Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Las enseñanzas bahá’ís resaltan caminos éticos que conectan arquetipos idealizados posicionados en una matriz de género y generación.
En la sociedad humana, el tejido entramado de género y generación crea un sistema social de derechos, responsabilidades y relaciones. Al igual que todos los patrones sociales descritos en esta serie de artículos, esa estructura de género y generación tiene un propósito espiritual: proporcionarnos un entorno distintivo donde podamos practicar la unidad entre quienes nos rodean:
Bahá’u’lláh vino a traer unidad al mundo, y una unidad fundamental es la de la familia. Por lo tanto, debemos creer que la Fe [Bahá’í] está destinada a fortalecer a la familia, no a debilitarla. – La Casa Universal de Justicia, 1 de agosto de 1978.
Prerrequisitos para un tejido ideal de género y generación
Las enseñanzas bahá’ís sobre la unidad familiar prevén un cambio dramático en nuestra cultura global y establecen nuevos principios para alcanzar esa unidad. Tres son las condiciones culturales mencionadas por Bahá’u’lláh y que son vitales para lograr relaciones ideales, aún no existen en el mundo:
- La realización de la igualdad de mujeres y hombres, cuyas percepciones complementarias son igualmente vitales para navegar este mundo con éxito,
- Educación universal para niños y adultos por igual, y
- Establecimiento de consejos locales elegidos para servir como Casas de Justicia locales, un foro para examinar las leyes espirituales al luchar por resolver problemas complejos.
Si bien hoy vivimos sin estos requisitos culturales esenciales, aun así podemos reflexionar sobre un tejido ideal de relaciones como se describe en las enseñanzas bahá’ís con respecto al matrimonio, la paternidad, la maternidad, el hecho de ser un hijo o una hija, tener padres ancianos e incluso abuelos.
El entretejido de estos roles entre sí se describe con claridad en los escritos bahá’ís , ya que no nacemos con este conocimiento. Abdu’l-Bahá era muy consciente de que debemos adquirir tal sabiduría con un esfuerzo consciente considerable:
…ya que la familia es una unidad humana, debe ser educada según las reglas de santidad. A la familia le deben ser enseñadas todas las virtudes. La integridad del lazo familiar debe tenerse en cuenta constantemente y los derechos de sus miembros individuales no deben ser transgredidos. – Abdu’l-Bahá, La Promulgación a la Paz Universal, pág. 182.
Comencemos con el matrimonio y la generación intermedia, ya que tiene una conexión tan compleja con los demás.
Matrimonio
Las enseñanzas bahá’ís comparan el vínculo entre esposo y esposa con el de amigos íntimos, y exaltan esta noble relación que expresa una afinidad, una gravitación natural, una atracción, respeto, cortesía y una preferencia dada por cada uno al otro. Al mismo tiempo, estas enseñanzas advierten de lo que está en juego:
El Señor —incomparable es Él— ha hecho que la mujer y el hombre vivan juntos en la más estrecha camaradería… dos íntimos amigos, cada uno interesado en el bienestar del otro.
Si viven de ese modo, pasarán por este mundo con perfecto contento, arrobamiento y paz del corazón, y llegarán a ser el objeto de la gracia y del favor divinos en el Reino del cielo. Mas, de otro modo, vivirán su vida en gran amargura, anhelando la muerte en todo momento, y se sentirán avergonzados en el dominio celestial. – Abdu’l-Bahá, Selecciones de los Escritos de Abdu’l-Bahá, pág. 93.
Claramente, las apuestas matrimoniales son muy altas. Afortunadamente, el tejido de este vínculo físico y espiritual no es un evento de una sola pregunta o de un solo día, es un proceso de atención recíproca de por vida, que fortalece gradualmente las fibras de confianza entre estas dos personas:
…el matrimonio debe ser la unión del cuerpo como así también del espíritu, pues aquí tanto el marido como la mujer están arrobados por el mismo vino, ambos están enamorados del mismo Rostro incomparable, ambos viven y se mueven con el mismo espíritu, ambos están iluminados por la misma gloria. Este vínculo entre ellos es espiritual, luego es una ligadura que perdurará por siempre. Asimismo, gozan de lazos firmes y duraderos también en el mundo físico, pues si el matrimonio está basado tanto en el espíritu como en el cuerpo, esa unión es verdadera y, por consiguiente, perdurará. No obstante, si el vínculo es físico y nada más, con seguridad será transitorio e inexorablemente ha de terminar en separación. – Ibid., pág. 89.
El apoyo de los suegros
Lejos de las tendencias culturales del mundo, los bahá’ís comenzaron a contraer matrimonios amorosos entre personas de diferentes identidades raciales, religiosas y culturales:
… Tanto Bahá’u’lláh como Abdu’l-Bahá nunca desaprobaron la idea del matrimonio interracial, ni la desanimaron. De hecho, las enseñanzas bahá’ís, por propia naturaleza trascienden todas las limitaciones impuestas por la raza. – La Casa Universal de Justicia, carta de 28 de diciembre de 1980.
Para asegurar que un matrimonio amoroso no sea socavado por los padres de ambas partes, Bahá’u’lláh hizo que los padres tuvieran la obligación de dar fe de su apoyo al matrimonio, por escrito, antes de que se celebrara el matrimonio. Si hubiera dudas en cualquiera de los dos lados, se iniciaría un proceso de consulta y confirmación para asegurar que los temores debidos a prejuicios se resolvieran antes del matrimonio, con la consecuencia implícita de fortalecer el apoyo a futuros nietos que nazcan de un matrimonio respaldado por ambos conjuntos de padres:
[Bahá’u’lláh] estableció esta gran ley para fortalecer el tejido social, para unir más los lazos del hogar…
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