Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Ser consciente de lo que podemos y no podemos ver es fundamental para ser humano y nos diferencia de otras especies. Más allá de las percepciones personales está la conciencia colectiva, y cuando ésta evoluciona a un nivel universal, se convierte en la unidad de la humanidad, un concepto aún embrionario.
En agosto de 2018, visité la isla de Mauricio y di una charla a una gran audiencia, en la que mencioné brevemente la unidad de la humanidad. Uno de los asistentes a esa reunión preguntó: » ¿Sucederá alguna vez la unidad de la humanidad?»
Otra persona dijo: «No, nunca sucederá».
«Estoy convencido de que sí, pero llevará tiempo», respondí.
Cinco décadas antes, cuando se me presentó el concepto de la unidad de la humanidad, mi reacción también había sido de escepticismo. Pero desde entonces, mi conciencia de los seres humanos se ha transformado en una visión diferente, causada principalmente por mis experiencias con personas de diferentes colores, credos, religiones y clases sociales.
Aunque golpeada por calamidades imprevistas, la unidad es nuestro destino colectivo. También hay una interacción dinámica entre la conciencia personal y la colectiva, y una influye en la otra. Los escritos bahá’ís dicen que todos hemos «sido creados para llevar adelante una civilización en continuo progreso». Veamos un momento de la historia que ilustra bien esto.
Durante el Renacimiento, Galileo Galilei – astrónomo, físico, ingeniero, filósofo, matemático y padre de la ciencia – observó el sol y los planetas, especialmente Plutón y Saturno, con el recién inventado telescopio. Durante su época, el concepto aceptado del universo, conocido como el modelo geocéntrico, mostraba que el sol, la luna, las estrellas y los planetas orbitaban la Tierra. La observación de Galileo contradijo esta antigua creencia, y concluyó que el sol, no nuestro planeta, era el centro de nuestra galaxia.
La Inquisición Romana investigó el asunto en 1615 y concluyó que el heliocentrismo de Galileo era «tonto y absurdo en filosofía, y formalmente herético ya que contradice explícitamente en muchos lugares el sentido de las escrituras sagradas». La Inquisición juzgó a Galileo, lo encontró «vehementemente sospechoso de herejía» y lo obligó a retractarse. Pasó el resto de su vida bajo arresto domiciliario. Las autoridades continuaron acosándolo con peticiones de retractarse públicamente, pero él continuó escribiendo y sin ayuda cambió nuestra comprensión de nuestro sistema solar. Esta ciencia preparó el camino para descubrimientos sorprendentes, como encontrar miles de millones de estrellas, incontables galaxias y la existencia de agujeros negros.
Este destacado logro ocurrió sólo por el valor de Galileo de presentar la idea sabiendo que la oposición a ella sería feroz. Este acto fue un sacrificio del más alto nivel para el progreso de la humanidad y nos enseña una valiosa lección sobre la percepción: Mientras que todos los días veo al sol moverse de este a oeste, dándome una clara percepción externa de que el sol gira alrededor de nuestro planeta, la ciencia prueba que la realidad es diferente. Lo que vemos no siempre es real.
En los últimos años, parece que la idea de unidad y armonía de la familia global se está ahogando en un mar de tribulaciones. Los reveses ocurren y continuarán ocurriendo, pero de ninguna manera se atenuará el espíritu de lograr una sociedad armoniosa – una libre de odio, rencor y conflictos, sino que es un anhelo en cada ser humano.
Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, dijo: “La verdadera paz y tranquilidad se lograrán solamente cuando la totalidad de las almas lleguen a desear el bien de toda la humanidad. […] En el firmamento de la verdad nunca ha habido ni jamás habrá estrella más brillante que ésta”.
Según los escritos bahá’ís, nuestra conciencia colectiva tiene que cambiar mucho para lograr los enormes potenciales de los que está dotada la humanidad. Como explicó Abdu’l-Bahá, el hijo de Bahá’u’lláh y su sucesor designado: “Esta tierra es un solo hogar y la tierra nativa de toda la humanidad; por tanto, la raza humana debería ignorar distinciones y fronteras que son artificiales… la realidad es que la humanidad es una sola… Por tanto, las falsas distinciones de raza y país nativo, las cuales son factores y causas de las guerras, deben ser abandonadas”.
A veces es difícil ver un camino claro hacia la paz y la armonía. Pero como optimista, detecto esperanza y ánimo a mi alrededor. Recuerdo lo que la escritora Lynne McTaggart escribió en su libro The Intention Experiment: «Usar tus pensamientos para cambiar tu vida y el mundo». Como en sus muchos otros libros, McTaggart explora la ciencia de la conciencia, y sus ideas para elevarla – cosas como observar y reflexionar, salir de su zona de confort, y mantener su ego bajo control – pueden ayudarnos a crear vidas más felices y más realizadas, y ayudar a fomentar la unidad con los demás.
Hay un número incontable de personas que, como Galileo Galilei, están cambiando el mundo hoy en día. Reconocen la unidad de la humanidad y actúan en consecuencia, aunque algunas personas a su alrededor todavía no lo hacen. Somos un producto de nuestra sociedad, pero también tenemos el poder de recrear nuestro entorno social. No seas tímido a la hora de hacer una gran diferencia. No estás solo a la hora de ser un agente de cambio.
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