Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Tenemos el gran privilegio de vivir en la era de la palabra escrita, especialmente cuando se trata de la más reciente religión global del mundo, la Fe bahá’í.
En épocas anteriores, las palabras de los mensajeros de Dios se transmitían más a menudo de generación en generación de forma oral, convirtiéndose en la tradición oral de un pueblo hasta que finalmente se escribían, a menudo siglos después. Las palabras de Jesús fueron registradas en los Evangelios de la Biblia por sus discípulos mucho después de su muerte. Jesús habló a la gente y ellos recordaron lo que dijo. No hay ninguna indicación de que Jesús pudiera leer o escribir, ni que lo necesitara. Era un maestro de los corazones de los hombres, y el principal medio de comunicación en su vida fue el verbal.
En la Fe bahá’í, se ha hecho un esfuerzo meticuloso para reunir los escritos de Bahá’u’lláh y preservar el texto original de su puño y letra. Los bahá’ís tienen la suerte de tener textos de esta autoridad. Esto en sí mismo evitará la complejidad que otras religiones han tenido que enfrentar en el pasado con respecto a lo que fueron o no las palabras reales de los fundadores de sus religiones.
Bahá’u’lláh continuó escribiendo durante todo su ministerio, mientras estaba en prisión y en el exilio. La suma total de sus libros, tablas y epístolas asciende a más de cien volúmenes. Escribió muchos de ellos a individuos específicos en respuesta a las preguntas que se le hicieron. Compuso cada misiva en el lenguaje y vocabulario que el destinatario entendía, y dentro del estilo literario que reconocería. A un teólogo islámico, Bahá’u’lláh escribió en términos de la ley coránica y las tradiciones del hadiz; a un clérigo cristiano, empleó conceptos y símbolos bíblicos; a un sufí, habló en el estilo del simbolismo místico; a un gobernante político, eligió palabras directas y didácticas.
Independientemente de su destinatario, los libros de Bahá’u’lláh son a la vez personales y universales. No sólo responden a las preguntas de los interesados y satisfacen sus necesidades particulares, sino que al mismo tiempo cada misiva revela el conocimiento apropiado para toda la humanidad. Bahá’u’lláh escribió sobre un amplio espectro de temas: justicia social, historia de la religión, guerra y paz, ética práctica y aplicada, moralidad, espiritualidad, economía, organización social, derechos humanos, jurisprudencia, artes, metafísica, ciencia, misticismo y profecía.
Algunas de las obras más conocidas de Bahá’u’lláh son Las palabras ocultas, un libro de breves aforismos morales y espirituales como ningún otro libro religioso, en sí mismo un nuevo género de literatura. Está compuesto de 153 proverbios que presentan maravillosamente las profundidades de la comprensión religiosa en general, las verdades espirituales en el corazón de todas las religiones. Es sabiduría envuelta en brevedad. Se reveló en dos partes, la primera en árabe y la segunda en persa, cada idioma refleja un estilo de literatura y tiene un tono propio:
Esto es lo que ha descendido del reino de gloria, proferido por la lengua de la fuerza y del poder y revelado a los Profetas del pasado. Hemos tomado su esencia íntima y la hemos ataviado con la vestidura de la brevedad, como muestra de gracia para los justos, a fin de que sean fieles al convenio de Dios, cumplan Su encomienda en sus vidas y obtengan en el reino del espíritu la joya de la virtud divina. – Bahá’u’lláh, Las palabras ocultas, pág. 19.
Los Siete Valles de Bahá’u’lláh ha sido descrito como la cumbre de los logros en el reino de la composición mística. En esta descripción eterna y sin lugar de las verdades internas de la religión, Bahá’u’lláh empleó la terminología del siglo XII Sufi Faridu’d-Din Attar para describir las etapas del camino místico a lo largo del cual el buscador debe viajar hacia Dios. Estas siete etapas o valles a los que se refiere Bahá’u’lláh son el Valle de la Búsqueda, el Valle del Amor, el Valle del Conocimiento, el Valle de la Unidad, el Valle del Contento, el Valle del Asombro y el Valle de la Verdadera Pobreza y la Nada Absoluta.
