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Justicia

Los niños –y los hombres– necesitan un verdadero modelo a seguir

David Langness | Oct 20, 2023

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David Langness | Oct 20, 2023

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¿Con qué tipo de masculinidad te gustaría que creciera tu hijo? Todo padre de un niño varón se enfrenta ahora a esa importante pregunta.

¿En qué consiste el éxito de tu hijo? ¿Cuáles son tus mayores esperanzas para él? ¿Se centran en la prosperidad material: una carrera, una casa bonita, riqueza? ¿Te gustaría que tu hijo alcanzara la fama, la notoriedad o las proezas atléticas? ¿O tu sueño para él se centra en las virtudes espirituales e intelectuales que quieres que muestre?

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Todas estas esperanzas y sueños para nuestros hijos tienen lugar hoy en el contexto de una crisis de masculinidad, en la que nuestra sociedad intenta averiguar qué debe ser un hombre. En el pasado, la decisión parecía más sencilla: educar a tus hijos para que se adaptaran al papel masculino estándar, al modo tradicional de masculinidad. Ya conoces la receta: dominio del mundo, ideal de fuerza física, capacidad para la violencia.

Ya no es así.

Hemos entrado en un periodo de la historia humana en el que esos modelos de hombría ya no tienen tanta utilidad como en el pasado. En tiempos de paz, la agresividad bélica que los hombres han ejemplificado tradicionalmente no solo es superflua, sino antisocial, peligrosa, inadaptada. En una época postindustrial de rápidos avances tecnológicos e intelectuales, los hombres han sido adaptados o socializados para ver la fuerza física como una virtud más bien propia de una época pasada.

Como resultado, muchos niños y hombres tienen una crisis de identidad en sus manos y en sus corazones. Se preguntan: ¿Quién soy? ¿Acaso la sociedad valora lo que puedo aportar? ¿Dónde está mi verdadero yo? ¿A qué tipo de hombría puedo aspirar?

Así que esta es la pregunta: ¿puedes pensar en un ejemplo a seguir para una imagen moderna de la masculinidad, alguien que recomendarías como ejemplo a tu hijo además de su padre, alguien a quien pudiera emular?

Los chicos buscan de forma activa y natural un modelo a seguir, alguien a quien admirar y cuyos pasos seguir en la vida. A menudo, ese modelo de conducta es el padre, pero todo buen padre reconoce la necesidad de una influencia positiva y aspiracional más allá de la suya propia.

La fe bahá’í ofrece al mundo un ejemplo extraordinario: Abdu’l-Bahá.

Abdu’l-Bahá, hijo de Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, sufrió enormemente de niño para luego convertirse en un maestro de amor, paz y unidad de renombre mundial. Pasó gran parte de sus primeros años de vida en el exilio y en prisión debido al encarcelamiento de Bahá’u’lláh; y su liberación en 1908 le permitió viajar por el mundo difundiendo el mensaje bahá’í de unidad, amor y universalidad. Abdu’l-Bahá sirvió a los pobres, los hambrientos, los enfermos y los desafortunados durante toda su vida; y finalmente el Imperio Británico lo nombró caballero por su servicio desinteresado a los demás.

En sus viajes a Europa y Norteamérica, Abdu’l-Bahá se hizo mundialmente conocido y querido como un poderoso defensor de la paz, el gobierno mundial, la desmilitarización, la unidad racial, la armonía entre ciencia y religión y la emancipación de la mujer. Defendió a los demás. Sirvió verdaderamente a toda la humanidad.

Abdu’l-Bahá animó a todos, hombres y mujeres, a centrar sus vidas en servir a los demás:

Cuán excelente, cuán honorable se vuelve el hombre si se alza a desempeñar sus responsabilidades; cuán desdichado y despreciable si cierra sus ojos al bienestar de la sociedad y malgasta esta preciosa vida yendo en procura de sus propios intereses egoístas y ventajas personales. Corresponde al hombre la felicidad suprema, y ha de contemplar él los signos de Dios en el mundo y en el alma humana…

Enalteced vuestros pensamientos. Reflexionad sobre todos vuestros asuntos. Magnificad vuestros esfuerzos. Ampliad el círculo de vuestros ideales. Abrid las alas de la sabiduría espiritual. Que vuestra esperanza sea la realización de las más grandes obras cuyos resultados quizás inmortalicen vuestros nombres. [traducción provisional de Oriana Vento, Star of the West]

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Ese consejo de realizar acciones verdaderamente significativas dedicando tu vida a la felicidad y el bienestar de los demás, ejemplifica lo que significa ser bahá’í. Abdu’l-Bahá resumió su consejo en este pasaje de su libro Contestación a unas preguntas:

…el honor y la exaltación del hombre han de reposar sobre algo más que sobre las riquezas materiales. A decir verdad, el bienestar material no es más que una rama. Sin embargo, la raíz de la exaltación del hombre radica en las virtudes y cualidades nobles, que son el ornamento de su realidad. Tales son las manifestaciones divinas, las gracias celestiales, los sentimientos sublimes, el amor y el conocimiento de Dios, la sabiduría universal, la percepción intelectual, los descubrimientos científicos, la justicia, la equidad, la veracidad, la benevolencia, la valentía natural y la entereza innata, el respeto por los derechos, el cumplimiento de pactos y acuerdos, la rectitud en todas las circunstancias, el servicio incondicional de la verdad, el sacrificio de la propia vida por el bien de los demás, la bondad y aprecio hacia todas las naciones, la obediencia a las enseñanzas de Dios, el servicio en el Reino Divino, la guía de los pueblos y la educación de las naciones y razas ¡Tal es la prosperidad del mundo humano! ¡Tal es la exaltación del hombre en el mundo! ¡Tal es la vida eterna y el honor celestial!

Estos nobles objetivos, ideales y logros, tan exaltados y admirables, pueden realmente inspirar a cada niño y a cada adulto. Así que en lugar de dejar a tus hijos e hijas a merced de los medios de comunicación modernos y sus dudosos modelos morales y espirituales, siéntete libre de presentarles la vida, el ejemplo y los escritos de Abdu’l-Bahá.

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