierra, al igual que los cielos, y cuando [todos los hombres] se presenten ante Dios, el que tiene el dominio absoluto sobre todo lo que existe. – 14:48.
Aquí, somos reunidos por Dios en la vida, no en la muerte, y encargados de cambiar la vieja Tierra en una nueva Tierra, utilizando la guía de un nuevo cielo – una nueva religión.
En el Corán se hace referencia a ese Día en el que los cielos y la Tierra cambian de muchas maneras: como el Día de la Resurrección, cuando toda la Tierra estará en manos de Dios y este juzgará entre las religiones (Corán 39:67-69; 22:17). Se refiere al Día del Plegamiento (Takwir), cuando los cielos y la Tierra se plieguen y se disponga una nueva. Incluye el Día que surge de las tinieblas, cuando el sol se pliega y las estrellas se alejan y la gente se pierde (sura 81). En este Día, las cosas que se creían estables, como las montañas, resultan no serlo, y las cosas que necesitan cuidados tienen que ser abandonadas. Esta Surah continúa diciendo que en este Día los ríos (o aguas) que nos separan y también llevan nuestros barcos desaguarán caóticamente en un mar común desordenado, y que todas las personas y bestias (lo que probablemente significa hombres y mujeres que actúan como bestias) serán reunidos y preguntados por sus actos.
¿Cuándo sucederán estas cosas? Los versículos dicen (81:10): cuando los libros se extiendan o se abran, o usando la frase de Daniel, «cuando se incremente el conocimiento». Eso está ocurriendo ahora. En nuestro mundo conectado a los medios de comunicación todo es accesible y visible. No solo el conocimiento está a un clic de distancia, sino también los hechos. Los libros están abiertos. Las fechorías y el mal, así como los actos de servicio y generosidad, la corrupción y la codicia, así como la intención y la acción correctas, se manifiestan claramente. El Corán, sin embargo, dice aún más, completando la profecía dada a Daniel, diciendo que el Día Prometido llegará (51:6-7) cuando los cielos estén llenos de numerosos (algunas traducciones dicen «estrellados») caminos.
Mira al cielo y dime: ¿Acaso no ves las trayectorias estelares de los aviones y las naves espaciales que ahora corren de un lado a otro como predijo Daniel?
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