Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Hace poco más de un año descubrí un rasgo de mi personalidad que rige gran parte de mis comportamientos y actitudes frente a la vida: la alta sensibilidad. Es decir, soy PAS (Persona Altamente Sensible).
La gran empatía que tenemos hacia los demás, la facilidad de emocionarnos, el don de apreciar los pequeños detalles de la vida – con mucha intensidad –, la pasión por el arte en todas sus facetas, etc. son algunas de las características que hoy en día resultan no encajar en la sociedad actual. “Te preocupas en demasía por los demás”, “¿Por qué lloras? ¡No es para tanto!” o “Todo te afecta con facilidad, no es normal” son algunas de las reacciones de nuestros más allegados ante la incomprensión y extrañeza por este rasgo de personalidad que debería ser mucho más valorado, sobre todo por todo lo bueno que puede aportarnos.
RELACIONADO: Aprovechando el poder del Espíritu
Uno de los pasajes más conocidos y más representativos de Bahá’u’lláh – profeta y fundador de la fe bahá’í –, referente al carácter dice lo siguiente:
“Sé generoso en la prosperidad y agradecido en la adversidad. Sé digno de la confianza de tu prójimo, y mírale con rostro resplandeciente y amistoso. Sé para el pobre un tesoro, para el rico, un amonestador; sé uno que responde al llamado del menesteroso, y guarda la santidad de tu promesa. Sé recto en tu juicio y moderado en tu palabra. No seas injusto con nadie, y a todos muestra mansedumbre. Sé como una lámpara para quienes andan en tinieblas, una alegría para los entristecidos, un mar para los sedientos, un asilo para los afligidos, un sostenedor y defensor de la víctima de la opresión. Que la integridad y rectitud distingan todos tus actos. Sé un hogar para el forastero, un bálsamo para el que padece, un baluarte para el fugitivo. Sé ojos para el ciego y una luz de guía a los pies de los que yerran. Sé un ornamento del semblante de la verdad, una corona sobre la frente de la fidelidad, un pilar del templo de la rectitud, un hálito de vida para el cuerpo de la humanidad, una insignia de las huestes de la justicia, un lucero sobre el horizonte de la virtud, un rocío para la tierra del corazón humano, un arca en el océano del conocimiento, un sol en el cielo de la munificencia, una gema en la diadema de la sabiduría, una luz refulgente en el firmamento de tu generación, un fruto del árbol de la humildad”. – Pasajes de los Escritos de Bahá’u’lláh.
Este rasgo de sensibilidad parece ser reconocido e identificado ante tales magníficas palabras reveladas por Bahá’u’lláh. ¿No es, quizás, esta una oportunidad para poner en valor tales cualidades? Bahá’u’lláh nos anima e insta a la dulzura tanto en hechos como en palabras, a ser considerados en el trato con los animales, al arte que enaltece el corazón y el alma.
Ser una Persona Altamente Sensible nos permite tener una predisposición a la adquisición de cualidades sumamente importantes para nuestra evolución espiritual en este plano terrenal, y es gracias a dichas cualidades que podemos ser el reflejo de los atributos de Dios. ‘Abdu’l-Bahá – hijo de Bahá’u’lláh, representante legítimo de sus escrituras tras su fallecimiento y considerado el modelo a seguir para los bahá’ís – nos dice que nuestro propósito en la vida es el de “adquirir virtudes (…) Para alcanzar la perfección (…)”, si bien es sabido que nunca llegaremos a ser perfectos, nuestro enfoque debe ser siempre el de superarnos a nosotros mismos, en lugar de compararnos con los demás. Al mejorar, podemos llegar a ser la mejor versión de nosotros mismos. Nuestra sensibilidad, Nuestra sensibilidad, en este caso, ha de aprovecharse para poner en uso al máximo esas virtudes que poseemos ya de forma innata, guiarnos por las Escrituras sagradas y no dejar que la opinión de la sociedad influya sobre nosotros para mal.
RELACIONADO: Sanando del agotamiento emocional
Consideremos esta particularidad de nuestro ser como un regalo de Dios.. Personalmente, cada vez que recito la siguiente oración, me siento bendecida y agradecida, no por sentirme diferente a los demás en ese aspecto, sino por las múltiples habilidades que Dios me ha dado y que tienen el potencial para desarrollar la pureza de mi carácter:
“¡Oh Dios! Refresca y alegra mi espíritu. Purifica mi corazón. Ilumina mis poderes. Dejo todos mis asuntos en tus manos. Tú eres mi guía y mi refugio. Ya no estaré triste ni afligido; seré un ser feliz y alegre. ¡Oh Dios! Ya no estaré lleno de ansiedad, ni dejaré que las aflicciones me fatiguen, ni que me absorban las cosas desagradables de la vida. ¡Oh Dios! Tú eres más amigo mío que yo lo soy de mí mismo. A Ti me consagro, oh Señor”.
¿La parte “mala” de ser Persona Altamente Sensible? La intensidad con la que podemos vivir ciertas situaciones propias de la vida – la enfermedad o muerte de seres queridos, el divorcio, problemas de diversa índole –, sintiendo una tristeza y un vacío mucho mayores que nos pueden afectar física, mental e incluso espiritualmente. Pero, pese a ello, y dada la trascendencia de dicho carácter, vemos más allá y comprendemos que todo tiene un porqué:
“Las pruebas son beneficios de Dios, por lo que debemos estarle agradecidos. Las penas y sufrimientos no nos vienen por casualidad, nos son enviados por la Misericordia Divina para nuestro propio perfeccionamiento (…)”. – Sabiduría de ‘Abdu’l-Bahá, p. 40
Y si bien la Persona Altamente Sensible quizás necesite apoyo profesional para que pueda gestionar adecuadamente sus sentimientos y su percepción de la vida, su vida espiritual es tan plena y tan enriquecedora que, mediante la oración, el servicio a su comunidad y la plena conciencia de sus dones como virtudes divinas podrá sobrellevar cualquier dificultad o adversidad.
Comentarios
Inicia sesión o Crea una Cuenta
Continuar con Googleo