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Religión

Leyendo las grandes enseñanzas espirituales de cada fe

V. M. Gopaul | Abr 5, 2022

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V. M. Gopaul | Abr 5, 2022

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La lectura de las grandes enseñanzas espirituales puede llenarnos de inspiración, perspicacia y orientación. El alma se tranquiliza cuando comprende mejor por qué y cómo fue creada.

Ese conocimiento procede del Creador a través de sus mensajeros divinos, y la lectura de las palabras de esos profetas transmite sus mensajes directamente a lo más profundo de nuestro ser.

Todas las escrituras mencionan y glorifican los nombres de Dios repetidamente. Por ejemplo, el Corán menciona más de cien atributos divinos únicos, describiendo a Dios como misericordioso, compasivo, poderoso, sabio, conocedor y clemente. La Biblia dice: «Dios es luz, y en él no hay oscuridad alguna».

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Los escritos de las figuras centrales de la Fe bahá’í, Bahá’u’lláh, el Báb y Abdu’l-Bahá, mencionan con frecuencia los atributos de Dios. Muchas oraciones bahá’ís comienzan con la glorificación de Dios y terminan con la mención de sus nombres y características. Algunos de estos nombres de los escritos de Bahá’u’lláh incluyen: el Omnisciente, el Exaltado, el Todomisericordioso, el Conocedor de lo invisible, el Santísimo, el Alabado, el Gran Dador, el Siempre Perdonador, el Más Poderoso y el Más Compasivo.

Todos estamos familiarizados con estos atributos, aunque no formemos parte de ninguna religión, porque hemos tenido que recurrir a ellos en nuestra vida cotidiana.

Por ejemplo, cuando somos víctimas, tenemos que enfrentarnos a la cuestión de si debemos perdonar o vengar las malas acciones de los demás. El sufrimiento nos hace reflexionar mucho. ¿Podemos ser siempre indulgentes, como lo es Dios? Si alguien nos golpea, ¿podemos poner la otra mejilla, como aconsejó Cristo? En otras palabras, ¿tenemos la capacidad de perdonar las acciones de los demás, por muy injustas que sean?

Sí, tenemos esa capacidad. Todo ser humano la tiene. Podemos decidir si luchar o perdonar. Recientemente, en un caso instructivo, la única superviviente de un atropello en el que murieron su marido y sus cuatro hijos no solo perdonó al asesino, sino que rezó por él.

Las escrituras sagradas de todas las grandes religiones nos enseñan a profundizar y a no conformarnos con la práctica superficial de cualquier atributo divino. Por ejemplo, es fácil amar a un amigo o a un familiar, pero ¿amarías a alguien que te ha hecho daño? ¿Amarías a un enemigo?

Según los libros sagrados, el amor de Dios abarca a todas las personas. Para un Dios siempre indulgente, perdonar cualquier mal, independientemente de su gravedad, no está fuera de lugar. Hay un gran mérito en elegir el camino más elevado: al hacerlo nos alineamos con el conocimiento de Dios. Todas las religiones son manantiales de sabiduría fresca que llevan a las almas anhelantes más cerca de su Amado y las ayudan a desprenderse de las cosas transitorias de este mundo, conectándolas con el Espíritu Santo.

Los fundadores de las religiones del mundo obedecen a los impulsos del mismo conocimiento espiritual. Para Moisés este Espíritu Santo estaba simbolizado en forma de zarza ardiente, para Jesús una paloma, para Muhammad el ángel Gabriel y para Bahá’u’lláh la Doncella del Cielo. El Espíritu Santo les instruye, hasta el punto de que cada momento de sus vidas, cualquier cosa que digan o hagan es consecuencia de su obediencia al Espíritu Santo.

Los humanos también sienten el poder del Espíritu Santo. En una charla que dio en Londres, Abdu’l-Bahá explicó:

Hoy la Luz de la Verdad brilla sobreabundantemente en el mundo; las brisas del jardín celestial soplan por todas las regiones; en todas las tierras se oye la llamada del Reino, y el aliento del Espíritu Santo se hace sentir en todos los corazones que son fieles.

Para recibir las bondades divinas de las que disponemos, debemos estar continuamente receptivos a ellas. La buena noticia: la efusión de estas bendiciones es continua y abundante. Todo lo que tenemos que hacer es girar nuestra antena en la dirección correcta.

Todas las maravillas de esta época, que se manifiestan en las nuevas ciencias y artes, en una conciencia global emergente, en un nuevo despertar de los derechos humanos y en la búsqueda de la justicia, son inspiraciones del Espíritu Santo. Ningún desarrollo humano puede darse sin esta fuerza.

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Pero a veces el camino parece extremadamente sombrío, y no sentimos la presencia de Dios en nuestras vidas. Sin embargo, independientemente de nuestro estado espiritual, Dios sigue brillando en tu espíritu como siempre lo hace, según asegura Bahá’u’lláh

Considera, además, cuán a menudo el hombre se olvida de sí mismo, mientras que Dios, por su conocimiento que todo lo abarca, permanece consciente de su criatura y continúa derramando sobre ella el manifiesto resplandor de su gloria. Es evidente, por tanto, que en tales circunstancias, Él está más cerca de éste que él de sí mismo. Ciertamente, Él permanecerá siempre así, pues mientras que el Dios único y verdadero conoce todas las cosas, percibe todas las cosas, y comprende todas las cosas, el hombre mortal es propenso a errar, e ignora los misterios que yacen envueltos dentro de él…

En tiempos de lejanía de la Presencia Divina, analiza tu relación espiritual. Lee las palabras sagradas que los grandes mensajeros espirituales revelaron para nosotros, y hazlas parte integral de tu vida. Procura recoger los pedazos rotos, recomponerlos y volver a volar. Ten en cuenta que siempre estamos bajo la mirada de Dios. Él nos ve a través de sus ojos bondadosos, generosos y compasivos, igual que los padres amorosos ven a sus hijos.

Cuando logramos mostrar los nombres y atributos de Dios, hemos entrado en la fase de recreación de nosotros mismos como almas hermosas. Cuando nos esforzamos por reflejar los atributos de Dios, incluso cuando nos parece difícil amar o perdonar, adquirimos el conocimiento de los nombres de Dios, el Todopoderoso o el Siempre Perdonador. Este conocimiento de Dios nos lleva a los mundos del espíritu.

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