Los Cuatro Valles es una epístola escrita en Bagdad, y al igual que Los Siete Valles es una composición mística en la que Bahá’u’lláh describe las cuatro formas en que se pueden percibir las huellas del Creador invisible, las cuatro etapas del corazón humano y los cuatro tipos de buscadores místicos en la búsqueda de Dios.
El Libro de Certeza de Bahá’u’lláh presenta la continuidad de la revelación divina a través de los tiempos. Describe y afirma el hilo común que atraviesa todas las religiones, y la conexión que unifica a todos los mensajeros y profetas, a los que Bahá’u’lláh se refiere como las «Luminarias divinas» y los «Soles de la Verdad»:
Así, en un sentido, «sol» significa cada uno de los Soles de la Verdad que aparecen en la aurora de antigua gloria y llenan el mundo con una generosa efusión de gracia procedente de lo alto. Estos Soles de la Verdad son las Manifestaciones universales de Dios en los mundos de Sus atributos y nombres; así como el sol visible que, por decreto de Dios, el Verdadero, el Adorado, toma parte en el desarrollo de todas las cosas terrenales: los árboles, las frutas y sus colores, los minerales de la tierra, y todo lo que puede presenciarse en el mundo de la creación, así también las Lumbreras divinas, con su cuidado amoroso e influencia educativa, hacen que existan y se manifiesten los árboles de la unidad divina, los frutos de Su unicidad, las hojas del desprendimiento, las flores del conocimiento y la certeza, y los arrayanes de la sabiduría y prolación. Así, mediante la aparición de estas Lumbreras de Dios se renueva el mundo, brotan las aguas de vida eterna, se agitan las aguas de amorosa bondad, se amontonan las nubes de la gracia y sopla la brisa de la munificencia sobre todas las cosas creadas. El calor que generan estas Lumbreras de Dios y los fuegos inextinguibles que encienden son los que hacen que la luz del amor de Dios brille intensamente en el corazón de la humanidad. – Bahá’u’lláh, El Libro de la Certeza, pág. 34-35.
El Libro Más Sagrado de Bahá’u’lláh describe las leyes y ordenanzas que los bahá’ís siguen en esta nueva era:
Estando en prisión, hemos revelado un Libro que hemos titulado El Libro Más Sagrado. En él hemos promulgado leyes y lo hemos adornado con los mandamientos de tu Señor, que ejerce autoridad sobre todos los que están en los cielos y en la tierra. Di: Tomadlo, oh, gentes, y observad lo que en él ha sido enviado de los maravillosos preceptos de vuestro Señor, el Perdonador, el Misericordioso. Esto os hará prosperar tanto en este mundo como en el venidero y os purificará de todo cuanto no sea digno de vosotros. Él, en verdad, es el Ordenador, el Expositor, el Donador, el Generoso, el Benévolo, el Alabado. – Bahá’u’lláh, Las Tablas de Abdu’l-Bahá, pág. 301.
La Epístola al Hijo del Lobo fue el último gran volumen revelado por Bahá’u’lláh, dirigido al hijo del hombre que fue responsable de la ejecución de muchos bahá’ís y a quien Bahá’u’lláh había llamado «El Lobo». En esta epístola, Bahá’u’lláh resume la revelación bahá’í en pasajes como este:
La expresión de Dios es una lámpara cuya luz son estas palabras: Sois los frutos de un solo árbol y las hojas de una misma rama. Trataos unos a otros con el mayor amor y armonía, con amistad y compañerismo. ¡Aquel que es el Sol de la Verdad es Mi testigo! Tan potente es la luz de la unidad que puede iluminar a la tierra entera. El único Dios verdadero, Quien conoce todas las cosas, atestigua Él Mismo la verdad de estas palabras. – Bahá’u’lláh, La epístola al hijo del lobo, pág. 16.
Esta serie de ensayos es una adaptación del libro de Joseph Roy Sheppherd The Elements of the Baha’i Faith, con el permiso de su viuda Jan Sheppherd.
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