Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
¿Por qué es tan importante perdonarnos a nosotros mismos por los errores que hemos cometido o por nuestros defectos?
Cuando lo hacemos, creamos una sensación interna de calma; sin embargo, ese hecho de autoperdonarse también tiene un impacto en el mundo que nos rodea. Las enseñanzas bahá’ís explican que «...a veces sucede que los sentimientos negativos hacia uno mismo se convierten en un obstáculo para superar con éxito las pruebas espirituales, haciendo difícil creer en la propia nobleza«. (La Casa Universal de Justicia, en una carta del 2 de diciembre de 1985) [Traducción provisional].
Cuando no reconocemos nuestra propia nobleza, corremos el riesgo de dejarnos llevar a nosotros y a la gente que nos rodea por nuestra naturaleza animal. Nuestros estándares y expectativas se vuelven muy bajos cuando no creemos que los seres humanos tienen el potencial para el bien – o que merecemos cosas buenas. Normalmente no esperamos que un animal salvaje demuestre generosidad o amabilidad; lo vemos centrado únicamente en su supervivencia. Cuando también establecemos este bajo estándar para nosotros mismos, perdemos la esperanza en la autosuperación y, a veces, en la mejora del mundo que nos rodea.
«Cuando no nos hemos perdonado a nosotros mismos, subconscientemente proyectamos nuestro dolor hacia los demás»
Los escritos bahá’ís nos dicen que no debemos aceptar pensamientos que disminuyan nuestra esperanza y felicidad:
Debe abandonar ideas que degradan el alma humana, para que día a día y hora a hora pueda elevarse más y más hacia la percepción espiritual de la continuidad de la realidad humana. – Abdu’l-Bahá, Selecciones de los escritos de Bahá’u’lláh y Abdu’l-Bahá.
Si hicieras algo malo o no alcanzaras una meta que tuvieras para ti mismo, y aceptaras inmediatamente que eres una persona fracasada que siempre cometerá el mismo tipo de error, o que no puedes hacerlo mejor, caerías en la desesperación. Te permitirías cometer los mismos errores una y otra vez, incluso si esto significara herir a otros, pensando que no tienes otra opción.
Este estado mental hace muy difícil que podamos abrir nuestras vidas a la construcción de comunidad, al amor o a la justicia. Cuando no podemos construir estos aspectos significativos en nuestras vidas, sentirse alegre se torna difícil. El hijo del fundador de la Fe bahá’í, Abdu’l-Bahá, nos animó a encontrar formas de convertirnos en fuentes de alegría para los demás:
No es el deseo de ’Abdu’l-Bahá ver a ningún ser herido, ni ser la causa de pena a nadie; pues, el hombre no puede recibir mayor dádiva que regocijar el corazón de otro. – Abdu’l-Bahá, Tablas de Abdu’l-Bahá.
Cuando no nos hemos perdonado a nosotros mismos, subconscientemente proyectamos nuestro dolor hacia los demás. El perdón de sí mismo, por lo tanto, no siempre se trata solo de nosotros, sino más bien de ser la mejor versión de nosotros mismos por el bien del mundo que nos rodea. El desafío entonces se convierte: ¿cómo? ¿Cómo aprendemos a perdonarnos a nosotros mismos por las veces que no alcanzamos nuestras propias expectativas?
Puede ser liberador aceptar que siempre podemos pedirle a Dios que nos perdone:
La Paternidad de Dios, Su amorosa bondad y beneficencia son manifiestas para todos. Él provee total y ampliamente para Sus criaturas, y si cualquier alma peca, Él no suspende Su generosidad. – Abdu’l-Bahá, La promulgación a la paz universal.
Si el poder más perfecto que existe tiene la capacidad de perdonarnos una y otra vez, ¿no deberíamos nosotros también dejar de lado los rencores que nos guardamos?
Comentarios
Inicia sesión o Crea una Cuenta
Continuar con Googleo