Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Las enseñanzas bahá’ís sugieren la meditación como una forma de conocer a Dios y nuestra naturaleza espiritual, y recomiendan desarrollar una práctica meditativa diaria.
A medida que vamos desarrollando nuestra parte divina, otras áreas de nuestras vidas también florecen, y nuestras acciones comienzan a tener un propósito mayor. Los efectos positivos de la meditación pueden manifestarse en nuestras vidas de muchas maneras.
Accediendo a la inspiración creativa
Todos confiamos en la inspiración creativa de alguna manera. Artistas, científicos, médicos, banqueros y estudiantes confían en la capacidad de pensar creativamente para convertirse en la mejor versión de sí mismos. El intelecto creativo me ayuda a medida que resuelvo problemas en mis relaciones personales, en mis interacciones con la comunidad y en mi carrera.
Bahá’u’lláh, el fundador de la Fe Bahá’í, dijo:
Medita profundamente para que te sea revelado el secreto de cosas invisibles, aspires una fragancia espiritual imperecedera y reconozcas el hecho de que, desde tiempo inmemorial, el Todopoderoso ha probado a Sus siervos y continuará probándoles hasta la eternidad, a fin de que la luz sea distinguida de las tinieblas; la verdad, de la falsedad; lo justo, de lo injusto; la guía, del error; la felicidad, del infortunio; y las rosas, de las espinas. – Bahá’u’lláh, El libro de la certeza, pág. 13.
Al crear arte e ideas, reflexiono más a fondo sobre los misterios del mundo que me rodea. Las actividades artísticas y creativas se profundizan cíclicamente: a medida que me vuelvo más meditativa, puedo acceder a más inspiración y, a medida que creo, reflexiono más profundamente sobre la realidad. Mis acciones también comienzan a demostrar las cualidades que quiero ver en el mundo que me rodea, como el aprecio por la belleza, la unidad y la paz, de maneras cada vez más poderosas.
Bahá’u’lláh también dijo:
El origen de los oficios, las ciencias y las artes es la facultad de la reflexión. Esforzáos para que, de esta mina ideal, puedan surgir fulgurantes las perlas de sabiduría y prolación que fomenten el bienestar y la armonía de todas las razas de la tierra. – Bahá’u’lláh, Las Tablas de Bahá’u’lláh, pág. 91.
Desprenderse de lo que está más allá de mi control
Obviamente, no puedo evitar las experiencias y sentimientos negativos siempre, a veces los desafíos que la vida me presenta se sienten insuperables. La meditación puede proporcionarme un medio para salir de la tristeza y la angustia cuando atravieso dificultades. Esta me ayuda a desviar mi atención de mí misma y a enfocarla en algo mucho más grande que yo. Las enseñanzas bahá’ís se refieren a este concepto como «el Reino espiritual»:
…todos nuestros sufrimientos, penas, vergüenzas y dolores, nacen del mundo de la materia; mientras que el Reino Espiritual nunca nos causa tristeza. – Abdu’l-Bahá, La sabiduría de Abdu’l-Bahá, pág. 136.
Dejar de sentirme mal por un rato me permite navegar por el mundo con fluidez dinámica. El hecho de que las cosas sean difíciles no significa que no pueda superarlas. Por supuesto, separarse de los sentimientos negativos no significa que me disocie completamente de ellos, es crucial procesar los sentimientos por nuestro bienestar, pero no me obligo a quedarme en ellos. Junto con la fuerza de voluntad y la acción, puedo canalizar la meditación para desarrollar el cambio que quiero ver en el mundo que nos rodea.
Aprovechando la intuición
En momentos de meditación, mi mente se vuelve más clara y las verdades espirituales pueden emerger de la oscuridad a través de la intuición. Esto me ayuda especialmente cuando trato de tomar decisiones importantes. A menudo me veo atrapada en la confusión de mis pensamientos, la ansiedad y la duda nublan mi juicio, y tomo decisiones de las que luego me arrepiento. Tomar decisiones en el piloto automático puede hacer que volvamos a reflejar viejos hábitos, en lugar de desarrollar cualidades espirituales como la generosidad, la esperanza, el amor y la justicia.
A través de la meditación silenciosa puedo despejar el camino para desarrollar intuición espiritual, que favorece estas cualidades espirituales por encima del miedo, la codicia o la crítica. Me permite tener una mejor percepción sobre las preguntas difíciles de la vida, para poder avanzar con más confianza y actuar con determinación.
Como dicen las enseñanzas bahá’ís:
…el signo del intelecto es la contemplación, y el signo de la contemplación es el silencio, puesto que es imposible para una persona hacer dos cosas al mismo tiempo: no puede hablar y meditar a la vez. – Abdu’l-Bahá, La sabiduría de Abdu’l-Bahá, pág. 210.
Cuando me doy un espacio mental para meditar, las respuestas me llegan más claramente y mis acciones resultan más efectivas.
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