Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Alcanzar nuestra verdadera estación espiritual y practicar la justicia es una tarea difícil, y será extremadamente difícil de lograr sin la oración.
La oración tiene el poder no solo de transformar nuestras actitudes fundamentales hacia las dificultades, sino también de ayudarnos a pensar claramente e identificar las causas de los problemas. No basta con permanecer imperturbable. Si deseamos hacer del mundo un lugar mejor, tendremos que ayudar a resolver los problemas que encontramos.
Esta rara capacidad de resolución de problemas requiere la habilidad de diferenciar entre los síntomas y las causas, porque hasta que no determinemos la raíz de un problema no podemos diseñar un plan de acción para su solución. Sin duda, el administrador de la escuela en el ejemplo del patio de recreo que discutimos en el último ensayo de esta serie probablemente intentará tratar el síntoma. Pero el simple hecho de decirle a los niños que dejen de ser crueles o incluso amenazar con un castigo no será suficiente para erradicar el comportamiento. El comportamiento no es la causa del problema; normalmente la verdadera dificultad radica en las creencias y actitudes que dieron lugar al comportamiento.
De niños, aprendimos nuestras actitudes, creencias, valores y percepciones observando el comportamiento de nuestros padres y compañeros. Pese a los consejos contradictorios que ocasionalmente recibimos, la única realidad que conocimos fue el ejemplo de lo que vimos. Esto lo aceptamos lógicamente como el estándar. Así que cuando el administrador de la escuela llama a un niño infractor a la oficina y lo amonesta con meras palabras que no se apoyan en el ejemplo personal, es probable que nada cambie. La única lección que el niño puede aprender es a ser más cuidadoso en su crueldad, para esconderla de las autoridades. Después de todo, el niño no veía nada malo en lo que hacía; solo seguía el ejemplo de los demás y jugaba a un juego de ganadores y perdedores.
Este comportamiento burlón ha sido el estándar del patio de recreo durante mucho tiempo, y seguirá siéndolo si no hay un contraejemplo entre nosotros para enseñar lo contrario. El ejemplo positivo es la solución del problema.
A pesar de cualquier pronunciamiento que la escuela pueda hacer sobre el tema, la hija que aprende a decir «No, gracias» y se convierte en un ejemplo positivo puede ser el agente de cambio más poderoso en el patio de recreo. Con un comportamiento amable, sincero y tranquilo, y con una idea de la tarea a realizar, esta niña puede influir en los juegos demostrando un nuevo tipo de comportamiento. Puede tomar mucho tiempo para que la crueldad desaparezca, tal vez muchos años. Pero no solo solucionamos los problemas para nosotros mismos, los solucionamos para las generaciones de niños y niñas que aún no han nacido:
El Todopoderoso ha probado a Sus siervos y continuará probándoles hasta la eternidad, a fi n de que la luz sea distinguida de las tinieblas; la verdad, de la falsedad; lo justo, de lo injusto; la guía, del error; la felicidad, del infortunio; y las rosas, de las espinas. – Bahá’u’lláh, El libro de la certeza.
No te sientas afligido ni desanimado por lo que ha ocurrido. Esa dificultad te sorprendió cuando transitabas por el camino de Dios, por lo cual debería producirte alegría. – Abdu’l-Bahá, Selecciones de los escritos de Abdu’l-Bahá.
Mientras una persona sea feliz, puede olvidar a su Dios; pero cuando le sobrevienen las penas y el dolor lo abruma, entonces recuerda a su Padre que está en el Cielo, Quien puede librarlo de su pesadumbre. – Abdu’l-Bahá, La sabiduría de Abdu’l-Bahá.
La paciencia, la oración y la adquisición de una visión más amplia de las cosas nos ayudará mucho a hacer frente a las dificultades. Si ponemos nuestra fe en Dios en todo momento, bueno o malo, nos encontraremos más capaces de manifestar estas cualidades.
La oración puede ayudarnos a ver nuestras vidas como un esfuerzo de colaboración entre Dios y nosotros mismos, lo que hace más fácil ver que algunas cosas son nuestras responsabilidades y otras que solo Dios puede realizar. Sería como tratar de mover un vehículo parado. Nuestro trabajo es empujar el vehículo hacia adelante mientras Dios lo dirige. Si no tomamos medidas y trabajamos para superar nuestros problemas, puede que no seamos capaces de ver lo que Dios está haciendo para ayudarnos y guiarnos en la dirección correcta. Metafóricamente, Dios puede estar girando el volante, pero si el vehículo no se está moviendo porque no estamos poniendo suficiente esfuerzo, no veremos la guía y dirección que nuestro Creador está ofreciendo. Acudir a Dios siempre ayudará a resolver nuestras dificultades. La oración tiene la capacidad de superar la inercia del vehículo parado de nuestras vidas.
Millones de miembros de la fe bahá’í en todo el mundo encuentran alivio al usar esta oración corta para invocar la ayuda de Dios durante tiempos difíciles:
¿Hay alguien que libre de las dificultades salvo Dios? Di: ¡Alabado sea Dios, él es Dios! Todos somos sus siervos y todos acatamos su mandato. – El Bab, Oraciones Bahá’ís.
Cuando surgen dificultades que pueden afectar nuestro bienestar emocional y físico debemos buscar la ayuda de Dios. Recurrir a Dios ayuda a disipar nuestra tristeza. La oración tiene el poder de ayudarnos a cambiar nuestras actitudes sobre las circunstancias que se nos presentan. Otra oración de los escritos bahá’ís puede ayudar a cambiar nuestro comportamiento de la tristeza a la alegría:
N o retires, oh Señor, la mesa festiva que ha sido puesta en Tu Nombre, ni apagues la llama ardiente que ha sido encendida por Tu fuego inextinguible. No impidas que fluya aquel agua viva Tuya que susurra la melodía de Tu gloria y Tu recuerdo, y no prives a Tus siervos de la fragancia de Tus dulces aromas, exhalada por el perfume de Tu amor. ¡Señor! Convierte las penosas inquietudes de Tus seres santos en tranquilidad; sus fatigas en sosiego; su humillación en gloria; su tristeza en dichosa alegría. ¡Oh Tú que sostienes en Tu mano las riendas de toda la humanidad! Tú eres verdaderamente el Uno, el Único, el Fuerte, el Omnisciente, el Sapientísimo. -Abdu’l-Bahá, Oraciones bahá’ís.
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