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¿Vive en un país estable, lo suficientemente estable como para poder mantenerse a largo plazo?
Los investigadores y los científicos políticos ahora han categorizado los factores necesarios para determinar la estabilidad de los países. Entre ellos: ¿los ciudadanos son libres de expresarse, o la prensa y las redes sociales están controladas por el gobierno? ¿Se les permite a los opositores escribir y hablar, o son acosados, arrestados o encarcelados? ¿Los servicios gubernamentales satisfacen las necesidades de los ciudadanos o son indiferentes o están atrapados en la burocracia? ¿Funciona bien la economía? ¿Cuenta con disponibilidad de puestos de trabajo en un grado aceptable? ¿o existe un alto nivel de desempleo e instalaciones y capacitaciones educativas deficientes? ¿El crimen es bajo o alto? ¿Hay disturbios civiles, o peor, guerra?
Las enseñanzas bahá’ís tienen mucho que decir sobre este importante tema. De hecho, Abdu’l-Bahá dio una charla hace más de un siglo sobre la creación de estabilidad en la sociedad, en la que dijo:
El cuerpo político puede compararse al organismo humano. En tanto los diversos miembros y partes de ese organismo están coordinados y cooperando en armonía, tenemos como resultado la expresión de la vida en su máximo grado. Cuando a estos miembros les falta coordinación y armonía, tenemos lo opuesto, que en el cuerpo humano es enfermedad, disolución, muerte. De igual modo, en el cuerpo político de la humanidad la disensión, la discordia y la guerra son siempre destructivas e inevitablemente fatales. Todos los seres creados dependen de la paz y coordinación, pues todo ser contingente y fenomenal es una composición de distintos elementos. En tanto haya afinidad y cohesión entre estos elementos constitutivos, fuerza y vida se hacen manifiestas; pero cuando la disensión y la repulsión surgen entre ellos, sobreviene la desintegración. Esto es una prueba de que la paz y la amistad, las cuales Dios ha deseado para Sus hijos, son los factores salvadores de la sociedad humana, en tanto la guerra y la contienda, las cuales violan Sus mandamientos, son la causa de muerte y destrucción. Por lo tanto, Dios ha envidado a Sus Profetas para anunciar el Mensaje de buena voluntad, paz y vida al mundo de la humanidad. – La Promulgación a la Paz Universal, pág. 115.
Sabemos que la estabilidad nacional no proviene del tamaño geográfico o de la población, como ha demostrado repetidamente la historia. El mundo actual tiene 195 países definidos, desde el más pequeño (Ciudad del Vaticano con .44 kilómetros cuadrados) hasta el más grande: Rusia con 17.1 millones de kilómetros cuadrados. Por población, el segundo más pequeño, Mónaco, tiene 36,000 residentes, mientras que China tiene más de 1.400 millones de personas.
Según el informe más reciente del Fondo para la Paz, Finlandia es el país más estable del mundo. Ese estado nórdico se clasificó como el estado más seguro de la Tierra, según el Informe de Competitividad de Viajes y Turismo de 2017.Según el Informe de Felicidad de 2018, Finlandia también es el país más feliz del mundo, con Noruega, Dinamarca, Islandia y Suiza ocupando las siguientes posiciones principales. ¿Por qué Finlandia está calificada como el país más feliz y qué nos podría decir eso sobre nuestros propios países? Investiguemos
La República de Finlandia es una nación en el norte de Europa entre Noruega al norte, Suecia al noroeste y Rusia al este. Durante un tiempo, Finlandia fue parte de Suecia, y en 1809, en parte de Rusia hasta declarar su independencia durante la revolución rusa. La capital y ciudad más grande es Helsinki. La población de Finlandia es de 5,52 millones, siendo que la mayoría de la población se concentra en la región sur. Casi el 90% de la población es finlandesa y habla finlandés. Es la nación más dispersamente poblada de la Unión Europea.
Finlandia llegó relativamente tarde a la industrialización, y siguió siendo un país en gran parte agrario hasta la década de 1950.Después de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética exigió a Finlandia reparaciones de guerra, no solo en dinero sino también en material, como barcos y maquinaria. Esto obligó a Finlandia a industrializarse. Desarrolló rápidamente una economía avanzada mientras construía un extenso estado de bienestar basado en el modelo nórdico, lo que se tradujo en una prosperidad generalizada y en uno de los ingresos per cápita más altos del mundo. Finlandia tiene un desempeño superior en numerosos indicadores del desempeño nacional, incluida la educación, la competitividad económica, las libertades civiles, la calidad de vida y el desarrollo humano.
Finlandia es una nación predominantemente cristiana donde alrededor del 73% de los 5,52 millones de habitantes en general siguen el cristianismo; la gran mayoría son miembros de la Iglesia Evangélica Luterana de Finlandia, aunque el 26,3% no tiene ninguna creencia religiosa y el 1,6% sigue otras religiones como el Islam, el hinduismo, el budismo, el judaísmo, la religión popular, etc.
Por supuesto, gran parte de la paz y la estabilidad de Finlandia pueden estar relacionadas con su población relativamente pequeña y su falta de diversidad. Sin embargo, eso no toma en cuenta la estabilidad uniforme de su república parlamentaria en el marco de la democracia, su constitución y estado de derecho, su cultura de no agresión, sus políticas compasivas de bienestar social y su fuerte economía mixta y su énfasis en la educación. Todos estos factores son altamente dignos de emulación, independientemente de la población y los recursos naturales disponibles.
Como señalan las enseñanzas bahá’ís , la felicidad, la riqueza y la prosperidad, la estabilidad y la seguridad de cualquier país dependen de la calidad de sus valores morales y normas basadas en principios espirituales, cooperativos y no en políticas divisibles y frías. La unidad de cualquier nación, entonces, proporciona estabilidad. La Casa Universal de Justicia, en su introducción al Libro Más Sagrado de Bahá’u’lláh , escribió:
Nuestro mundo ha entrado en la fase más oscura de esta edad de cambios fundamentales y sin parangón en toda su tumultuosa historia. Los pueblos, de cualesquiera raza, nación o religión, se enfrentan al reto de subordinar todas las lealtades secundarias e identidades limitadoras a su unidad como ciudadanos de una sola patria planetaria. En palabras de Bahá’u’lláh: «El bienestar de la humanidad, su paz y seguridad serán inalcanzables hasta que su unidad esté firmemente establecida». – pág. 11.
El ejemplo de Finlandia y otros países muestra que la unidad de pensamiento y acción, el ejercicio de los valores morales y la cooperación, poniendo en primer lugar el bienestar de los ciudadanos y otros factores, demuestran que un país puede alcanzar la felicidad y la estabilidad incluso en un mundo caótico. Si ponemos estos ideales espirituales en primer lugar y buscamos la unidad en lugar de la división, también podemos lograrlo en nuestro propio país. Todas las cosas son posibles con la ayuda de Dios; este es el mensaje de Bahá’u’lláh y de todas las religiones.
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