Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Entre este mundo de la existencia y el siguiente, existe un velo. ¿Podemos penetrarlo?
Cuando dormimos, no dejamos nuestro cuerpo, pero ciertamente entramos a una realidad diferente: el mundo de los sueños. Este nuevo reino de existencia, dicen las enseñanzas bahá’ís, es una de las pruebas de la presencia de Dios y un ejemplo de la existencia de dominios invisibles:
Quienes han pasado por el trance de la muerte, poseen su propia esfera. No está muy alejada de la nuestra; su trabajo, el trabajo del Reino, es el nuestro; pero está santificado de lo que llamamos «tiempo y lugar». Entre nosotros el tiempo se mide por el sol. Cuando no hay más alboradas ni más puestas de sol, esa clase de tiempo deja de existir para el hombre. Quienes han ascendido poseen diferentes atributos de los que poseen quienes se hallan en la tierra; sin embargo, no hay separación real. – Abdu’l-Bahá en Londres.
Los escritos bahá’ís explican que nuestras oraciones sí llegan a nuestros seres queridos en el otro mundo – y que cuando soñamos es posible conversar con los que han fallecido.
Después de que mi madre murió, soñaba con ella a menudo. En una ocasión nos encontramos y hablamos íntimamente en un sueño. Ella tomó mi rostro en sus manos y luego me abrazó con gran amor. Se sentía tan real y vibrante como cualquier experiencia de este mundo físico. Conocía sus sentimientos, y ella sentía todo en mi corazón. Cuando desperté, el recuerdo del sueño era claro y palpable. Creo que estos sueños especiales son de hecho conexiones con nuestros seres queridos:
En la oración hay una estación entremezclada, una fusión de condiciones. Rezad por ellos ¡tal y como ellos rezan por vosotros! Si atravesáis apuros y estáis en actitud receptiva, ellos son capaces, sin que os percatéis, de haceros sugerencias. Algunas veces esto es lo que ocurre en sueños. ¡Pero no hay relación fenoménica! Lo que parece un encuentro fenoménico posee otra explicación». El interrogador exclamó: «¡Sin embargo, yo he escuchado una voz!» ’Abdu’l-Bahá dijo: «Sí, eso es posible; en los sueños escuchamos claramente las voces. No es con el oído físico con el que escuchas. El espíritu de los que han fallecido está libre del sentido vital, y no se sirven de medios físicos. No es posible explicar estos grandes temas con palabras humanas; el lenguaje del hombre es el lenguaje de los niños, y las explicaciones del hombre a menudo causan extravío”. – Ibid.
¿Has tenido alguna vez esta experiencia, cuando a veces el recuerdo de un ser querido aparece en tu cabeza de la nada? Quizás veas una mariposa y pienses en esa persona porque ella amaba a las mariposas. O una canción favorita que tenían juntos se escucha en la radio, y la recuerdas. Toma nota, porque estos pueden ser momentos que compartes realmente con aquella persona a través de ese fino velo que nos separa. Envíenle buenos pensamientos, una pequeña oración y tómate el tiempo de sentir su presencia.
Ayer fue el día bisiesto, que es un día muy especial para mí porque un querido amigo de la familia, Alex Rocco, nació el 29 de febrero. Vivimos en la misma comunidad bahá’í y compartimos muchos momentos felices. Un hombre extraordinario, «Bo», como lo conocían sus muchos amigos, era actor. Recuerdo que me emocioné mucho el día que Bo y su esposa nos llevaron a mi hermana, a mi tía y a mí, al teatro para verlo en su papel de revelación como Moe Green en «El Padrino». Bo pasó a protagonizar más tarde muchas películas y dos series de televisión. Cuando ganó un Emmy por una de las series de televisión, Bo agradeció a Bahá’u’lláh y los corazones de los bahá’ís que estaban viendo la transmisión alrededor del mundo. Aún así, hasta el día de hoy, Bo es mejor recordado por su icónico papel en «El Padrino».
Al recordar el cumpleaños de Bo en este año bisiesto me detuve en la cocina y comencé a pensar en él y en lo maravilloso que era. En mi mente, dije, «Feliz cumpleaños Bo». Entonces me sentí un poco tonta. Pensé: «Hay tanta gente en el mundo que lo amaba y que hoy pensará en él. Probablemente no pueda oírme». Se lo dije a mi hija Julia y no lo pensé dos veces.
Luego salí a hacer algunos recados. Cuando entré en el estacionamiento del mercado local, escuché una música encantadora. Cuando abrí la puerta de mi auto, pude escuchar mejor la hermosa melodía que sonaba en todo el estacionamiento. Sentí una impresionante corriente que atravesó todo mi cuerpo. Aquel sentimiento se quedó en lo profundo de mi alma. La conmovedora melodía me era increíblemente familiar, pero no podía reconocerla. Todo lo que sabía era que necesitaba averiguar de dónde venía. De inmediato, vi a un joven adolescente hindú tocando un acordeón como nunca antes había escuchado. Me acerqué al adolescente, buscando dinero en mi bolso, mientras me miraba y sonreía. Dejé caer el dinero en su estuche de instrumentos.
«Gracias», dijo.
«¡Tocas muy bien! Pero, ¿cómo se llama la canción que estás tocando?», le pregunté.
«Es el tema de «El Padrino», respondió.
Mientras conducía a casa, la música conmovedora se quedó en mi cabeza. Tan pronto como llegué le conté a mi hija, Julia, sobre aquella maravillosa música y el dulce adolescente que la tocaba. Sus ojos se iluminaron y ella dijo: «¡Mamá! ¡Era Bo! Te escuchó y estaba reconociendo tus deseos de cumpleaños con la canción de su película».
Mi corazón se llenó de alegría al darme cuenta de la innegable conexión. Sentimientos de indignidad nublaron mis emociones, pero en el fondo, sabía que la magia era real:
Las dádivas de Dios manifiestas en toda vida fenomenal están a veces ocultas por velos interpuestos por la visión mental y mortal que ciega al hombre espiritualmente y lo incapacita, pero cuando esas escamas son quitadas y los velos desgarrados, entonces, los grandes signos de Dios se hacen visibles y él ve la luz eterna que colma el mundo. – Abdu’l-Bahá, La promulgación a la paz universal.
Estos velos interpuestos entre este mundo y el siguiente nos impide ver y escuchar a nuestros seres queridos observándonos, orando por nosotros y animándonos. A ellos se les puede pedir guía. Así que envíales tus buenos deseos a menudo. Ora por ellos, reconoce las señales de su amor y presta atención a tus sueños. Si te detienes, abres tu corazón y escuchas, tal vez los escuches responder.
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