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Justicia

Luego del COVID-19, ¿cómo deberán cambiar nuestras estructuras sociales?

Rosa Cerrogrande | May 17, 2020

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Rosa Cerrogrande | May 17, 2020

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¿Cuáles serán las consecuencias de esta pandemia? No hay una respuesta concreta, pero sabemos que afectará a todos los ámbitos de la sociedad.

Al ver cómo han funcionado las relaciones sociales en el pasado y en la actualidad, vemos que todo lo que hagamos durante y después de esta crisis es de mucha importancia. Es evidente que necesitamos una transformación, y para lograrla es de vital importancia la postura que adopten el individuo, las instituciones y la comunidad.

Necesitamos una transformación individual y social que no surgirá rápidamente: requiere un cambio profundo. Durante varias épocas, la humanidad se ha visto afectada por las luchas de poder entre individuos, familias, organizaciones y naciones. Estas luchas han sido impulsadas por deseos propios, generando diferencias y grados de superioridad, donde cada protagonista se preocupa por su interés individualista. Muchas relaciones sociales se basan en la competencia, olvidándose por completo de las capacidades que todos pueden desarrollar y las responsabilidades que todos tienen para buscar el bien común.

Los individuos, instituciones y comunidad deben dar una nueva orientación a todas las estructuras actuales, siendo este proceso vital para el desarrollo. La Casa Universal de Justicia, la institución administrativa internacional de la comunidad bahá’í, afirmó en un mensaje reciente refiriéndose a la pandemia:

“…durante las últimas semanas y meses un mundo temeroso ha ido aceptando una crisis sanitaria de rápida evolución que afecta a la población de muchos países, y cuyas consecuencias para la sociedad todavía no puede estimarse con ninguna certeza… Pocas veces ha sido tan evidente que la fortaleza colectiva de la sociedad depende de la unidad que puede manifestar en acción…”. – (Casa Universal de Justicia, de una carta a los bahá’ís del mundo, 19 de marzo 2020).

Es necesaria la integración de los individuos, las instituciones y la comunidad, es decir, la unidad de pensamiento y de acción que estos demuestren: procesos que se caractericen por individuos que se concentran en diferentes actividades sin olvidar el todo, instituciones que reconocen el efecto positivo del trabajo colectivo y comunidades que impulsan el crecimiento y desarrollo de la sociedad. Cada uno juega un papel importante, cada uno sostiene y complementa a los demás, y el involucramiento de cualquiera de ellos es esencial para progresar.

En su libro Creando una Nueva Mentalidad, el escritor Paul Lample menciona: “Los diferentes elementos de la comunidad trabajan juntos en un todo orgánico de una manera comparable al funcionamiento del cuerpo humano”. (Creando una nueva Mentalidad: Reflexiones sobre el individuo, las instituciones y la comunidad. Pág. 63)

Si queremos procesos orgánicos en nuestras estructuras sociales enfrentado al COVID-19, esto implica una modificación gradual en sus funciones, la integración de la diversidad que existe entre las estructuras y sistemas, un espíritu dinámico de movimiento y la capacidad de evolucionar. Todas estas características están relacionadas con la participación y la interconexión de los tres pilares, es decir, que los individuos no solo sean beneficiarios de proyectos, pero que participen activamente en estos procesos. La cooperación es el principio que rige el funcionamiento de estos sistemas y estructuras.

De acuerdo con esta visión, las instituciones no buscan tener control o autoridad, más bien ayudan al individuo a descubrir su potencial. La comunidad asume el desafío de generar un ambiente donde los individuos libremente y responsablemente apoyan el interés colectivo y los planes de las instituciones con el fin de tener una acción unificada; y es ahí donde el individuo también puede aportar, empoderándose para potenciar a las estructuras de la comunidad.

Estos tres protagonistas se involucran conscientemente en los procesos de la transformación de la sociedad, no solamente para combatir la pandemia, sino para establecer conexiones que fomentan la unidad de pensamiento y acción. Promueven el bienestar humano, contribuyen a la protección del medio ambiente, establecen la justicia sin buscar poder político; todo con el fin de impulsar la construcción de una civilización próspera.

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