Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Las instituciones religiosas a menudo han denigrado y negado los hechos científicos y hasta castigado severamente a aquellos que los descubrían.
En el famoso caso de Galileo en 1633, el Santo Oficio del Papa católico lo enjuició por su teoría científica de que la tierra giraba alrededor del sol. El veredicto del juicio determinó que Galileo era “sospechoso de herejía de manera vehemente” y la Iglesia lo obligó a retractarse públicamente de su teoría. Luego del juicio, su comentario “pero se mueve” se hizo muy famoso. Por este descubrimiento, considerado delito, Galileo pasó nueve años, el resto de su vida, bajo arresto domiciliario.
La ciencia, al igual que la religión, descubre la realidad a su propia manera. En el siglo XXI, las perspectivas científicas han dado un giro de 180 grados. Hoy en día las teorías científicas son tan numerosas y tan omnipresentes que tendemos a considerarlas un hecho en vez de algo falso hasta que se pruebe lo contrario. Por otro lado, en muchas instancias, la verdad religiosa se ha hecho secular con el fin de adaptarse.
Un ejemplo lo constituyen mis apreciadas tres tasas de café al día. De acuerdo al reporte de Leslie Stahl el mes pasado en 60 Minutos, estas tres tazas de café pueden prolongar mi vida hasta pasados los noventa años. En cierto momento las teorías prevalecientes recomendaban no tomar café, sin embargo ahora, la investigación demuestra que el café nos da más que un estímulo matutino. Esa humeante taza de café de Java también nos brinda la fuente número uno de antioxidantes de la dieta de los EUA, de acuerdo a un nuevo estudio de investigadores de la Universidad de Scranton en Pensilvania.
Toda cosa creada, incluyéndonos a nosotros, refleja la realidad del momento que vive. Se ha comprobado el error o la veracidad de algunas verdades científicas y dogmas religiosos años después de que los tecnólogos o científicos o sociólogos informaran sus hallazgos. La única verdad subyacente a toda la ciencia, y en realidad a la vida misma, es que el descubrimiento de la realidad no termina nunca. El principio bahá’í de la armonía entre la ciencia y la religión nos dice que la verdad, ya sea espiritual o científica, tiene una fuente y una realidad:
Es evidente entonces que cada átomo elemental está poseído de la capacidad de expresar todas las virtudes del Universo. Ésta es una realización sutil y pura. Medita sobre ello, porque allí descansa la verdadera explicación del panteísmo. Desde este punto de vista y el de la percepción, el panteísmo es una verdad, porque cada átomo en el universo posee y refleja las virtudes de la vida, cuya manifestación se efectúa a través de cambios y transformaciones. Por consiguiente el origen y consecuencia de los fenómenos de la naturaleza es Dios Omnipresente, porque la realidad de todos los fenómenos existentes es debida a Él. No hay realidad ni manifestación de ella sin la mediación de Dios. La existencia se realiza y se hace posible solamente a través de la munificencia de Dios. Lo mismo que la luz o llama que nos brinda una lámpara, se materializa de acuerdo a la bondad de la lámpara que la origina. Aun así, todos los fenómenos se realizan por la Gracia Divina, y la explicación de las verdaderas declaraciones y principios del panteísmo es, que los fenómenos del universo encuentran realización a través del único Poder que anima y domina todas las cosas; y que todas ellas son únicamente manifestaciones de Su energía y gracia. La virtud del ser y de la existencia no puede hacerse efectiva a través de otro agente. Por lo tanto, encontramos en las palabras de Bahá’u’lláh su primera enseñanza: la unidad del mundo humano. – ‘Abdu’l-Bahá, Fundamentos de la unidad mundial, página 64.
Como seres humanos racionales, nos damos cuenta, gracias a las verdades de la religión, que Dios nos da la facultad de la razón para descubrir tanto la realidad material como espiritual:
La religión y la ciencia son las dos alas con las que la inteligencia del ser humano puede remontarse a las alturas, con las que el alma humana puede progresar. ¡No podrá volar sólo con un ala! Si trata de volar sólo con el ala de la religión, caerá inmediatamente al lodazal de la superstición, mientras que, por otro lado, si sólo trata de usar el ala de la ciencia, tampoco podrá hacer ningún progreso, pues se hundirá en el angustioso pantano del materialismo….. Pero la religión que no marcha mano a mano con la ciencia, se ha colocado ella misma en la oscuridad de la superstición y la ignorancia.
La mayor parte de la discordia y desunión del mundo ha sido creada por las oposiciones y las contradicciones que las personas han forjado. Si la religión estuviese en armonía con la ciencia y caminaran juntas, gran parte del odio y la amargura que en la actualidad causan tanta miseria a la raza humana habría acabado.
Considerad lo que distingue al ser humano de entre todos los seres creados y hace de él una criatura diferente. ¿No es su poder de razonar, su inteligencia? ¿No debe hacer uso de ellos para el estudio de la religión? Yo os digo: pesad cuidadosamente en la balanza de la razón y de la ciencia todo lo que os sea presentado como religión. ¡Si pasa esta prueba, aceptadla, pues es la verdad! ¡Si, por el contrario, no se ajusta a ella, rechazadla, pues es ignorancia!. – ‘Abdu’l-Bahá, La sabiduría de ‘Abdu’l-Bahá, páginas 175-177.
La realidad, al igual que la fantasía y la imaginación, no termina nunca. De la misma manera que el universo, con sus miles de millones de galaxias, ésta es inacabable. Esa vastedad inimaginable significa que nos queda muchísimo por descubrir si podemos unir lo espiritual y lo científico en la búsqueda de la verdad.
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